Capítulo 14: Amistad, sentimientos y más

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Gerónimo

Cuando dejo de besarla ella sólo se me queda mirando y lleva sus dedos a su boca, preguntando con la mirada. Debería decir algo, el silencio se está empezando a poner incómodo. Bueno, muy incómodo. Pero, ¿qué le digo? "Te besé porque tenía ganas. Sí, no sé, más o menos desde que dijiste haber tenido un enamoramiento por mi, algún tiempo atrás, me dieron ganas de besarte". Sí, claro, gran discurso.
Le sostengo la mirada un segundo: -Yo... eh...
Y me voy, porque soy así de estúpido, o más.
La escucho llamarme, pero simplemente sigo mi camino hacia las escaleras y las empiezo a bajar de dos en dos. Mi celular comienza a llamar, sólo lo ignoro. ¿Por qué vive en el último piso? Voy a duras penas bajando dos pisos y ya estoy agitado. Creo que no estoy tan en forma como creí, o toda la situación me tiene acelerado. No. Hay que ver la realidad, son ambas cosas.

Para cuando llego al último tramo de escaleras veo a Amelia esperándome, de brazos cruzados, ceño fruncido y una gran mirada inquisidora. No la culpo si quiere patear mis bolas.
-Yo...
-¡No, basta de monosílabos! Quiero saber, exactamente, qué fue... todo eso y esto.
Me señala, refiriéndose a mi escape por las escaleras. Me digo a mi mismo que le dé alguna respuesta, pero no creo tenerla.
-No... sé.
-Siguen siendo monosílabos, Gerónimo.
-Ya lo sé.
-Esos también lo son.
-Sos imposible.
-Vamos progresando, y muchas gracias. Ahora, deja salir las respuestas que estoy buscando.
-Es que solamente fue un impulso. No sé de dónde salió...
-¿Serán las semanas que llevas sin, es decir, ya sabes,... - levanta sus cejas - salir con alguien?
Grandioso, ella cree que necesito tener sexo para poder controlarme cuando estoy cerca de otras mujeres. Bueno, soy culpable de la fama que coseché, pero esto no tiene nada en común con todo eso.
-No, no... Creo que no. Está siendo difícil, ¿si? Me voy a ir.
-De ninguna manera. Vas a decirme todo. Acá o en mi departamento, ahora o en cinco minutos más, pero vas a soltar todo.
No hay manera de discutir con ella. No quiero decirlo en voz alta, no quiero decírselo a otra persona, no quiero decírselo a ella, justamente.
Tardo un momento o dos frotándome, con frustración, la nuca.
-¿Y bien?
-¡No me presiones!
Levanta las dos manos en el aire: -Okey, okey...
Me siento en un escalón, y ella me sigue, sentándose uno más arriba, quedando nuestras caras a la misma altura. En este instante quisiera ser más alto, así tiene que sentarse unos seis escalones más allá y no tenerla tan cerca cuando lo suelte todo. La miro a los ojos, tratando de no ser un cobarde, y me devuelve una mirada que me dice que ya se está alarmando.
-No es gran cosa, salvo que yo... estuve pensando. Y pensando, mucho, ¿sabes? Sobre todo, y pensando en todo lo que pasa y-
-Disculpame, ¿me dejas pasar? - Los dos levantamos la vista para ver a una vecina de Amelia, queriendo bajar las escaleras, obviamente.
-Ah, sí. Disculpa. - me levanto y espero a que se vaya. Me siento otra vez, aunque más cerca de Amelia.
-¿Decías?
-Umm... Ah, en que estaba pensan-
-No te ofendas, pero ¿podrías ir directo al punto? Estás empezando a ponerme nerviosa. Mucho.
-Claro. La cosa es: pensé, en muchas cosas, y está esto que no deja de darme vueltas por la cabeza - ella asiente mientras voy hablando - y me está poniendo nervioso.- Me mira, impacientemente -Es que no paro de pensar en ese enamoramiento que tuyo, por mi.
-¿Y me besaste para ver si lograbas "reconquistar" a una "ex enamorada"?
Sonrío a su loca ocurrencia.
-No, Ame. Te... besé porque tenía... tengo ganas.
Con cara de sorpresa dice: -¿Tenes?
Y vuelvo a besarla. Puedo asegurar que es diferente esta vez, ya que ella me devuelve el beso provocando que un calor me recorra y se instale en mi estómago. 
-Ger...
-¿Hmm?
-No lo comprendo.
Le pellizco una mejilla como sé que odia. -Yo tampoco. Debería irme.
Levanta sus cejas a modo de respuesta. Le doy un beso en la nariz y cuando me estoy separando de ella le doy otro en los labios.
-Te prometo que en cuanto sepa qué es, voy a decírtelo.
Sólo asiente y me da una pequeña sonrisa.

Amelia

Bien, no estoy segura de que todo esto acaba de pasar o si estoy alucinando. Todavía estoy negando levemente con la cabeza cuando cierro la puerta detrás mío. Este año está siendo loco, y recién va por el segundo mes.

Decido darle espacio a Gerónimo para que pueda estar tranquilo y pensar, que no se sienta acorralado ni nada por el estilo. Es así como pasan unos cuantos días, cinco exactamente, y todavía no volvimos a hablar. Esto empieza a ponerme un poco loca. Más vale que me ponga a hacer algo más que estar en mi casa y trabajar.
Llamo a Nicole, pero no puede salir, está estudiando para rendir unas materias que no aprobó y sólo le quedan un par de semanas. Voy por Ana.
-Hola, Amelia-roba corazones. 
-No empieces. ¿Queres hacer algo? Es muy posible que muera de aburrimiento hoy.
-A decir verdad, estoy con un chico ahora mismo. Espera.
Se escucha movimientos y una puerta cerrarse al otro lado del teléfono.
-Listo. ¿Cuál es el plan? 
-No sé, hacer cualquier cosa menos estar en mi casa. Los perros ya se hartaron de mi. Al parecer les agrado cuando no paso tanto tiempo en casa.
-¿No estuviste saliendo con Gero estos días?
-No.
-Le estuvo diciendo a los chicos que estaba ocupado... 
-Sí, me dijeron, pero conmigo no estuvo porque pasaron algunas cosas y, bueno, eso.
-Ya veo... Anda pensando qué podemos hacer un domingo lluvioso por la tarde que no sea comer kilos de helado frente al televisor. En unos 25 minutos estoy por allá.
Niego con la cabeza: -¿Vas a abandonar a ese chico?
-Más o menos, ya estaba dicho: nos aburrimos el uno al otro. 
-¿Queres que pase a buscarte?
-No, Sr. Aburrido va a llevarme. Hasta luego, chica.
-Te veo en un rato.

Voy a mi cuarto para comenzar a cambiarme. Considerando el clima afuera lluvioso, pero con humedad, un poco caluroso, pero con agua helada y algo de viento. ¿Qué se puede esperar? Estamos hablando de Buenos Aires en verano. Como no estoy tan segura de lo que vayamos a hacer, opto por algo simple: jeans, remera de Mickey Mouse, chaqueta, unas Converse y mi mochila. Recojo mi pelo en un moño, arqueo mis pestañas, aplico delineador y rimmel en mis ojos, elijo un perfume (soy fanática de los perfumes) y ya estoy lista.

Unos minutos más tarde Samuel (quien avisa las visitas, recibe el correo, entre otras cosas del edificio), al cual apodé Sam porque odia su nombre, más odiaba que le dijeran "Samu", llama para dar aviso de que Ana ya está acá.
Sam tuvo un fuerte crush por Ana hace no mucho, pero Ana es... diferente a Sam, a él le gustaría una relación seria, mientras ella está con quien quiere, cuando quiere. Por lo tanto, no funcionó mi rol de cupido.
Cuando llego a la planta baja, saludo a Sam:
-Hey, ¿cómo estás? No te veía hace un tiempo.
-¡Hola! Bien. Si, me dieron vacaciones, y fui a Córdoba. Tenía que volver para rendir un examen, así que, acá estoy.
-Me alegra que estés de vuelta. ¿Ana?
-Quiso esperar en el estacionamiento. Supongo que la incomode.
-Ah, no le hagas caso. Deberíamos salir en cuanto termines de rendir.
-Claro que si.
-Nos vemos.
-Nos vemos.
Es una gran persona, empezó a trabajar acá, con su tía, hace un año y poco más para poder terminar su carrera universitaria. Está casi en el último año si pasa los exámenes.

Ana está apoyada en una columna, cerca de mi precioso auto, bah, en realidad es una camioneta Toyota SW4 blanca, del 2015. Mi padre me había comprado un deportivo rosa Barbie. No tengo problemas del corazón, pero casi me da un infarto cuando lo vi. ¿Con 16 años conduciendo un deportivo de ése color? No, paso. Así que lo vendieron y les dije que no quería un auto hasta los 18, cuando me sintiera segura conduciendo con tantos locos manejando como si las calles fueran de su propiedad. Y cuando les dije que no quería un "auto", entendieron que quería otra cosa. De todas maneras, la amo, es preciosa.

-¿Y qué vamos a hacer?
-No lo pensé tanto. No sé, ¿café? ¿Cine? Pero después, ¿me acompañas a hacer la compra semanal? - pongo cara de angelito. Ella lo odia, pero es necesario. Ella sabe aprovecharse, además, y algo le termino regalando.
-Sí, está bien... peeero...
-Soy todo oídos.
-Me quedo con vos a dormir y me haces de comer pechugas de pollo rellenas con ésa salsa que haces con mostaza, y no sé qué más.
Me río. -Por supuesto que si.

Al final hicimos de todo: merienda, compramos tonterías cosas como maquillaje en forma de corazón, tazas de Kitty, un espejo con luces, y no sé, mil boludeces más. Vimos Ocean's 8, y fuimos al supermercado que está en el mismo shopping.
Nos estamos paseando por todo el supermercado, voy sacando las cosas que Ana pone, innecesariamente, así como un táper en forma de corazón, una hielera con forma de botellas de Coca-Cola, y ya perdí la cuenta.
Estamos en la sección de cereales, y estoy luchando con Ana para que deje de quitar del carrito la granola y no ponga cinco cajas de Froot Loops: -Ana, pareces una adicta a los cereales de colores, ¡te voy a llevar solamente una caja!
Cuando siento que me chocan un poco el carro, el carro choca conmigo y me doy la vuelta para mirar mal a quien lo hizo y...
-¡Hey! Ah... Luca...

Antes del amor [en proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora