El demonio se volvió fuerte, más fuerte que cualquiera.
~Día 7~
Cuando Kayl despertó, era de mañana. No recordaba cuando había sido la última vez que despertaba a esa hora del día. Bajó la mirada, y se encontró con el pacífico rostro de Reous, seguía dormida, abrazada a él. Y estaba desnuda.
Los recuerdos de esa noche eran borrosos hasta el momento en que salió del trance del frenesí. Pero uno de ellos aún seguía muy presente en su memoria. Jamás había bebido sangre tan deliciosa como la de Reous, y el dolor extremo que le recorrió el cuerpo después de eso... sentía que estaba en llamas. El dolor fue lo que lo trajo de vuelta.
<<Yo soy fuego>> había dicho ella. Ahora le creía.
Reous comenzó a abrir los ojos, parpadeando un par de veces antes de levantar la vista y encontrarse con la mirada de Kayl. Le mostró una sonrisa. Lentamente se incorporó para montarse sobre él, se inclinó ligeramente de modo que ahora veía a Kayl a los ojos.
—¿Qué es lo que haces?
—Ayer cuando aquel hombre me tenía en esta misma posición tenía tanto miedo, creí que el... que el... —Reous se detuvo, imaginarlo hacia que el miedo volviera a ella—Pero llegaste a salvarme Kayl —Apoyo su frente contra el pecho de Kayl—gracias, eres mi héroe.
Kayl la envolvió en un abrazo, lo que hizo que Reous se sorprendiera.
—Eres tu quien me salvo a mí.
Tras eso, Reous se impulsó un poco más hacia adelante para besar los labios de Kayl. Fue un beso largo pero suave, sus labios eran fríos y los de ella calientes; se fundieron para crear algo mágico.
Kayl sujetó a Reous por la cintura y luego giro sobre ella para profundizar más su beso. Poco a poco introdujo su lengua dentro de la boca del hada y ella le correspondió. Podía sentir su calidez, algo que no había sentido desde hace muchos años. Escuchaba la respiración jadeante de Reous, que mantenía sus manos enterradas entre sus cabellos. El mundo parecía haberse detenido para los dos.
Reous miraba con atención su reflejo en el pequeño espejo que sostenía. Deseaba tener algo más grande donde mirarse, pero era el único en casa de Kayl. Todo parecía un sueño; se había vuelto humana. Algo que consideraba imposible. Y sin embargo ahí estaba.
—¿Cómo volveré a la normalidad ahora? —Dijo para sí misma, pero Kayl la escucho.
—¿Qué hiciste para volverte así?
— Recite un conjuro que me dio Ellie.
— Debí haberlo sabido.
Consideró las opciones; por un lado, podía quedarse como humana y vivir su propia vida, y no la que se le había impuesto. Incluso quizá podría quedarse con Kayl si él se lo permitía, un sueño hecho realidad y muy tentador. Pero, por otra parte, estaría abandonando a su reino, a los suyos, a Anelia que había sido como una madre y su mejor amiga a la vez. De algo estaba segura, la decisión que tomará sería definitiva. Si elegía volver al reino; jamás volvería a ver a Kayl, y si lo elegía a él y a su mundo... toda su antigua vida desaparecería para siempre.
—Nadie te culpara si eliges quedarte, al menos yo no lo haré.
—A veces olvido que puedes hacer eso. —Rio —Te lo agradezco.
Pasó todo el día junto a Kayl, contándole sus historias y escuchado las de él. Tenía hambre y se sentía débil por la sangre que había perdido, pero Kayl no tenía ningún alimento en su casa y no podía salir al exterior por causa del sol así que permanecieron acostados hasta la puesta del sol. En un día ambos se habían contado casi todo.

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El hada y el vampiro
VampirosErase una vez; la historia de un cazador que se enamoró de su presa. (Su error) La presa no sentía miedo del cazador, y así mismo se enamoró de el. (El error de ella) Todo parecía ser perfecto, ya que mientras se tuvieran el uno al otro todo estaría...