Capítulo 4: "Tomalo con calma"

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Siendo sincera, no estaba lista para recibir una avalancha de preguntas por parte de Ana. Puede parecer curioso, pero yo no miento. Es verdad, lo máximo que he mentido fue, como por ejemplo: en la secundaria cuando olvidaba hacer un trabajo y decía cosas como "juro que lo terminé, pero me lo olvidé en el escritorio"; o mentiras blancas, como que te olvidaste de el cumpleaños de alguien y después les das una fiesta sorpresa.
Viví muchas mentiras durante la mayor parte de mi vida y juré jamás convertirme en mis padres.
Así que ni bien terminó la película mientras todos debatían dónde íbamos a cenar, me excuse diciendo que tenía que visitar a mi abuela, lo cual pasó a ser verdad, al final.
Le pregunté a Gerónimo si se volvía conmigo, ya que su moto quedó estacionada en mi edificio y sin mi consentimiento poco iba a lograr. Y acá estamos, en silencio, sin música, manejando a mi casa.
- Ames, ¿estás bien?
- Sí.
- Ajá, y... ¿por qué la huída repentina?
- Sólo tengo ganas de visitar a mi abuela.
- Sí, pero ya son 21:37 de un domingo, ¿vas a ir ahora?
- ¡Sí!
- ¿Podes ser sincera conmigo, por favor, Amelia?
- Es que no... no me siento cómoda.
- ¿Fingiendo ser mi novia? Ah, gracias, manera de afectar un ego...
- No, Ger. No estoy cómoda mintiendo... se siente... definitivamente no se siente... yo.
- Ya veo, a penas podes expresarte, ¿qué fue esa oración?
- ¡No seas idiota, Gerónimo! Estoy hablando en serio.
- No te eches atrás, por favor. Hagamos pautas de todo, de cuánto tiempo va a ser, de las mentiras, todo para que estés cómoda. Sólo no me dejes colgado.
- No estoy diciendo que te voy a dejar en ésta. Sólo dame cinco minutos para hablar con mi abuela y te llevo con tu novia-moto.
Sí, es una especie de Travis Maddox, pero sólo respecto a su moto, de lo contrario ya me hubiese casado con él, quiera o no.
- Lo que necesites, Ame.

Cuando llego al retiro donde mi abuela está viviendo ya no hay muchos huéspedes despiertos, pero sabiendo como es ella, sé que está despierta.
Ella misma decidió vivir acá hace unos 10 años quizá, le insistí y le digo insistiendo en que viva conmigo, pero ella es feliz acá, a parte está más cerca de sus amigas y de sus pretendientes... sí, mi abuela tiene más pretendientes que yo.
Cuando llego a su cuarto me ve enseguida y tan pronto como me ve sus hermosos ojos verdes me examinan: la última vez que me aparecí tan tarde fue cuando mis padres de "deshicieron" de mí.
Ella es la mamá de mi madre, y no se parecen en nada, en cambio, yo me parezco mucho a mi abuela: el mismo color de ojos y rasgos faciales. Una vez me mostró una fotografía de cuando era joven y es como si me hubiese puesto una peluca de grandes bucles castaños oscuros, vestido de época y sonreído para una cámara. Las únicas diferencias son: mi pelo es más claro y lacio, y herede el físico de mi familia paterna, no soy demasiado alta, pero mi metro con 65 centímetros están bien, y según mi abuela soy "curvilinea" a diferencia de su "cuerpo-tipo-tabla-de-planchar".
- Amelia... ¿estás bien, corazón?
- Si, abue, no te preocupes, sólo te estaba extrañando y pasé cinco minutos antes de volver a casa.
- Veni, sentate un minuto. Estoy viendo películas de Sandro.
Según ella, Sandro es mi abuelo. Me lo creí hasta los 7 años, fue como con Papá Noel.
- Ah, con eso te tiene despierta un domingo a esta hora...
- Por supuesto, ningún otro hombre va a ser digno de tanto tiempo dedicado.
Sonrío y le agarro la mano por arriba de la mesita entre los dos sillones. Siempre tuvo esa manía me pellizcar entre mis dedos, con sus delicadas manos. Ella es la única familia de sangre que tengo, y me alegra que sea ella, y sobre todo parecerme en casi todo a ella.
Mi mira expectante y vuelve a preguntar:
- ¿Estás segura de que todo va bien, Lia?
- Un chic...-
- ¡Ah! Por ahí va la cosa, mira...
- No, no, abue. Un amigo mío, tiene un problema, no muy grave, pero necesita que lo ayude y eso requiere mentir. Mucho. A su familia. A nuestros amigos, mi familia.
- Eso es diferente... De acuerdo, sé que estás esperando un gran y sabio consejo, pero creo firmemente en que cada uno debe experimentar un poco en la vida para saber de qué estamos hechos.
No voy a decirte que lo hagas o no; si está bien o si está mal. Voy a decirte lo siguiente: si crees aunque sea un poquito que vale la pena, seguí tu razón.
- Siempre sabes qué decir. Gracias, abu.
- No por nada me dicen "La loca y sabia Amelia"
También herede su nombre.
Me levantó y la abrazo. Sé que no debería suponer un gran problema unas cuantas mentiras, pero para mi, lo son.
- Y acordate, Amelia, que un par de mentiras no van a cambiar tu esencia, ni muchos menos vas a convertirte en tu madre o tu padre. Estás hecha de una madera distinta, sos noble.
- Te adoro, abu. ¿Queres que almorcemos juntas en la semana?
- Por supuesto, querida.
- Nos vemos.
- Adiós, y cuidate.

Vuelvo al auto donde Ger espera mientras juega con su celular al Candy Crush (odio ése juego, personalmente, prefiero Pet Rescue Saga, estoy en el nivel 1307: nivel súper difícil, atascada desde hace una semana, estoy al borde de la frustración), le golpeo fuerte la ventanilla y se asusta y al saltar en el asiento tira el celular a sus pies. Me río con carcajadas mientras escucho sus insultos.
Ya sentada frente al volante me sigo riendo, me sereno y para calmar su odio por haberlo asustado, le doy la buena noticia:
- La cosa es: sos mi amigo, y quiero ayudarte. Si es necesario presentarte amigos para que veas: él no, ella sí, el sí, ella no...
- Hmm, no estoy seguro, pero ya vamos a ver.
- Hay que pensar cómo iniciar el rumor.
- Por lo pronto, estuve pensando en lo siguiente: el fin de semana que viene quieren salir todos a bailar, no vayamos.
- ¿Cómo?
- Sí, en vos sería más o menos normal, pero ¿en mí? ¿Cuándo dije que no a un boliche?
- Aaah, ¡ésa es buena! ¿Qué les vas a decir?
- Pensaba en "no tengo ganas" o "estoy enfermo", seguramente los chicos me van a insistir, así que voy a apagar mi celular para que tengan que llamar a mi casa, y cuando llamen a mi casa...
- ¡Ya sé! Cuando llamen a tu casa va a atender tu mamá y les va a decir "pero si Gerónimo dijo que salía con ustedes", y vos vas a estar en mi casa ordenando todo y bañando a mis perros, ¿no?
- ¡Sí! Espera... no.
- Siii, acordate: el mejor novio/esclavo. Los vas a bañar, peinar y secar. Y tienen que quedar lindos, mientras yo disfruto un libro o estudio, me pinto las uñas, no sé, ya lo voy a pensar.
Levanta sus manos en rendición.
- Está bien, tenes razón.
Le guiño un ojo: - Siempre.
Ponemos música y cantamos a todo pulmón Relax, take it easy, de Mika.

Un baño frío y reparador después de un día con más de 30 grados de máxima, me acuesto en mi cama con mi notebook, compruebo el reloj mundial. En Los Ángeles son las 19:02, entonces me conecto a Skype para ver si está Kate, y lo está, pero me gana y ni bien me conecto ya me está llegando la videollamada:
- Hello, sunshine!
- Hooola, Ames.
- ¿Cómo están?
- Estamos bien, Chris está haciendo su tarea de español, justamente.
- Ay, qué ternurita. ¿Ya habla más fluido?
- No, él no quiere hablar en español, no importa cuánto tiempo esté yo chillando en otro idioma, él me pide silencio en inglés.
Christopher es su hijo, tiene 5 años, y ya que ella y su marido Andrew estudiaron español, quieren que su hijo aprenda de niño, ya que va a ser más fácil.
- No te preocupes, es cuestión de que se sienta confiado.
- Si.... Cambiando de tema, te llamaba porque te tengo una sorpresa...
- No, para. ¿Me lo vas a decir ahora? Si no, no sigas, sabes que no soporto no saber qué es.
- No te estreses... ¡Vamos a viajar a visitarte!
Y un segundo más tarde estamos chillando juntas a través de la videollamada y a más de nueve mil kilómetros de distancia.

Antes del amor [en proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora