Capítulo 7

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~Narra omar~

Entré al instituto mirando a todos lados apostando suerte a ver si veía a la chica. No la encontraba así que me dediqué ha ir hacía el aula que me correspondía.

A lo largo del día, los profesores se dedicaban a intentar enseñar e irse al acabar su hora, los alumno prestaron atención cuando algún superior estaba presente y nada más se ausentaba todos se levantaban y hablaban entre ellos. Y bueno, ¿yo? Yo estaba absorto en mis pensamientos, eso no quiere decir que no prestara atención al profesor o profesora, pero llegaba un punto que solo les escuchaba de fondo, e imágenes e imágenes rondaban por mi cabeza. Imágenes de esa chica; su pelo ondeado, sus blusas holgadas, sus pantalones pitillo; y luego estaba mi hermana, ella es la que me deja ver el mundo de una manera menos negativa, a parte de que ella es la única que me puede hacer sonreír; y por otro lado el problema con la policía, me pregunto si Kevin habrá hecho algo al respecto.

Acabo mi día e iba derecho a casa para hacer la tarea, comer, cambiarme, e ir al local.

De camino al local me encontré con una banda enemiga (solo dos miembros de ellos) se bajaron del coche y me pararon con una no muy buena intención. Bajé del coche con mi arma en mano y con cuidado.

— ¡Eh! Apartaros.

— ¿Quién nos obliga, tu?—ríen.

— No lo voy a volver a repetir— y antes de poder acabar mi frase, ya me estaban disparando. Me agaché cubriéndome tras la puerta del coche. Los disparos cesaron, se quedaron sin balas. Me levante apuntándoles y de nuevo repetí—quitaros de mi camino o disparo, y mi puntería no es mala y mis disparos demasiado ágiles, así que a menos que queráis acabar los dos muertos, quitaros del medio—subieron a los coches y se fueron como alma lleva el diablo. Seguí mi camino. No les mate porque tengo cosas que lidiar con su superior y como mate a algún integrante de su banda, habré desenterrado el hacha de guerra que hay entre nuestros dos bandos.

Llegué al local entré y escuché unos ruidos, imaginé que eran de algunas putilla que se trajo Kevin. Entré a la sala de donde provenían los gritos y sin levantar la mirada, dejé la pistola encima de la mesa y colgué mi gabardina. Iba a salir de ahí cuando escuché como una voz femenina que me resultaba familiar soltaba un chillido de dolor, que salía de sus fauces habiendo pasado antes por su laringe y posteriormente por los cartílagos aritenoides para acabar en el exterior transportada por el aire hasta mis oídos. Estaba desmayada... o muerta, quien sabe.

— ¡Qué has hecho!

— Esto señor, yo... yo

— ¡Silencio! ¿Te he dicho yo que torturaras a nadie?

— No señor, pero...

— Fuera de mi vista, ¡fuera!

— Si señor—se fue con la cabeza gacha.

La quité las cadenas y la bajé de ahí con mucho cuidado, y la llevé a nuestra enfermera personal.

— Fátima cúrala rápido dale.

— ¿Qué le paso señor?

— ¡Sin preguntas!

— Si señor.

La dejé en manos de Fátima, especializada en enfermería y fisioterapia. Fátima cuando alguno de nosotros necesita un médico, es quien os atiende, la única en la que confío para ese trabajo.

Cuando acabó, la vistió. Una vez hecho todo la cogí en brazos y la llevé a mi coche para llevarla de nuevo a su casa.

Llegamos a su vecindario, la saqué del coche con delicadeza y la desaté. Intenté depertarla. Decidí que sería mejor dejarla sola que se despertara sola y salir de ahí antes de que me viera.

[...]

No he dormido en toda la noche y ya casi es la hora de ir a clase. Me levanté para ducharme y así despejarme un poco. Salí del baño y me vestí para bajar a desayunar.

— Salam yema, buenos días Wahiba

— Salam Omar— dijeron a coro.

— ¿Qué tal has dormido hoy? Se te ve cansado hermanito

— Entre mal y nada

— ¿Y eso hijo?

— Cosas en las que pensar mamá, nada de gran importancia.

— Como hoy no duermas si que va a empezar a tenerla. El sueño es el principal enemigo para la concentración hermano.

— Me lo apunto— acabo de desayunar y me levanto para ir ya a clase.

Bajo al garaje y monto en mi moto para arrancar y acelerar a toda pastilla a continuación.

Llego al instituto y como siempre las miradas están puestas en mí {no entiendo porque tanto afán por mí la verdad}. Busco con la mirada a la chica mas no la encontré. Me adentré al centro y seguido de ello entre a clase. Me senté, saqué mis cuadernos y me quedé sentado esperando al profesor. Todos mis compañeros estaban en el aula pero el profesor no aparecía. Mi paciencia se agotó y opte por ir a buscarle. De camino a secretaria me encontré con ella. Estaba cabizbaja y con el rostro apagado. Le iba a hablar hasta que...

Tras el armaWhere stories live. Discover now