Es Nicole

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— Muchísimas gracia por todo — le dijo Irene a Jackson mientras lo abrazaba fuertemente — Y perdón por las molestias.

— No fue molestia — respondió él con alegría — Las visitas siempre son recibidas con alegría en este lugar. Es bueno ver gente como ustedes de vez en cuando.

— ¿Gente como nosotros?

— Con grandes historias que contar.

Irene sonrió, y volvió a abrazarlo. La voz de las bocinas en la estación de tren, les indico que era hora de abordar.

— Gracias, Jackson — Jessica se despidió de él con un abrazo, y subió al vagón quedándose en la puerta para esperar a Irene.

— Parece que su humor mejoro bastante — comento Jackson mirándola con complicidad.

— Solo espero que continúe así cuando lleguemos a la ciudad.

— Bueno, si necesitan más días para... — dejo la frase inconclusa — Saben que las puertas de la mansión estarán abiertas para ustedes siempre.

— Muchas gracias — respondió Irene con extrañeza.

— ¡Irene, si no subes ahora mismo nos iremos sin ti! — grito Jessica entrando al vagón.

Irene se despidió una última vez y corrió detrás de ella.

Entraron al camarote y Jessica dejo caer la mochila en el suelo sentandose en la pequeña cama. Irene fue a la ventana, saco la mano por la ventanilla y siguió despidiéndose de Jackson hasta que lo perdieron de vista.

Luego, se sentó junto a Jessica.

— ¿Lista para regresar? — pregunto la joven.

— No — respondió ella con los ojos cerrados — Pero no tengo otra opción, ¿cierto?

La más joven, la tomo de la mano, entrelazando sus dedos, y sonrió tratando de tranquilizarla.

— Estoy contigo.

Se miraron con intensidad, hasta que las dos se soltaron a reír al mismo tiempo.

— Eso se escuchó muy serio — dijo Irene.

— Sí. No lo volvamos a hacer — la rubia empuño la mano y dejo estirado solo el meñique frente a Irene esperando que ella hiciera lo mismo.

A la más joven, le extraño aquel gesto tan simple. Jessica quería que hicieran un pacto con los meñiques, como lo hacen los niños. Cada vez la sorprendía más y más, la inocencia que albergaba en su corazón.

— Tonta — sonrió, y sello el pacto.

°°°

Nada había sido como en su sueño.

Aquella mañana, Tiffany tuvo que ir sola hasta la estación del tren. Yuri y Sunny ya estaban ahí cuando llego, pero no eran las únicas. Había un chico al que jamás había visto, con ellas.

La estación tampoco se parecía en lo absoluto a la que había soñado. Esta era mucho más... blanca y limpia, y menos humeante y ruidosa. Los trenes eran eléctricos, y no las cafeteras negras que se movían con vapor y hacían ruido al salir y llegar a los andenes que había visto en su pesadilla.

— Hola — saludo al llegar junto a ellos.

— Hola — Yuri fue la primera en responder.

— Creí que ya no vendrías — le dijo Sunny sonriendo amablemente.

Tiffany se encogió de hombros.

— ¿Quién es él? — pregunto a Yuri en un susurro después de un rato, señalando al joven que hablaba animadamente con Sunny.

VERDAD O RETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora