7. La profecía

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Una capa oscura se deslizó durante la noche hasta el lugar donde se encontraba la escuela. Tan sólo tuvo que cruzar una mano a través de la puerta para que la alarma, conectada directamente a la mente de Lex, se activara.

Sin embargo, esta vez no dio la voz de alerta. Tal vez fue porque la alarma duró apenas unos segundos, lo que significaba que el visitante se había retirado, o tal vez porque hacía rato que notaba que una presencia amiga se dirigía hacia él.

Lex bajó desde el quinto piso de la torre lo más rápido que pudo, que no era mucho. Ya sobrepasaba los quinientos años, y eso le restaba vitalidad a su enérgico cuerpo. Corrió hasta la verja que separaba la escuela del bosque y reconoció sin ninguna duda la figura que se alzaba detrás.

-¡Alex!-dijo- ¡Has vuelto!

-Siento haber llegado a estas horas, director Luthor- contestó la chica, que ya contaba los 26 años- Pero no calculé que tardaríamos todo el día desde el último pueblo hasta aquí.

-No te preocupes- contestó el director, que entonces percibió una presencia junto a los matorrales- No puedes esconderte de mí, Olsen. Yo te enseñe a pasar desapercibido, ¿recuerdas?

-¿Cómo está, señor?-pregunto el phromys-.

A pesar de haber transcurrido diez años, su aspecto no había cambiado nada. Lex abrió la verja y dejo pasar a sus dos alumnos y sus monturas. Por último, una enorme figura a cuatro patas les siguió hasta dentro.

Cuando el director estaba a punto de pronunciar un conjuro de protección, Alex se puso ante él.

-No, señor, es Argo - dijo- Mi perro.

El cánido se adelantó hasta que la luz del candil le alumbró. Era un animal inmenso, algún cruce de dogo, de color arlequinado.

-¿Qué te propones al entrar con él sin avisarme?- preguntó exclamado el director-.

-Lo siento-rio Alex- A veces ni noto su presencia.

El dogo lo miró, altivo, y se sentó sobre sus cuartos traseros llenos de pequeñas manchas negras.

.

-Katie- dijo Mon-El- Te presento a Sam, nuestra nueva alumna.

Una mujer de 25 años de largo cabello negro y ojos verdes como esmeraldas alzó la cabeza.

-¿Cómo estás?- preguntó la nueva chica mientras le tendía su mano-.

Sam Arias era una chica de 21 años con el poder de los geos. Su melena y sus ojos eran de color castaño, que aparte del verde, era común en este tipo de poseedores. Estaba más pendiente de impresionar a Mon-El que de hacerle caso a Katie.

Mon-El no había envejecido, ventaja de pertenecer a la especie maeko, como solía decir él.

-Vaya...- dijo Sam tras esperar unos segundos a que Katie le diera la mano sin resultado- Encantada.

Katie la miró sin prestarle demasiada atención.

-Ya... Igual.

.

Argo paseaba por los pasillos de la tercera planta cuando oyó unos pasos. Siguió el sonido hasta dar con una somnolienta chica que caminaba en su misma dirección, delante de él.

El perro la vigiló unos segundos hasta que, enfrente de la cara de aquella huésped, una ráfaga de aire y agua comenzó a mojarla para despejarla. El dogo empezó a gruñir, provocándola.

-Tranquilo, chico- dijo alertada al girarse y verle allí amenazante-.

Kara conservaba el color de pelo blanco de diez años atrás, aunque su melena había sido suprimida. Llevaba el pelo casi rapado por los laterales, y sólo la parte superior lo tenía más largo. A veces la confundían con un chico si la veían de espaldas por esto mismo. Sus ojos, normalmente inexpresivos, mostraban pánico, ya que podía entender que el perro estaba dispuesto a matarla si hacía el más mínimo movimiento.

Katie (Supercorp + Agentreign + Brainia) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora