Matryoshka

5 0 0
                                    

Min Yoongi le gusta las muñecas.

Tenía una impresionante colección de 564 modelos. Las guardaba todas con esmero y las miraba con extrema dedicación. Amaba y se arriesgaba a fabricar las suyas. Con dedos delicados y horas de cuidadoso trabajo, el de cabellos platinados confeccionaba sus ejemplares, enmarcándolos en redes de elogios y protecciones devidrio.

Al final de un día de trabajo, o cuando llegaba el crepúsculo de un día cualquiera, se percibía rodeado de caras inmóvil, poses delicadas y tan hirtas como, ropas bufantes, extravagantes de hecho, e indumentarias casuales. Su compañía era silenciosa y parada, y así lo era. Inerte al contemplar el satélite natural que brillaba en el cielo nocturno, Min Yoongi se preguntaba si estaba solo o solitario, una vez que su corazón apretaba, inquieto, y un vacío le tomaba el pecho. Él amaba, sin duda, los muñecos, sin embargo, sentía falta del calor humano, de las expresiones mutables, del pulsar de la vida que emanaba de las aglomeracioneshumanas.

Con dedos nerviosos y un sudor frío corriendo por el rostro amedrentado, el único ser vivo a habitar aquella residencia caminó con pasos frágiles dentro de la casa. Los pies descalzos apenas tomando noción de la aspereza de la alfombra o del calor que escapaba por la puerta abierta.

Llegó al baño con el rostro mojado, ni siquiera percibiendo cuando las lágrimas iniciaron su descenso por la cara pálida demasiado. Enfrente al espejo de marco cara, él tajó la cara, la piel suave, sin fallas y con poca expresividad. No siendo la primera vez que ese ritual se repetía, el Min se rehusó en dejar los pensamientos oscuros que le recorrían la mente dominar su cuerpo. Él no era una muñeca. Todavía estaba vivo. Como si paraatestar

que aún vivía, apretó con fuerza los dedos en el borde de la cuba, un enrojecimiento se esparcíaporlasfalangesdadoelesfuerzo.Eldolordelosdientescerradosenlacarnede laspropiasmejillasenviandoestímulosparatodoelcuerpo.

Una trepidante incesante y la visión ofuscada en lágrimas fue lo que llevó al hombre  al suelo, los dedos sosteniendo fuerte las piernas junto al cuerpo. Él abría y cerraba la boca en la búsqueda de aire, en un vano intento de calmar su respiración. A lo que Yoongi abría la boca, era posible notar los dientes rojizos por la sangre que escurría de las heridas abiertas en lasmejillas.

Con los nudos de los dedos marcando en la piel por la fuerza del apretón, un llanto incesante y la respiración descompasada en la boca rubia, Min Yoongi se durmió en el  suelo delbaño.

[...]

El sol emergía en el cielo del mediodía. Unos pocos rayos de luz adentraban el baño con solemnidad, incidiendo suavemente sobre el cuerpo chico del muchacho dormido. Cuando la luminosidad alcanzó los ojos del hombre, su despertar se dio de manera ánima e inestable. Tan rápido como había venido, el temblor que se apoderó de Yoongi cesó, dando lugar a una calma resignada y temerosa.

Deseando "buen día" para las muñecas que encontraba en su camino, el Min llegó ala cocina, después de lavar la cara y la boca, anhelando más que todo borrar los restos de la noche pasada. Preparando el desayuno con calma y cuidado, el hombre aprovechó el silencio, tanto lo que reverberaba por el ambiente como lo que exclamaba en su mente. Un silencio blanco y engañoso que servía de envoltura para anhelos tenebrosos y que no deberían ser dichos en vozalta.

Yoongi tomó su desayuno despacio, ignorando el horario inapropiado para tal comida, y sacó la mesa tan moramente como. Dejó que agua y detergente salpase en sus  vestidurasallavarlasvajillasysedirigióasucuarto.

La cama de sábanas de color vino vino en medio de una claridad en tonos pastel que eran las muñecas que adornaban aquella habitación. Calurosamente, él saludó a todos los presentes, disiriendo bromas y galantes oxidados para los modelos que allí estaban.

Bangtan One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora