Después de terminar de alistarse para ir a la escuela Minerva bajó a desayunar deseando no encontrarse con su padre y a la vez entender por qué anoche cuando llegó lo encontró durmiendo en el sofá. Pensó que posiblemente volvieron a discutir y esta vez su madre lo echó de la habitación. Bajó las escaleras con pereza rumbo a la cocina y antes de entrar se detuvo al escuchar que sus padres hablaban en voz baja, como si ocultarán un secreto.
—¿Estás segura de que quieres hacerlo? —preguntó su padre.
—Muy segura. —ella habló alto, claro y despacio, con cierto énfasis.
—Ok. —él respondió a los segundos mientras soltaba un suspiro— Me encargaré de los trámites y la división de bienes, pero piénsalo mejor antes de tomar una decisión y contárselo a Minerva.
—¿Qué tienen que contarme? —la misma Minerva irrumpió en la cocina y se detuvo frente a ellos.
Su padre tenía una de sus manos sobre la de su madre y en el momento en que la vieron tomaron distancia rápidamente.
—Buenos días, Min. —su madre saludó con una sonrisa y se puso de pie para servirle café.
—¿Por qué llegaste tarde anoche? —su padre atacó.
—¿No van a responderme? —ella insistió alzando la voz.
—No. —respondió su padre imitando su tono.
Minerva apretó los dientes para evitar responderle mal y tomó asiento dispuesta a desayunar en silencio. Le agradeció a su madre con una simple mirada y ella abandonó la cocina dejándolos solos.
—¿Dónde estabas? —él continuó preguntando.
—En casa de Evie haciendo un trabajo práctico. —mintió Minerva con facilidad.
—¿Puedo verlo?—su padre llamó su atención refiriéndose al trabajo, le dio una corta mirada a su mochila y extendió una mano.
—Evie lo tiene. —Minerva se excusó rápidamente.
Para la buena suerte de su hija Paul asintió y no se molestó en insistir porque debía hacerle una pregunta más importante.
—¿Sabes algo acerca de Julián? —soltó cambiando de tema.
—¿Por qué quieres saber de él? —ella se preocupó.
—¿Son amigos o no? —su padre preguntó por curiosidad antes de ir directo al punto.
—¿Por qué tantas preguntas? —perdiendo la paciencia Minerva se quejó.
—Carla me dijo que hace dos días no aparece y está preocupada por su hijo. —él respondió sin más rodeos.
—¿Aún hablas con Carla? —Minerva preguntó volviendo a sospechar. Dejó de lado la preocupación por Julián porque a diferencia de su madre, ella sí sabía sobre él.
—No desvíes la conversación. —su padre alzó la voz enojado— Ya te expliqué la situación.
—No sé nada. —ella también se enojó.
Intentando mantenerse paciente su padre tomó aire antes de contestar. No estaba de ánimo para discutir.
—Está bien, pero si lo ves por favor dile que sus padres están muy preocupados. —pidió encarecidamente.
—Lo haré. —prometió Minerva siendo honesta.
—Gracias. —él agradeció creyendo en sus palabras y se puso de pie para retirarse.
—Papá —ella lo llamó impidiendo que se aleje— Te creo. —confesó sin entrar en detalles—Te creo que Carla no es tu amante. —aclaró al notar en su expresión que no entendía— Pero aún sé que tienes una amante, y voy a descubrir quién es ella.
Su padre quedó perplejo y abrió la boca para decir algo pero pensó dos veces antes de hablar.
—Tu madre me pidió el divorció. —confirmó lo que Minerva sospechaba— Así que no pierdas tu tiempo.
Los papeles se invirtieron y ahora Minerva era la que no sabía que hacer, pensar o decir. La situación se volvió incómoda y ambos quedaron mirándose de manera desafiante.
—¿Nos vamos? —su madre apareció interrumpiendo y se dirigió a su esposo.
—Sí, vamos. —él alejó la mirada de su hija y salió de la cocina sin despedirse.
—Adiós cariño. —amorosamente su madre se despidió antes de salir pero no obtuvo respuesta ya que Minerva seguía procesando las palabras de su padre.
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Daddy Issues
Teen FictionTerminada. Adoro que tengas problemas paternales, yo también los tengo. 《N°10 en #DaddyIssues de entre 96 historias》 《1 en #ProblemasPaternales de entre 10 historias》