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6 de Agosto, 7:08 a.m

El sol invadía mis ojos y todo mi cuerpo completo hecho de materia.
Creo que el reflejo de la molestia en mis ojos, incomodaba a mi cuerpo aún mas. Rara explicación, pero así era.

Di un leve suspiro y entreabrí mis ojos. Estaba tan dormida que no sentía prácticamente mis huesos.
Tenía tanta fiaca, y tantas ganas de seguir durmiendo, que estaba segura de que ni una grúa era capaz de levantarme.
Esas eran las ventajas de vivir sola.
Pero pero por otro lado, si eras futbolista, las ventajas desaparecían del plano de convivencia solitaria.

Turín estaba con un solazo, y mi día recién arrancaba.
Tenía muchísimas cosas por hacer, y sin olvidar la juntada que había a la noche.
Desde ayer mi cerebro trataba de planear una excusa inteligente para no ir.
Realmente no estaba del todo segura del por qué tenía miedo de pisar el salón y ver a todos los jugarores de la Juvetus parados en frente mio. Jamás me había pasado con los compañeros de mi hermano. Creo que más que nervios, sentía felicidad y emoción.

Pero algo me impedía sentirme tranquila. Y creo que no sabía que era pero al mismo tiempo si, no lo sé, yo misma me creía incapaz de asumir lo que pensaba.

Aislando la parte de mis mambos, me desperté, y finalmente me levanté de la cama.
Me dirigí hacia al baño y una vez dentro me higienicé.
Bajé al living y subí alguna que otra perciana, abriendo algunas ventanas, logrando determinada ventilación en el ambiente.
Generalmente para ponerle onda al día, ponía música a todo volumen. Uno de los géneros musicales que más me gustaba era la cumbia, bueno, despues del cuarteto.
Era claro que en muchas fiestas a las que fui no bailaba casi nada, pero después de la fiesta en la que me puse en pedo (antes de quebrar claramente) me dí cuenta que al cuarteto lo podía bailar muy bien.
Reí un poco al recodar aquella noche. Buscándolo como desesperada, y no estaba, pensé. Rápidamente cerré mis ojos y suspiré tragando un poco de saliva. Necesitaba tomar agua.
Fui al lavabo y agarré un vaso, abrí la heladera y saqué la jarra de agua.
A pocos segundos de servir, sonó el timbre.

¿Quién era?
Solté todo lo que tenía en mano, y me dirigí a la puerta.
La abrí lentamente y alcé la vista.

Era Sanni.

Sonreí ante saber que era ella y la dejé pasar.

-¿Cómo estás compañera?. -preguntó sacándose las gafas que llevaba.

-Bien. -me acomodé un poco el pelo, seguramente lo tenía hecho un desastre.

-Me alegro por ti. -entró finalmente a la casa y se sentó en el sofá.

-¿Querés tomar algo?. -la miré mientras cerraba la puerta.

Me miró durante microsegundos esperando a que descifre lo que estaba pensando.

-Ahh, ya sé. -sonrei de lado.

Me dirigí a la cocina nuevamente y saqué el termo de uno de los cajones. Puse el agua a calentar, y ahora saqué el mate. Lo preparé y fui al living.

-Si que sabes ya eh. -me sacó la lengua.

-Rei un poco y me senté en frente suyo- ¿Y?, ¿qué onda?, ¿a que se debe la visita?.

Sus ojos se dirigieron al piso, lo cual causó una gran sonrisa en ella.

-¿Cómo puede ser que sepa todo lo que pensas?. -mordi mi labio mientras daba un pequeño salto en el sofá.

-¡Yaaa!. -se sonrojó.

-¡Es pipa!, ¿no?. -practicamente lo dije gritando.

-Tú lo sabes todo eh. -susurró.

Me paré y comence a dar pequeños saltitos en el lugar. Creo que mi pulso se explotaba en compas con el pulso de Sanni.

-¡¿Y?!, ¡¿hablaron?!.

Esperaba una respuesta super natural de su parte, por lo poco que la conocía, pero sus nervios aumentaban cada vez mas.

-Hablamos poco y nada, pero el, es...es, genial. -sonrió.

-¿De que hablaron?. -desvié mi vista hacia la cocina y noté que el agua ya estaba lista, lo cual me paré y le hice una seña de que prosiga con lo que me estaba contando.

-Principalmente de nuestra carrera, de algunas cosas familiares, tradiciones de nuestros países, y de lo ansiosos que estábamos por vernos ésta noche.

Volví con el termo y lo deje en la mesa.

-Se hablaron la vida Sanni, ¿qué fue eso de poco y nada?. -cebé el mate- Además, conociendo a Gonza, seguro ya te flechó.

-Que dices boluda. -copió el acento y ambas reímos.

-Es verdad. -la miré- Si te gusta, no pierdas tiempo. -tragué saliva.

Me sonrió de costado.

-¿Y tú?. -tomó un sorbo de mate.

-¿Yo?. -nuevamente tragué saliva?- ¿Yo qué?

-Rodeó sus ojos- Sabes a que me refiero.

Si sabía.

-No, no sé..

-¿Algún chico?. -me dió el mate.

Agarré el mate y lo dejé en la mesa. Pasé ambas manos sobre mi rostro.
Suspiré mirando al piso.
No quería pensar en lo que estaba pensando.

-Si quieres, puedes contarme...

-Es que -un nudo se formó en mi estómago- No sé.

-Si que sabes, te cuesta decirlo. -se cruzó de piernas- Lo que me cuentas queda aquí, lo prometo.

-Asentí y con muchos nervios la miré- Me atrae un chico. -negué mientras suspiraba- Pero es que, ni si quiera hablé tanto con el, y tiene novia, y soy una inexperientada, torpe e incapaz de enamorarme.

-Se acercó más a mi y me sostuvo una mano- Siempre hay una primera vez para todo, ¿no?  -encogió sus hombros- Ademas, no puedes vivir con ese nudo en el estómago, evitando tus sentimientos. Algún día tienes que sacar eso que sientes.

Me quedé muda. Simplemente quería seguir escuchando sus palabras, que poco a poco me iban desahogando por dentro.

-Tal vez ese chico sienta lo mismo que tú -negué rotundamente- O puede que no. Pero para eso, necesitan conocerse. -rascó su nuca- No se bien como explicarte sobre que hacer, porque no se quién e...

-La interrumpí- Es Paulo. -me solté- Dybala -susurré.

Sus ojos poco a poco se iban abriendo con intensidad. Se llevó una mano a su boca mientras sonreía bastante sorprendida.
Luego, se calmó, observándome.
Yo continuaba mirándo hacia un punto fijo.

-Está bien. -aclaró su garganta- Lo acepto. -sonrió- Es buen chico, y sobre todo tendrían hijos argentinos, lo cuál esta muy bien eso.

Las última palabras me causaron una pequeña risa.

-Mordí mi labio y la miré- Tonta.

-¡Si!, y sobre todas las cosas buena persona porque te he hecho reír. -se paró y se sentó a mi lado. Me depósito un abrazo, y lo respondí.

-Gracias por escucharme. -le susurré.

-No hay de que. -acarició mi espalda- Y piensa sobre lo que te he dicho. -se separó de mi- No te des por vencida si te gusta.

-Asentí- Cuando no tenga novia -elevé mis hombros- Mentira -reí- Se me va a pasar, me conozco.

-Mmm -suspiró- No sé, pero en caso de necesitar algo, ya sabes.

Seguimos tomando mates, y ésta vez conversando sobre otra cosa.

Aunque mi mente no pensaba en otra cosa.










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Estoy muerta, no se ustedes ahre.

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Choose © [Paulo Dybala]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora