Choose © [Paulo Dybala]

29

-Hola. -Paulo me abrazó, y al instante me soltó.

Se quedó mirándome unos minutos, esperando una respuesta de mi parte.

Le sonreí.

-Siento mucho lo que pasó -me miró apenado.

La sonrisa inmediatamente se me desvaneció. Miré hacia el piso, y luego retomé a mirarlo.

-No pasa nada -elevé mis hombros- ¿Querés pasar?

Asintió. Y así fue, pasó y cerré la puerta.

-¿Viste los medios? -se sentó en el sillón.

-Me senté en frente de él- No.

-No los veas -hizo una mueca.

-No -reí apenas. Mi mirada seguía clavada en el suelo, sin pestanear.

-Suspiró- Celes

-Lo miré- ¿Qué?

-¿Estás bien? -me miró con demasiada ternura.

-Si -tragué saliva.

Hubo un silencio algo incómodo.

-¿Querés hablar sobre lo que te p... -lo interrumpí.

-No -susurré y me paré. Me dirigí al patio.

Una vez ahí, respiré profundamente, y solté todo. Quería tener el control, pero poco a poco sentía que se me iba formando un nudo en la garganta.

Escuché como los pasos de Paulo se encaminaban hacia mi, cerrando la puerta.

Yo solo tenía la cabeza hacia atrás, dejando que el viento choque contra mi cara.

-Eu... -me habló con tranquilidad- Tranquila.

No respondí.

-Me pasó muchas veces. -seguía detrás mío- Me paralizaba y pensaba que todo se había terminado. -negó- Pero no era así...

-Era un partido importante -apenas dije.

-Todos son importantes, Celes -suspiró- Pero hay veces que no se da...

Mis ojos comenzaron a ponerse rojos, poco a poco me iba rompiendo. No quería darme vuelta, no quería tampoco llorar en frente de Paulo.

-Pero así es en la vida también, no sólo en el fútbol. -puso una mano en mi hombro.

-¡Pero no puedo! -me quebré y me dí vuelta.

Paulo se quedó quieto al ver como empezaba a llorar.

-Se acercó- Sí que podés.

-No -sosollé- No puedo -negué.

-Sí, podes -se acercó más me levantó el mentón- Sos mas fuerte de lo que crees.

-No puedo, no voy a poder, nunca mas -cerré mis ojos con fuerza.

-Vas a poder -me susurró- Mirame.

Lo miré.

-Vas a poder, porque yo me voy a quedar con vos, y te voy a ayudar a que pases todos esos obstáculos que tenés en frente -me miró fijamente y sentí sus manos cálidas en mi cintura- Te voy a sacar todos esos mambos que tenés -susurró.

Y me abrazó. Si, me abrazó.
Me transmitió lo que más necesitaba, lo que más pedía en ese momento.

Lloré en su hombro y el sólo se limitó a acariciar mi espalda y mi pelo.

Había encontrado la paz que necesitaba.

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Me morí, lo juro.

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