La verdad sobre la llamada de Tiffany

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Lisa esperaba pacientemente a que abriera la puerta.

No había tenido que viajar mucho para verse con su hermana. La casa donde se alojaba quedaba a solo veinte minutos caminando desde la universidad. Minutos que utilizo para pensar en una buena razón para que, Momo se metiera en un lio como este. Algo tan banal como el dinero, no era justificación suficiente. Sería incluso estúpido pensar que esa era la razón.

Su familia era adinerada. Solo tenían que pedirlo, y en un abrir y cerrar de ojos, sus tarjetas estaría llenas de crédito. No había nada que les hiciera falta, así que hacer aquel trabajo por dinero era estúpido.

Pero si no era la razón, ¿qué fue lo que logró convencer a su hermana?

— ¿Lisa?

Al escuchar su nombre se giró encontrándose de frente con su hermana mayor. Momo era varios centímetros más alta que ella, su piel era morena y tenía una tes perfecta, el cabello lacio y castaño le caía sobre los hombros. Muchas veces su padre le había ordenado que lo dejara crecer más, pero Momo se reusaba a hacerlo.

— Momo... — susurro la joven poniéndose nerviosa.

— ¿Qué haces aquí? ¿Sucedió algo?

— No — se apresuró a responder. Había pensado en una buena mentira para justificar el presentarse de improvisto en casa de Momo, pero ahora su mente estaba en blanco — Eh... ¿podemos pasar?

— Ah sí. Lo siento — la joven, saco las llaves de su mochila y abrió la puerta de la casa dejando entrar a su hermana. Con ella, vivían seis personas del servicio a los que Lisa no conocía más que de vista. Por eso, siempre que visitaba a su hermana, la llevaba hasta su habitación y ahí pasaban las horas platicando y comiendo.

El cuarto de Momo, siempre estaba tan limpio y ordenado, que no podías creer que fuera el lugar donde un genio de la informática pasaba la mayoría del tiempo.

— Entonces... ¿qué quieres? — pregunto Momo tomándola por sorpresa.

Lisa no esperaba que fuera al grano tan pronto. Pensó que tendría algo de tiempo para indagar un poco. Tiempo para preparar el terreno y hacer aquel interrogatorio más fácil, pero ahora...

— ¿Pizza o hamburguesas? — volvió a preguntar con el teléfono en la mano al darse cuenta que su hermana no le había entendido.

— Ah... pizza.

Mientras Momo hablaba por teléfono ordenando la comida, Lisa recorría la habitación con la mirada buscando alguna pista. No tardaron muchos sus ojos en llegar al escritorio y lo que más llamo su atención fue le equipo de audio que había ahí.

De lo más normal, se sentó en el escritorio y abrió los archivos de la computadora.

En cuanto movió el mouse la pantalla se encendió descubriendo varios programas de edición de audio. Había una grabación con cortes y varios filtros aplicados. Un nuevo archivo compacto.

No pudo evitar la curiosidad, así que inicio la reproducción del audio y escucho la voz de Tiffany.

Momo la empujo sobre la silla, y cerró el programa.

— ¡¿Qué estás haciendo?! — pregunto exaltada la más joven.

— No metas las narices en donde no te llaman, Lisa.

— ¡¿En qué demonios te metiste?! ¡¿Por qué estas editando la voz de, Tiffany?!

Momo apretó la mandíbula. Una manía que tenía al sentirse nerviosa.

— ¡No es asunto tuyo! — la chica estaba tratando de contenerse. Pero Lisa iba a llegar hasta el final.

— ¡¿Por qué subiste ese video?! ¡¿A quién estas ayudando?!

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