1. Prólogo

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Lionel Luthor dio un último toque con su pluma y observó orgulloso el dibujo que acababa de terminar. Una chica, de larga melena oscura, alzaba sus ojos al cielo en forma de súplica ante la orgullosa luna. Vestía una larga túnica blanca que cubría casi completamente al muchacho que tenía tendido a su lado, muerto.

-Es muy triste- le dijo su hermano Lex-.

Lex era un niño de trece años, de cabello y ojos castaños. El pelo, largo y sedoso, le llegaba a los hombros, finos y delicados, igual que su apariencia general. Su flequillo descendía hasta las cejas, estrechas y curvas, que procuraban ternura a cualquiera que le conocía. Sin embargo, su hermano sabía que era uno de los niños más pícaros e inteligentes de la aldea.

-¿No deberías estar practicando tu magia?- le preguntó el chico-.

Lionel, a diferencia de su hermano pequeño, tenía una espalda ancha y fuerte, cosa que caracterizaba a los hombres adultos de su especie, los whittming. Compartían el color de pelo y ojos, aunque el cabello del mayor estaba recortado, como el de su padre. Lionel tenía ya diecisiete años, edad suficiente para un whittming de considerarse adulto. Por lo tanto, debía vestir y actuar como tal. Para su pesar, pertenecía a una raza atada a las tradiciones de cientos de años. Todo se regía por normas que no tenían ningún sentido y no comprendía.

-Ya hemos acabado y tú no has aparecido. Papá está muy enfadado.

-Padre y yo ya hemos hablado de esto- le contestó-.

-Creí que nuestra conversación había dejado clara mi opinión- dijo su padre detrás de ellos- Llegamos a la conclusión de que renegar de tu futuro era una tontería.

El hombre vestía un pantalón de piel de cabra y un jersey de lana. Su expresión era seria y dura, como de un hombre que había vivido muchos años, aunque no aparentaba más de treinta.

-No, padre, usted llegó a esa conclusión.

Su padre, mucho más alto que él, le miraba con superioridad. Existían muchas similitudes entre ellos, pero los ojos del joven whittming desbordaban inocencia y ganas de vivir a su manera.

-Levántate de esa mesa y acompáñame para recibir tus clases.

-Ahora estoy ocupado.

-¿No comprendes- preguntó el hombre- lo que significáis tu hermano y tú para nuestra raza, nuestra familia?

-Sí- dijo secamente- Me lo ha contado un millar de veces. Somos la séptima generación.

-Eso significa que los poderes de seis generaciones recaen sobre vosotros dos. Hemos estado esperando casi seiscientos años a que nacierais.

-Usted sólo ciento dos- corrigió-.

Su padre levantó el brazo y lo abofeteó. Lionel se llevó la mano a la mejilla pero no pestañeó.

-Hay cinco generaciones encima de mí observando mis movimientos y esperando ver cómo os educo. El tatarabuelo de mi padre me ha rogado que os enseñe algo antes de que le llegue la muerte.

-¿Cuántos años tiene?- preguntó el chico- ¿Seiscientos cincuenta y ocho? ¿Seiscientos sesenta? A ese viejo loco aún le queda medio siglo para ver a mi hermano conseguir algún milagro.

-¿Cómo te atreves a insultar así al más noble de nuestra familia?

-Noble, no. Anciano- volvió a corregir-.

El hombre enfureció. ¿Cómo iba a consentir tal impertinencia? Lo único que hacía ese chico era dibujar y dibujar, cuando debería estar entrenando su magia. Eso le llenaba de rabia. Le arrebató a su hijo la pluma de la mano y se la clavó con fuerza en la palma. Lionel se limitó a mirar a su padre sin gesticular.

Katie (Supercorp + Agentreign + Brainia) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora