capítulo 17

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— Le has metido hoy ganas eh— comenta Omar.

— Tengo que estar a la altura.

— ¿Te gusta esto?

— ¿El qué?

— Lo de estar con una mafia.

— ¿A ti sí?

— No.

— ¿Y por qué estas?

— Tengo que comer.

— Hay más maneras.

— Ya, pero con 14 no.

— ¿Tan joven empezaste?

— Es una larga historia.

— Tengo tiempo.

— Ya pero yo no—se levantó y empezó a caminar. Poco después se dio cuenta de que yo no le seguía y se dio la vuelta— ¿no quieres ir a casa o qué?

— Estoy bien aquí.

— Bien tú ganas. Mi padre era policía y yo muy de barrio. Un amigo se fue de casa por problemas familiares y se unió a una banda, en esa banda le trataban muy mal decían que no estaba a la altura que tenía que entrenar más. El un día ya harto de tantos golpes hablo con "el jefe" y le comentó que tenía un amigo que su padre era poli o sea yo, y este le pidió que se hiciera cargo de que me uniese. Mi amigo me rogó que me uniera, diciendo que ya estaba harto de tantos golpes, que a este paso le iban a matar así que cedí. Fui ante "el jefe" y me dijo que mi labor sería fácil, que iba a ir por libre que solo tenía que pasar información y si a caso droga de vez en cuando.

— ¿Qué tipo de información?

— Dónde estaba mi padre, qué movimientos tenían pensado hacer, etc...

— Madre...

— Un día mi padre no hizo caso al cuerpo y fue por libre siguiendo una pista que le había llegado, alzo el arma y cuando iba a intervenir para detener a la banda le metieron un tiro. Yo estaba muy cabreado, pero igual iba a dejar la banda y seguir con mi vida, se lo debía a mi padre, mas "el jefe" no me dejó, decía que era muy bueno en lo mío y que si me amenazaba con matar a mi madre también si dejaba la banda, así que no me quedo otra que seguir con ello. Siempre me iba con los mejores, a trapichear con armas, drogas, etc. Un día me ofrecieron empezar con cosas más grandes, deudas. Empecé practicando mi tiro con botellas y eso, según el equipo, demasiado bueno. Pocas veces he llegado a matar a alguien, suelo disparar a la pierna. Con tan solo 17 Steven ya me tenía como el mejor de sus hombres. Pero igualmente quería cumplir con mis propósitos y con todo lo que prometí a mi padre, me volví a meter a estudiar sin dejar lo malo atrás.

— Es decir, trabajas para tu peor enemigo.

— Si ese sería una buena descripción para mi historia—mi mano llego a su rostro sin darme cuenta y automáticamente lo giro y me abalancé a sus labios. El me apartó— no. No hagas esto. Porque me estás gustando y no te puedo hacer esto.

— ¿Hacerme el que? —no le dejé contestar me puse encima suya y le empecé a besar con rabia, mordiendo sus labios, fui a su cuello, quitándole la ropa y el a mí. La rabia es mutua, los besos son apasionados pero la rabia en ellos se nota. Estábamos ahí los dos, ya en ropa interior, poco a poco fui bajando hasta su miembro. Lo saqué de sus calzoncillos y empecé a mojarlo con mi saliva, chupándosela. Me bajé el tanga y le di permiso para entrarme. El dudo, pero acabo tirándome al suelo y entrando en mí. Duro dos movimientos y paro.

— ¿Estás segura de esto?

— Soy yo la que empecé— y siguió, entrando y saliendo de mí. Volvió a parar para ponerse un preservativo, se lo quite de las manos y se lo puse con mi boca, y el proceso siguió.

Estábamos tumbados. El teléfono sonó, se levantó y lo cogió, mientras yo admiraba su desnudez.

~Narra Omar~

Estábamos tumbados en el suelo, abrazados uno al otro, yo acariciando su mejilla y ella mi pelo, cuando mi estúpido móvil arruinó el momento.

— Ahora vuelvo.

— Vale—susurra, a lo que le dediqué una sonrisa.

Llamada telefónica

— ¿Sí?

— Tío ¿dónde estás?

— No me dejas en paz eh Salman. Sal con mi hermana a dar una vuelta o sal a correr con mi madre por favor, ahora estoy ocupado.

— Vale vale hermano, perdona. Llámame cuando estés ya dispuesto.

— De acuerdo, nos vemos.

Fin de la llamada telefónica

Me giré hacia Dina y observe que había sangre.

— ¿Es tu primera vez?—se puso roja y la acaricié para que se tranquilizara.

— Si, y me alegro que haya sido contigo.

— Y yo—le dediqué una sonrisa, cual ella me devolvió con timidez.

La lleve a una casa de campo, de mi padre, para ducharnos y así volver ya a nuestras casas.

— Que bonita.

— Sí, es de mi padre, o bueno era. Ahora es mía pero no vengo mucho.

— Pues deberías.

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Decir que mi ausencia se debe a responsabilidades, más que el insti, gracias a Dios estás, no me han supuesto unas malas calificaciones pero si una ausencia larga de este campo. Igualmente he vuelto y hoy os traigo este capítulo e intentaré escribiros otro más. Espero que os guste mucho, y que tengáis una felices vacaciones ❤️🃏
Ah y pasaros por mí otra obra, la cual le cambiaré el nombre a "Las reglas del juego", espero que esa también os guste. Y gracias a todas aquellas personas que están siempre conmigo apollando mis capítulos a pesar de que no son tan buenos. Un beso😍

Tras el armaWhere stories live. Discover now