Tomaron asiento en el suelo del vagón y dejaron caer sus piernas por la puerta. Minerva encendió un cigarro, le dio una calada y se lo paso a Julián. No le gustaba compartir pero prefería hacerlo antes de que él fumará de lo suyo porque tan sólo el olor le parecía extremadamente desagradable.
—¿Pensaste que harás respecto a tu padre y su amante? —pregunto Julián devolviendo el cigarro después de darle una calada.
—No. —Minerva se limitó a responder para poder fumar— ¿Y tú?
—Sí. —afirmó él llegado su turno.
—¿Qué harás? —ella pregunto impaciente.
—Nada. —Julián respondió encogiéndose de hombros— Creo que lo mejor será dejar que arreglen sus problemas solos, no quiero involucrarme, quiero pensar en mi propio bien.
—¿Cómo puedo hacer lo mismo si me afecta la situación por la que mis padres están pasando? —Minerva pregunto retóricamente.
—Ignorándolos. —de todas maneras él respondió y le alcanzó el cigarro— No pienses en ellos.
—Lo intentaré. —ella comentó, no prometía nada. Recibió el cigarro y le dio una larga calada.
—Puedo ayudarte. —ofreció Julián y subió su mano izquierda para acariciar el hombro de Minerva rumbo a su cuello.
Inmediatamente ella notó sus intenciones y dejo caer el cigarro para acortar todavía más la distancia hasta llegar a estar lo suficientemente cerca para besarse. Apenas pudieron rozar sus labios cuando de repente un celular sonó, pretendieron no prestarle atención pero el aparato continuó emitiendo aquel sonido y Minerva, la dueña, se alejo quejumbrosa para atender la llamada.
—¿Hola? —habló enojada.
—Minerva —su madre se escuchaba igual de molesta— ¿Dónde estás? —se apresuro a preguntar.
—Estoy con mis amigas. —ella mintió dedicándole una mirada a su acompañante.
—Vuelve a casa ya mismo, necesito hablar contigo. —conocía a la perfección a su madre y por el tono en su voz pudo saber que realmente estaba enojada con ella, lo que desconocía era el motivo.
—¿Por qué? No quiero. —Minerva fue honesta sin rodeos.
—No me interesa lo que quieres, ven ya mismo. —su madre alzó la voz muy alto.
—Ok —finalmente ella cedió rodeando los ojos y se vio interrumpida al escuchar que otro celular sonaba, pero esta vez era el de Julián— Nos vemos. —se despidió de su madre y colgó.
—¿Tienes que irte? —supuso Julián sin alejar la mirada de su celular.
—Sí. —Minerva suspiro con frustración y no pudo evitar sentir curiosidad por lo que hacía — ¿Todo bien?
—Mi madre me escribió y también pidió que vaya a casa urgente. —él contesto guardando el celular, bajo del vagón dando un salto y le extendió una mano para ayudarla.
—¿Qué habrá pasado? —ella empezaba a preocuparse y se apresuró en bajar.
—No lo sé, pero hay apresurarnos. —Julián se contagió de preocupación y cerró la puerta antes de iniciar camino junto a Minerva.
—Estoy harta. —confeso ella dejándose caer sobre su hombro y él rodeo los suyos con un brazo.
Caminaron juntos hasta llegar a sus casas y se separaron deseando que todo esté bien. Minerva entró primero a su casa, y Julián lo hizo después de observarla.
Por instinto Minerva se dirigió a la sala y ahí encontró a sus padres esperándola. Tan sólo verlos le alcanzó para saber que algo andaba mal. Se detuvo frente a ellos y extendió los brazos como si fuera una delincuente entregándose.
—¿Y ahora qué? —rompió con el silencio que ellos hacían eterno.
—Tu directora nos llamo esta tarde. —su padre habló.
—¿Y qué pasó? —ella lo interrumpió.
—Nos dijo que la hija del oficial Gordon fue a quejarse con ella porque tú junto a Julián Becher la atacaron diciéndole cosas muy graves sobre su padre. —él explicó la situación dejándola sin palabras e incrementando su enojo.
—¡No puedo creerlo! —Minerva pensó en voz alta.
—Yo tampoco. —coincidió su padre, aunque de otra manera— ¿Cómo pudiste exponer las acusaciones que llegan a mí de manera privada? Puedes meterme en problemas, más problemas, y no sé si ya lo hiciste. —se quejo intentando mantener la calma.
—Sara se acercó a mí primero y...—ella intentó defenderse.
—¡No digas nada! —él ordenó gritando— Nada de lo que digas te ayudará. —agregó amenazadoramente— Con tu madre habíamos decidido suspender tu castigo y por lo visto te diste cuenta, o de todas maneras pensabas pasarlo por alto. —siguió con las quejas e hizo una pausa antes de dar su veredicto— Sin embargo con lo que sucedió cambiamos de opinión y esta vez deberás cumplir. Tienes mucha suerte de que en la escuela no te castiguen, pero no tendrás la misma suerte con nosotros.
—¿Cuál será mi castigo? —Minerva pregunto manteniéndose indiferente.
—Como tendría que haber sido hasta el momento. Sólo podrás salir para ir a la escuela y a la psicóloga, tendrás clases de apoyo en casa, y no quiero saber que te veas con el chico de enfrente. —su padre soltó rápido preparado para que las quejas vinieran del otro lado.
—Tengo tres dudas. —ella aviso y prosiguió a exponerlas— 1) ¿Por qué no puedo juntarme con Julián? Él no tiene nada que ver en todo esto. 2) ¿Por qué debo ir con una psicóloga? Estoy muy bien mental y anímicamente. 3) ¿Por qué tendré clases de apoyo? Mis notas no son perfectas pero tampoco son malas. —terminó agitada.
—No preguntes, obedece. —tomandola por sorpresa su madre hablo después de varios minutos en silencio.
—Ahora sube a tu habitación. —su padre agregó.
Conteniendo su furia Minerva obedeció y corrió escaleras arriba, entró en su habitación y cerró la puerta con fuerza haciéndose notar. Estaba harta de sus padres y muy enojada, no sólo con ellos también con Sara. Tomó asiento en la cama y busco celular para comunicarse con Julián. Supuso que quizá la noticia ya había llegado a él y no confundía. Antes de poder marcar su número una llamada suya entro y se apresuro a antender.
—¿Julián? —nombró con la voz débil.
—¿Estás bien? —al instante él noto que algo andaba mal.
—Acabo de discutir con mis padres. —Minerva respondió triste.
—¿Te dijeron lo de Sara? —Julián supuso confirmaron su suposición. Ambos estaban al tanto de todo.
—Sí. —ella afirmó soltando un suspiro— Y a ti también, por lo visto.
—Sí, por eso mi madre me buscaba. —él confirmó con la tranquilidad que a ella le faltaba.
—Me castigaron. —comentó Minerva— No puedo salir, tendré citas en el psicólogo y clases de apoyo, además me prohibieron verte.
—¿Hablas en serio? —Julián alzó la voz— ¿Qué les sucede a tus padres? —no podía creer lo estrictos que parecían ser.
—Están locos. —ella se quejó.
—Pase de ser un hippie a un chico malo. —él bromeó sin poder evitarlo y deseo hacerla reír.
En respuesta Minerva soltó una pequeña carcajada y deseo poder verlo pronto porque ya lo extrañaba.
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Daddy Issues
Teen FictionTerminada. Adoro que tengas problemas paternales, yo también los tengo. 《N°10 en #DaddyIssues de entre 96 historias》 《1 en #ProblemasPaternales de entre 10 historias》