Capítulo 4

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Qué ciego fui, creía tener la respuesta a mi extraña fijación por Pauline, no podía estar más equivocado. Aún creía sentir admiración por su arte.

Estaba de vuelta ahí delante de la edificación que parecía querer transmitir esperanza a los niños enfermos que probablemente no saldrían vivos ¿Cuál era el punto de enseñar a pintar a alguien que iba a morir pronto? A mí todo eso me parecía un derroche. Ni siquiera tuve que salir del auto, Pauline acababa de cruzar la puerta frontal de cristal; apenas reconoció mi auto corrió el trecho que la separaba de él, seguramente por miedo a que la dejara por tercera vez. Corrió con la certeza ingenua de que sentí algo de compasión por ella y la hospedaría; y sí, la hospedaría, pero no por compasión.

Se paró frente al coche esperando mi aprobación para entrar en silencio, aproveché para analizarla un poco '¿Cómo alguien de apariencia tan insignificante podía crear magia?' -Entra- dije al fin abriendo la puerta-Gracias, gracias, gracias- esbozó una sonrisa y entró a toda velocidad-Como dije antes, únicamente necesito un par de días para encontrar un departamento o algo y no me vuelves a ver- el 'No me vuelves a ver' causó el efecto contrario al que Pauline esperaba, enfurecí de la nada.

-¡Calla ya! ¡Te vas a quedar en mi casa el tiempo que yo quiera!-

-¿A qué te refieres con eso?- le dirigí una mirada amenazante que decía 'Exactamente lo que piensas' más no dije nada -Vaya- se limitó a decir y pasamos en silencio gran parte del camino.

-Podré seguir asistiendo a mi trabajo ¿cierto?- golpeé el volante irritado ¿Es que nunca se callaba?-¿Por qué es eso importante? A mi me parece totalmente carente de sentido. Y hablando de cosas carentes de sentido ¿Por qué habrías de necesitar hacer horas extra ayer?- quería evitar una conversación y acababa de hacer dos preguntas en un mismo diálogo. Me iba a volver loco.

-Hay una niña, Gertrude. Su diagnóstico no es bueno y, ella quería terminar sus cuadros antes de...- Pauline era una chica tan pura que no podía pronunciar la palabra 'morir' sin que sus ojos se cristalizar a -Yo sólo la ayudaba a cumplir- por dios, era un ángel y ahora iba a dormir bajo el techo de un criminal ladrón y asesino -Como dije antes, carente de sentido- sus ojos se abrieron enormes, no podía creer que existiera alguien tan carente de sentimientos. Pero no me había visto trabajando.

Cuando el silencio fue restaurado me di cuenta que había un pequeño problema: En mi casa no existían habitaciones para huéspedes (jamás pensé en tener alguno) y no dormiría en el sofá que costó mucho más que esa horrenda chaqueta suya. Llegamos al fin a mi hogar -¡Tu casa es enorme!- de pronto había emoción en su voz a la vista de mi pequeño palacio. Estacioné el auto en el garage subterráneo (cosa que no hacía seguido pues tenía uno pequeño en el lado frontal, pero el garage subterráneo contenía mi tercera colección más celosamente guardada)-¡Cuántos autos! Debes ser alguien ocupado, seguramente es la razón de que me dejaras- decía esto último de forma sincera sin afán de chantajearme o algo por el estilo y miraba las máquinas pegada al vidrio como una niña pequeña en un zoológico, sonreí en respuesta. Estaba tratando de impresionarla.

-Linda, la señorita debe estar hambrienta. Dile a los cocineros que le preparen lo que pida, cualquier cosa que pida- mientras pronunciaba esto Linda parecía haber visto un fantasma, tal vez pensó que eso era Pauline pues nadie más que mis subordinados y clientes habían pisado estos suelos, jamás una chica-Y ella dormirá contigo hasta que le consiga un lugar decente en esta casa- Linda hizo una reverencia de cabeza como asentimiento y yo me dispuse a ir a mi propia habitación.

-No respondiste mi pregunta ¿Vas a impedirme que vaya al hospital tú también?- estaba dándole la espalda más no volteé para responder -Sí, te lo impido- sus pasos la acercaron a mí y por segunda vez fui tomado por el puño del saco -Por favor, no. No puedes ¿O acaso estás secuestrándome?- ahí estaba sumisa y desafiante a la vez, tocando mi ropa-¡Sí, eso hago!- deshice su agarre tirando de mi brazo ante la mirada incrédula de Pauline y me encerré en mi habitación el resto del día. Al anochecer me enteré que Pauline rechazó todo lo que le ofrecieron de alimento.

Y así continuó por dos días.

***

-¿Señor?- la voz de uno de los cocineros del otro lado de la puerta me arrancó de mi dormitar por la mañana -¿Qué?-

-La señorita Pauline quiere verlo- mi teléfono indicaba que tenía un mensaje de la noche anterior 'Señor, tenemos a dos de los guardaespaldas de Collins, estamos en camino hacia su casa' Buenas noticias, si hablaban -Lárgate, no estoy de humor para ver a nadie- me hundí en la almohadas preguntándome si hice bien en traerla en primer lugar -Ella dice que no comerá hasta que hable con usted- 'Maldita hija de...' -Prepara algo para ella y tráelo aquí.

-Come- ella había estado esperando sentada en la mesa desde hace una hora, puse un plato servido de panqueques con moras muy atrayentes delante suyo pero ni lo miró, tenía la mirada baja -Quiero irme-.

-¿Para que tu padrastro te golpee?- no respondió y yo no podía seguir así. No había conseguido que comiera, mucho menos que pintara, Pauline debería cumplir lo que le digo y no al revés; y no me había atrevido a golpearla. Pensé en llevarla a la galería para animarla, pero no podría dejarla vivir si así fuera. Tendría que dejarla ir.

-Está bien- alzó la vista-Irás a casa- no estaba contenta, claro que no, fuera la esperaba una golpiza o una banca del parque. Sin embargo quería irse, así sería -Tú, lleva a Pauline a dónde te pida y regresa rápido. Después de que coma- indiqué a un criado y acerqué el plato a Pauline, después iba a levantarme de mi asiento completamente frustrado, pero fui detenido por su delgada y blanca mano que se posó sobre mi brazo. Miró directo a mis negros ojos con los verdes suyos y me besó.

Fue un beso como lo daría un pequeño de vírgenes labios, sólo rozando los míos por un par de segundos, sin dobles intenciones -Gracias por todo- me dio una sonrisa triste y llevando los panqueques envueltos en una servilleta caminó hacia la salida seguida por el criado, 'ni siquiera pudo comer como se lo dije' sonreí irónico para mí.

Había sido temido y obedecido por años. Nadie podía, nadie quería contradecirme, sabían que las consecuencias serían malvadas y crueles. Una pequeña y débil niña rompió las reglas que quiso y yo la dejé.

Pero no pudo llegar a la salida, alguien entró antes -Señor Elian, los trajimos, a los guardaespaldas de Collins. Siguen inconscientes- dijo ese estúpido sin reparar en Pauline que me miraba confusa. Los hombres estaban atados y llevaban la cabeza cubierta con unas bolsas de tela negra-¿Qué... qué está sucediendo?- retrocedió hasta la puerta horrorizada, pero ya no podía permitir que lo hiciera. Tendría que morir aquí.

Hola, cariños

Esta es mi segunda novela y agradezco bastante que le estén dando una oportunidad. También me encantaría que si les está gustando la compartan con sus amigos y esas cosas.

¿Que hará Pauline? ¿Qué hará Elian? Quién sabe, saquen sus teorías que esto apenas empieza

Cuídense. Good Vibes

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