2. No perdía de vista sus ojos

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Una tormenta de nieve azotaba con fuerza el valle. Un grupo de chicos se divertían en una batalla de bolas de nieve. Su profesor salió en su busca para meterles dentro de la gran mansión.

-Vamos, chicos- dijo Lex- ¿Pretendéis coger un resfriado?

Lex ya había crecido y madurado. Aparentaba ya unos cincuenta años, aunque sumaba ya los cuatrocientos noventa y tres. Su pelo había desaparecido con el paso del tiempo, pero poseía  una barba espesa de color gris oscuro que se recortaba cada día. Y, a pesar de las arrugas que se agrupaban alrededor de su boca al hablar, aún no había perdido el aire inocente y jovial que poseía.

-¡Oh, señor Luthor! Déjenos divertirnos- suplicó una de los alumnos- Una capa de nieve así no se ve todos los años.

Se trataba de una chica pelirroja de dieciséis años, de ojos oscuros y una sonrisa permanente en su cara.

-Aunque pretendas ponerte enferma, Alex, - bromeó- te aseguro que acudirás a mi clase de mañana de todas formas.

La chica cogió una última bola y se la estampó en la cabeza a uno de sus compañeros antes de irse corriendo hacia el edificio. Los demás la imitaron y echaron a correr tras ella.

-¿Qué tal te va?- le preguntó Lex a la única chica que no se había ido-.

Lena Cadmus era una adolescente de quince años que había comenzado ese curso en la escuela de Lex y, sin embargo, demostraba ya un inmenso poder innato en ella. Era una chica menuda de pelo azabache y unos impactantes ojos verde intenso que se escondían detrás de unas gafas de montura negra.

-Estoy bien. Ya he hecho algunos amigos.

-¿De verdad? ¿Y por qué no te has ido con ninguno?

Lena se apretó el gorro contra el pelo y se abrochó el último botón del abrigo.

-No quería dejarle solo- dijo mirando al suelo-.

Lex colocó una de sus manos en la cabeza de la chica.

-No te preocupes. Pronto verán que eres como ellos. Tienen miedo de lo que puedas hacerles.

-No pretendo hacerles nada- dijo con pesar-.

-Lo sé. No te preocupes, muchacha.

Lena vio a lo lejos el internado donde se hospedaba cubierto por la nieve blanca y espesa. Se trataba de una casa de tres pisos con cuatro torres, una en cada esquina, con dos pisos más. En cada una se encontraban las aulas de cada uno de los cursos, excepto la última torre, en la que se hospedaban la sirvienta, los dos profesores y Lex. En la casa principal se hospedaban los alumnos y la planta baja estaba reservada para el salón, el comedor y la biblioteca.

-Corramos antes de que cojamos una pulmonía.

.

Eran ya las nueve de la mañana y, como todos los días, los alumnos de primero tenían clase de defensa con armas.

El mundo había cambiado en los últimos años. Muchas de las personas que habían nacido con algún tipo de poder decidían que debían gobernar sobre las demás. Por ello, el resto repudiaba a los que nacían con el don, fuera cual fuera su bando. Las clases las impartían hechiceros que tan solo tenían a su favor la magia que cualquier persona podía aprender. Los adolescentes eran ingresados en centros en los que, antes de comenzar a estudiar un oficio, eran iniciados en el arte de la magia como autodefensa.

-¡Kara!- llamó Alex a su amiga- Vamos a darle una lección a esa... gekko.

Gekko era el término utilizado por los que no poseían ningún don para designar despectivamente a los que sí lo tenían, a los poseedores. Era una metáfora en la que los comparaban con el reptil que llevaba el mismo nombre. Con las dos cabezas querían representar la doble naturaleza de los poseedores: una parte, la física, humana, y la otra, el espíritu, de criatura maligna.

Katie (Supercorp + Agentreign + Brainia) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora