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-Bueno, ¿entonces?... -tragué saliva.

-Terminó el trato.

Asentí, sin mirarlo.

-Creo que es buen momento como para decirte que los motivos del trato fueron para ver la reacción de Oriana. Si ella estaba dispuesta a querer volver conmigo. -se rascó la nuca- Esa fue la única razón.

Un nudo inevitable se formó en mi garganta.

-Esta bien -susurré.

Hubo un rato de silencio. Supuse que los dos estábamos pensando en cosas. Más que un silencio incómodo, era una clase de silencio relajante.
A pesar de los comentarios y de las cosas que habían pasado con Paulo en las redes sociales, siempre nuestra relación fuera de ese entorno era otra.
Si me enojaba con él, era por un rato. Y aunque lo sentía una necesidad, despues caía en la realidad de que esa "necesidad" era de las ilusiones que venían de mi parte. Porque él me quería como una amiga, y contaba conmigo tanto como yo con él, pero de otra manera.

-¿Qué pensas? -me miró.

-negué- No sé... ¿vos?

Suspiró y tragó saliva.

-En por qué te hago enojar tanto -se mordió el labio inferior y frunció el ceño- Soy un boludo.

-No -respondí seca- No lo sos.

-Si Celeste -me levantó el mentón- La causa de nuestras peleas siempre fueron por mi culpa.

Y todo mi cuerpo reaccionó al limite en el que se encontraba mi mente. Ya ni si quiera tenía el control, como antes lo solía hacer.

-¡NO! -me paré del sillón- Es que -tomé una gran cantidad de aire- No lo entendés -suspiré. Mis ojos se habían empezado a aguar- La que estuvo mal siempre fui yo, porque nunca entendí tu forma de ser, ni tu trato conmigo -negué- Lo entendí todo mal -las lágrimas empezaban a caerse solas- Paulo, no quiero que ésto termine mal, me voy.

Agarré mi mochila y fuí hasta la puerta. La abrí, y Paulo me agarró de la muñeca y me acercó a él.

-No te vayas antes de que me aclares que te pasa. Antes de que me digas por qué tus amigos piensan que soy una mierda con vos, y por qué vos pensas que soy una mierda con vos. -su mirada estaba clavada en mi. Me miraba como si supiera leer mi mente, como si supiera todo lo que pensaba.-

-Alejate -cerré los ojos.

-No -me susurró cerca- No.

Entonces, fue cuando absolutamente toda la dignidad que llevaba desde que había nacido, se perdió. Se perdió por completo.
Me descontrolé, y lo besé.
Si, lo besé. Sin abrir los ojos. Sin siquiera tocarlo. Sólo lo que necesitaba en ese momento era besarlo para olvidar toda la mierda que guardaba mi mente.

Paulo siguió acariciando mis labios. También, sin tocarme.
Hasta que algo en el lo impulsó, y se alejó.

Me esperaba ese momento. Así que, no lo miré. Con los ojos cerrados, me fuí hasta la puerta y la abrí.

-Celes...

Cerré la puerta, y una vez más, empecé a caminar hacia mi casa sin consuelo.












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:)

Choose © [Paulo Dybala]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora