Capitulo 13

20 3 1
                                    

Los años pasaron, y su deseo de venganza no hizo más que crecer.

~Día 6~

—5:42 p.m.—
Reous se encontraba en esa habitación café que tantas veces la había echo sentir como una prisionera. Estaba en su cama, mirando por la pequeña ventanita de su cuarto. Todo el reino se había preparado para la tan esperada coronación, decorando los exteriores de las casas con colores dorados y montones de adornos variados. Las calles se encontraban atestadas de gente que aun seguían arreglando los preparativos para el gran evento. Múltiples mesas habían sido colocadas alrededor del jardín, destinadas al festín que darían. Todo era hermoso, y aun cuando lo habían echo en su honor; lo único que podía sentir era una constante melancolía.
Anelia entro por la puerta que se encontraba abierta y se colocó frente a Reous, tenía una expresión de angustia en el rostro.
—¿Que sucede Anelia?
—Me gustaría preguntarle lo mismo señorita. No ha comido nada en todo el día, y lleva horas mirando por la ventana. Entendería que este nerviosa por el día de mañana, pero esta no es usted.
Sin darse cuenta, su rostro se llenó de lágrimas.
—Entonces dime que debo hacer —Dijo secándose las mejillas —. ¿Que harías tú? Si supieras que el día de mañana tu vida va a terminar.
Anelia la miro desconcertada.
—¿Terminar? ¿Cómo puede decir eso? Usted llevara la vida de una reina.
—¡Esta no es la vida que yo pedí llevar! sino la que ellos me impusieron —Señalo la ventanilla —. No estaré viviendo mi propia vida.
Reous miro por la ventana, y se dio cuenta que el marco estaba en llamas.
—Usted aún no puede verlo, pero hay una razón por la cual es la única que es digna al trono. No es solo por sus marcas, no es solo por qué puede hacer esto —dijo señalando las llamas — Es por qué usted es mucho más especial que cualquiera que haya puesto un pie antes en este reinó. Hay bondad en su corazón, algo que la gran mayoría de esa gente ni siquiera conocé. Yo lo supe desde la primera vez que vi su mirada, tan llena de inocencia y alegría. En ese momento me di cuenta de que quería servir a su lado por el resto de mis dias, vi en usted, a la mejor reina que pudiera poseer ese trono.
Acaricio la mejilla de Reous, luego aparto un mechón de cabello de sus ojos llorosos.
—Perseguiría mis sueños.
Reous la miro confusa.
—Me preguntó qué es lo que yo haría, y esa es mi respuesta.
Anelia levantó su mano hacía el marco en llamas, y estás se extinguieron rápidamente. Ella procedió a salir de la habitación y dejarla sola.
<< ¿Perseguir mis sueños?>>

—8:14 p.m.—
—¿Cómo te encuentras? —Preguntó Lucia a María.
—Estoy bien, los efectos del veneno ya han pasado.
Lucia se acercó a ella y tomo su rostro entre sus manos, como si la examinara para estar segura de que se encontraba bien.
—Mira que traicionarnos. Ni siquiera Kayl podría haberlo previsto.
—Sí, eso creo—. Dijo con desanimo. Se sentía muy culpable por haber permitido que eso pasará. Casi habían asesinado a su maestro por su debilidad, o al menos era como ella se sentía.
—Pero... la hermandad por fin ha hecho su movimiento.
María se estremeció ante el comentario de Lucia.
—Pronto todo acabara —. Continuó —Respóndeme algo, ¿De verdad podemos lograrlo? Me refiero a si no será solo una estúpida misión suicida. ¿Podemos vencer a Constantine?
—Yo... —En ese momento ella también tenía, quizá incluso más que Lucía. No sé sentía segura para responder a eso
—Ya he muerto una vez, la hermandad se encargó de destruir todo lo que me importaba en vida. Y aun así no puedo evitar sentir miedo.
María sujetó sus manos.
—Creo que lo lograremos, debemos lograrlo.

—En ese momento—
Kayl caminaba, mientras unas ráfagas de pensamientos inundaban su cabeza, cada vez mas y mas sus recuerdos lo atormentaban. No había día en que no pensara en el pasado, ni en lo que podría ser el presente y futuro. A pesar de lo mucho que deseaba terminar con su tortura, no podía permitirse olvidar; esas memorias eran lo único que lo impulsaban a seguir avanzando. Perdió la cordura hace mucho tiempo, eso lo sabia muy bien, así que ahora solo le quedaba un camino de auto-sufrimiento. Y es justo por donde caminaba ahora.

—Diez años atrás—
—¡Constantine! —Gritó Kayl con desesperación, mientras forcejeaba con los hombres que tenía a cada lado. Los cuales lo mantenían sometido contra el suelo.
Constantine sujetaba con fuerza el cabello de Evangeline, quien estaba arrodillada frente a él, mirándolo con unos ojos cargados de miedo y dolor.
—Sabías que esto pasaría. No puedes culpar a nadie más que a ti mismo.  —Tiro más del cabello de Evangeline, y ella hizo una exclamación de dolor.— Tú le hiciste esto. Y por eso serás testigo del final.
—¡Sucio hijo de puta! ¡Te mataré! ¡Juro que te mataré! — Permanecía aún en el suelo, sin poder escapar. Ya no le quedaba ninguna salida. Todo cuanto le importaba en este mundo, se encontraba justo frente a él, llorando de impotencia. Y él se sentía igual. Intento entrar en su mente, y hablar con ella, el miedo que sentía lo hacía difícil, su mente estaba muy agitada y turbia; pero era la única esperanza. Solo ella podía hacer algo ahora.
—<<Escúchame, Evangeline. ¡Tienes que escucharme! ¡Necesito que utilices tu voz! No te preocupes por lo que me suceda a mi, es la única salida. ¡Tu puedes hacerlo! ¡Grita!
Constantine sujeto con su otra mano el mentón de Evangeline, y lo supo nada más ver su rostro. Era el final.
Bajo su mirada, y se encontró con una plácida sonrisa en el rostro de la persona que amaba. Esa sonrisa solo significaba algo: ''resignación".
Kayl desató toda la fuerza que le quedaba, forcejeó aún más hasta que logro liberar su brazo derecho y aparto de un revés al hombre que lo sujetaba. Logró levantarse un poco y estiró su brazo hacia ella, intentando alcanzarla en vano.
—¡Nooo!
En ese momento, una voz llegó hasta su cabeza. Gentil, cálida y llena de sentimientos: ''Te amo, Lad"
Lo siguiente que vió fue a Constantine arrancar de un solo tirón la cabeza de Evangeline, describiendo un amplio látigo de sangre que llegó hasta su mano y rostro. Constantine soltó con desprecio su cabeza, la cual rodó por los escalones hasta quedar a solo unos centímetros de Kayl. Él se mantuvo en silencio, ya ni siquiera luchaba por escapar; solo podía ver con impotencia la cabeza cercenada de Evangeline. Estaba muerta, y con ella la voluntad de seguir de Kayl.
Cuándo Constantine advirtió que Kayl había dejado de luchar, ordenó a sus lacayos que lo soltarán. Verlo en ese estado tan ''roto", le causaba un gran placer. Kayl se arrastró poco a poco hasta que alcanzó la cabeza de Evangeline, y la sujeto con ambos brazos, acunandola entre su pecho. Estaba completamente destrozado, en el ya no había voluntad alguna.
—Dime, ¿Que se siente ver morir a todos los que amas?

El hada y el vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora