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7 de Agosto, 9:30 a.m

Me desperté en una sala de paredes blancas.
Mi cabeza daba vueltas y mi estómago rugía todo el tiempo. Apenas sentia el cuerpo y parte de mi cara. Que nochon. Fue lo primero que se me vino a la cabeza.
Me levanté con la mayor fiaca del mundo, y miré hacia mi alrededor.
Estaba en una casa la cuál no reconocía.
Habia muchas zapatillas y tacones de mujer. Muchos pantalones, camisas, y vestidos y faldas. Me toqué rápidamente, y qué alivio. Tenia puesto hasta mi piyama.
Habían bolsas de dormir, algunas juntas, y otras separadas. Yo tenía una sola a mi lado. Supuse que dormí con Sanni.

Finalmente me levanté de la cama y estiré mi cuerpo. Mis vértebras crujieron y por primera vez me sentía un gato despues de una larga siesta. Me refregué los ojos y salí de la habitación.
Me dirigí al baño y ví mi cara, la cuál estaba destrozada. Mi maquillaje era un desastre. Estaba todo corrido, al igual que mi labial. Reí ante eso y me lavé la cara.
Me higienicé, y caminé hasta las escaleras. No antes de quedarme escuchando las voces de las personas que estaban en la casa, con ésta pinta se caen de culo.

-¡Gonzalo! -la voz de Sanni me tranquilizó.

-Dale boluda, hace bien ésto -casi me río por la voz de Gonza retándola.

-Che, ¿ya se despertó Celes?.

La voz de Paulo. Sonreí.

-No se, ¿quieres ir a ver? -Sanni te odio.

-No, capaz está durmiendo.

Mire al techo y respiré unas veinte veces. Me decidí a bajar lentamente.
Mientras iba observando cada rostro y escena me olvidé de las escaleras.
Me saltee una y caí rodando.
Rápidamente todos se acercaron a mi y yo simplemente empecé a cagarme de risa.

-¿Estás bien? -Sanni se había puesto pálida.

-Asentí- Estoy bien -miré a Paulo.

-Sos boluda eh -sonrió negando.

Me paré y caminé despacio hasta la heladera. Saqué el dulce de leche y la manteca. Bueno, era la casa de Paulo o Gonzalo. Que maleducada que soy.

-Permiso -grité y saqué las cosas.

-No pasa nada gorda -Gonza me respondió.

Era la casa de Gonza.

-¿Ya desayunaron?, ¿quieren picar algo? -corté un pan a la mitad y lo metí en la tostadora.

-Nop -respondieron todos a la par.

-Entonces supongo que por hoy soy la chef -les hice fuck you.

Me di vuelta, esperando a que las tostadas se hagan, y me crucé de brazos.
Sentí que alguien estaba atrás mío pero no le di importancia.
Las tostadas saltaron y agarré un plato del mueble. Después, las agarré y las puse en el plato. Me dí vuelta y

-¡Buu!

Me pegue un tremendo cagazo que salté hasta la estrastofera, causando que las tostadas quedasen en el piso.

-Paulo, ¿sos pelotudo? -lo miré con ganas de trompearlo.

-Paulo empezo a reir sin parar, su risa era re pegadiza- Perdooon, era una joda -se acercó a abrazarme y lo corrí.

-Las vas a hacer vos.

-Asintió- Pero para que te enojas -me sonrió y me di la vuelta, buscando otro pan que cortar.

Me quería reir, porque por dentro me estaba cagando de risa pero no lo iba a hacer.

-Por detrás puso su mentón en mi hombro y se me quedó mirando- Que humor eh -dijo con un acento bien cordobés.

-Tomá -le di el pan cortado a la mitad con el plato. Lo agarró y me hizo una mueca.

Agarré la escoba y la pala. Empecé a barrer todos los pedazos de plato que habían en el suelo. Menos mal que Gonzalo no nos estaba viendo. Junté los panes y les recé los tres padres nuestros dándoles una despedida, ahre exagerada.
Escuché un pequeño timbre de la tostadora y miré de reojo a Paulo. Había sacado los panes y los habia puesto en el plato. Cuando se dió vuelta me acerqué y

-¡Buu!

-La re puta madre.

Escuché decir y con Paulo miramos hacia el living.

-¡Van dos platos mangas de pelotudos! -Gonza se calentó.

Olvidando eso miré a Paulo que me estrangulaba con la mirada y me eché a correr.
Abrí la puerta del patió y empece a dar sancadas para correr más rápido. No miré hacia atrás por miedo a dejar de correr pero sabía que estaba atras mio.
Me puse detrás del auto de Gonzalo y me hice una bolita. Mi respiración era irregular casi.

Mire abajo y vi sus pies, que caminaban en dirección a mi. Me tapé la boca y cerré los ojos. Los abrí, y ví que estaba justo en frente del auto. Sus pies se habían frenado.
Rápidamente se tiró al suelo y me vió. Me levanté y empecé a correr de nuevo, pero por esas casualidades de la vida me tropecé. Bien ahí Celeste.

Corrió como Mbappe maso menos y cuando llegó hasta mi, me agarró las dos piernas.

-Nooo -le grité.

Comenzó a reír y me alzó. mi estómago chocaba con su hombro. Él sostenía solo mis piernas, mientras yo le pegaba despacio en su espalda (no le iba a pegar fuerte i can't)

-¡Soltame salameee!

-¿Qué dijiste? -se acercó a la pileta, casi en el borde.

-¡Que me sueltes! -reí y le patalee.

-¿Qué? -se puso en el borde.

-Que te quiero -dije irónicamente.

-¿Y?, ¿qué más? -estiró el pie.

-Y que sos el más lindo -tragué saliva- Dale tonto, bajameee.

-Bueno, bueno. -me bajó y me tomó de la cintura.

Crucé mi mirada junto con la suya. Mi pulso se aceleró, y fue cuando me sonrió de lado. No podía dejar de mirarlo.
Negué y baje la mirada.

-Creo que hay que volver -susurré.

-¿Por qué? -suspiró- ¿Por que me evitas tanto? -rió mientras soltaba otro suspiro.

-¿Qué? -lo miré confundida.

-Nada -me soltó y rascó su nuca- Hay que volver.

Asentí y caminamos hacia adentro.

Yo, una vez más, con la palabra en la boca.










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Yo también quiero llorar no problem ahre

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Choose © [Paulo Dybala]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora