Tutora

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— ¡Tutora! ¡¿Yo?! — pregunto la chica saltando de la silla.

— Señorita Jung por favor, tome asiento.

Jessica estaba en la oficina de la directora de su facultad. Era muy raro que en la universidad te llamaran a la oficina del director. Si lo hacían, solo significaba que en verdad habías hecho algo malo.

No conocía a nadie que hubiera estado en la oficina del director. Es más, cuando llego aquella chica de anteojos grandes y cabello alborotado a buscarla, diciendo que la directora necesitaba verla, había pensado que se trataba de una broma. Casi estuvo a punto de mandarla al demonio por tratar de burlarse de ella.

Se sorprendió aún más cuando se enteró cual era el motivo por el que había sido llamada. Conocía a la directora porque solo un mes atrás había tenido una entrevista en el departamento de titulación con ella. La joven quería entrar a su programa de estudios y desarrollo y allí, realizar la tesis para titularse. Era alumna de último año de diseño gráfico, la mejor alumna de su clase, la mejor alumna de la escuela, así que no habían tenido ninguna duda de aceptarla en el programa. Una vez que terminara con su último año, podría unirse al equipo de trabajo del programa.

Pero ahora, la misma mujer que había estrechado su mano con tanto gusto días atrás, le daba una nueva tarea para poder tener el lugar que ya le habían asignado.

— Directora, es que no lo entiendo — comenzó a decir Jessica con desesperación — Ya me aceptaron en el programa, ¿por qué ahora pone una nueva condición para que entre?

— Señorita Jung. En este momento estoy hablando como la directora de esta facultad, y no como la directora del programa de titulación. Usted tiene un historial académico impecable. Las notas más altas de toda su generación. SU CV es sorprendente, y el proyecto que presento para su ingreso al programa, es el mejor que he visto en años. Pero, sus actividades extracurriculares no dicen mucho de usted — la mujer hojeo unos papeles que tenía sobre el escritorio — Si, hay muchas actividades académicas, pero ninguna cultural, y mucho menos deportiva.

— Discúlpeme directora, pero ¿eso qué tiene que ver con...?

— Necesita interaccionar con las personas a su alrededor...

— Tengo amigo... — la mujer le pidió que la dejara continuar, al verse interrumpida por la rubia.

— No me refiero a sus amigos señorita Jung. Me refiero a ser un miembro productivo en la sociedad estudiantil, alguien que no solo es respetado por sus buenas calificaciones, sino que además es admirado por su interés con los demás alumnos. Quiero que sea el ejemplo a seguir para los alumnos de nuevo ingreso.

— ¿Siendo la tutora de un chico de primer año? — pregunto Jessica cruzándose de brazos sobre su asiento. Particularmente en este momento de su vida, lo que menos deseaba era ser la niñera de algún adolecente de primer año. Suficientes problemas tenía, como para ahora tener que andar correteando a algún imbécil de nuevo ingreso. Pero, parecía que la directora hablaba muy enserio, y aunque hasta ahora no lo había planteado como algo obligatorio, sabía que si se negaba podría no entrara al programa de titulación.

Así que literalmente, aquella mujer la tenía entre sus manos.

— Nuestro programa de tutoría es el mejor de toda la universidad. Y es tradición que los jóvenes de último año, tomen a su cargo a un nuevo estudiante. Así que espero que usted honre la tradición.

— Yo... — Jessica no sabía cómo zafarse. Como negarse de una manera sutil y que le trajera los menos problemas posibles.

— ¿Algún problema señorita Jung?

La mujer, coloco los papeles de su admisión en el programa de titulación sobre el escritorio intencionalmente para que Jessica los viera. Faltaba una firma, la de ella y si esa firma, prácticamente no estaba aceptada.

Eso era una amenaza.

No había de otra. Al final, Jessica se vio obligada a aceptar con gusto ser la tutora de un alumno de primer año.

— ¿Quién es el chico? — pregunto Jessica.

— Chica — corrigió la directora poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta para abrirla — Pase por favor señorita, Bae.

Una chica de piel blanca y ojos rasgados como los de Jessica, apareció por la puerta. La joven tenía le cabello recogido en una cola de caballo. Llevaba puesto un pantalón de mezclilla, zapatillas blancas y una sudadera roja que era por lo menos dos tallas más grandes que ella. La mitad de su rostro estaba cubierta por unos grandes y redondos lentes que lo único que provocaban, era que la chica se viera más linda de lo que ya era. Tenía una boca pequeña, pero unos labios naturalmente rojos y abultados que dejaron a Jessica con la boca abierta.

— Irene, le presento a su nueva tutora, la señorita Jung Jessica.

VERDAD O RETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora