Capítulo 17

13 0 2
                                    

Mi dedo índice vacilaba posicionado sobre el gatillo, mi mente vacilaba.

Sí, quería terminar con todo eso, ¿pero qué haría cuando así fuera? Ya no podía alejarme de ella sabiendo que vivía una criatura en su vientre. Los muertos no ven a los vivos desde el firmamento y los dioses no existen.

Vi mi cuerpo inerte sobre el suelo y la sangre brotando a borbotones desde el pequeño diametral agujero, la fuga de escape de mi vida. Me vi pálido y vacío siendo enterrado en algún punto del bosque a la luz de la Luna, mi único testigo, y no temí, me dió asco.

'Le Suicidé' de Édouard Manet retrata el suicidio de forma tal que contrasta con muchas otras obras que lo trataron también. No por su gloria o la impresión de osadía y sacrificio, es lo contrario. Puedo recordar la primera vez que observé este pequeño cuadro, y no pude sentir más que lástima por el trágico protagonista derrotado sobre la cama de su humilde habitación. Era un maldito cobarde.

El revólver dio otro 'click' y el seguro volvió a ser puesto. Un grito desgarró y quemó todo lo largo de mi garganta sin importarme que su eco reverberara a todo lo ancho de las paredes mientras mis puños ardían a causa de las llagas a carne viva. 'No será hoy'

-¡No será hoy bastardo!- articulé mi siguiente grito en aquella frase que llené de odio, de ese odio que te hace sentir tan vivo y sediento de venganza -¡Abre la puerta hijo de puta! ¡Abre la puerta, Salvatore!- parecía que ésta caería por los golpes llenos de euforia renovada que estaba propinándole y como era de esperar escuché los pasos apresurado viniendo de todas direcciones de la casa. -¡Calla ya! ¡Es la única vez que voy a decirlo!- esa era la voz de Sangre -¡Salvatore hijo de perra, enfréntame de una vez, bastardo cobarde!- estaba hecho una furia y no iba parar hasta matar con mis manos a esa basura, y entonces escuché gritos.

-¡Suéltame maldita sea!- eran gritos femeninos 'No, no es Pauline', escuché cómo el cuerpo dueño de esa voz era arrastrado por todo el piso del pasillo y fue lanzado justo enfrente de la puerta, incluso chocó contra ella para luego desplomarse en el suelo, enseguida oí el familiar sonido del seguro de un arma de fuego -Abre- la voz imponente de Salvatore. La llave giró dentro del picaporte y me alejé de ella para que pudiera abrirla, mi mirada clavada en los maderos del suelo. Sabía exactamente lo que sucedería a continuación, no, sabía como terminaría, sin embargo me hubiera gustado que fuera diferente. No deberían canjearse vidas.

La puerta rechinó tortuosamente y mi mirada buscó al instante la de Salvatore retadora, impasible. A pesar de que los ojos de todos; incluyendo los de Millie, la chica de las mechas rosadas; estaban fijas en mí, mi vista era exclusiva para Salvatore 'No vas a quebrarme tan fácil, no otra vez' ese era mi mensaje y me encargué de que Salvatore lo interpretara a la perfección. Era una batalla psicológica de miradas durante la cual él no dejó de apuntar su arma a la cabeza de Millie que tiritaba postrada sin quieren mover un músculo -¿Qué es lo que quieres?- mi voz salió profunda como la distancia que habría desde la superficie de la Tierra hasta el infierno, sin despojo de miedo, no había cabida para tal cosa -A ti- en cambio la suya brotó como un manantial de agua liviana, agua envenenada. A mí, me preguntaba que clase de tortura tendría en mente que sería sólo para mí, entonces relamió sus labios y comprendí a qué estaba refiriéndose.

Se acercó y su arma se movía alrededor del eje que era la cabeza de Millie asegurando así que me mantuviera rígido como una estatua, hasta que lo tuve a unos cuantos centímetros de mí. Me examinó de pies a cabeza con lascivia para luego tomar mi mandíbula entre sus dedos lujuriosos -Tienes un excelente gusto para los cuadros, pero no puedo decir lo mismo sobre tu gusto en mujeres. Cuando finalmenté te contacté y te pedí que vinieras esperaba que tuvieras un poco de vergüenza. No sabes lo diferente que habrían sido las cosas si no hubieras traído a tu puta contigo- y sin darme la oportunidad de procesar todo aquello me atrajo a él en un beso bizarro, mi primer reflejo fue empujarlo e inclusive los demás tipos se miraban conmocionados.

Volvió a relamer sus labios recogiendo cada gota de mí de ellos y luego gritó salvaje -¡A quién vas a escoger entonces! ¡A esta perra o a la vaca preñada de la otra habitación!- la semilla de una idea germinó en mi mente, una muy desagradable. Mi mirada se dirigió hacia abajo nuevamente -A ti- levanté al fin la vista con una expresión muy distinta. Salvatore se veía confundido, sin embargo esa sonrisa desquiciada nunca abandonó su rostro -No te creo- pasó la yema de su pulgar sobre sus labios carnosos -Pero ya habrá tiempo para que cambies de opinión en serio- aceptó mi actuación barata de todos modos, hizo una seña con la cabeza a los demás para que se fueran y separó el brillante cañón de la frente de Millie, por un momento.

-En ese caso no vamos a necesitar a esta perra- dijo cuando nos dejaron solos y antes de poder evitarlo el estridente trueno de la glock, el humo, el terror inundan el pasillo, y los gemidos casi imperceptibles de Millie luchando por la vida que se escurría entre sus dedos. La tinta carmesí comenzó a derramarse en el suelo mientras yo observaba como lo haría igual que si se hubiera derramado un cartón de leche, es difícil recuperar esa parte de tu humanidad después de todo lo que alguien como yo había cometido. Simplemente quedaba de ella la promesa que hicimos, así que con la poca honradez que me quedaba cumpliría ese último pacto. Acaricié el implacable metal del revólver por sobre de la tela de mi pantalón holgado; Salvatore por su parte se dirigió al otro lado de la planta después de dedicarme una mirada extasiada, excitada a causa de beber con sus sentidos la esencia de la muerte, que era su manjar favorito.

Sentí asco otra vez, de él, de nosotros. Por primera vez sentí asco de la palabra muerte y pavor de Elian, el que nunca le temió. Por un momento no podía soportar estar en mi piel y el vértigo me atacaba de nuevo. Dios mío, ¿que clase de ser infernal se alía con la muerte de forma tan natural?

-Y a ésta tampoco- una puerta se abrió de golpe, o eso creí, todo comenzaba a fluctuar en mi panorama en distintas páginas y un zumbido irrumpia mi sistema. Sólo al ver la cabellera cobriza ser arrastrada fuera y convertirse en el nuevo blanco del cañón letal pude romper mi estupor y correr lo más rápido que mis piernas me permitieran hacia la escena.

-No des otro paso, amor- era la voz de Salvatore, me paró en seco a un par de metros de ellos -¿Qué quieres de mí?- soltó una carcajada, en serio era gracioso para él -Lo que todo mundo quiere, ser comprendido- Salvatore estaba abriendo su podrido corazón logrando asesinar todo lo que quedaba de vida a su alrededor -Tú mejor que nadie sabes que nuestros vicios no van a llenarnos jamás. Que todas esas chicas, por favor, sólo buscan sexo pero están huecas. Necesitamos a alguien igual de enfermo para llenar ese vacío, con la misma mente y que pueda enterrar un cuerpo contigo, no hacer que te maten- dijo lo último señalando con su barbilla partida a Pauline que seguía rogándome muda que escapara iluminada por los hilos de luz que se colaban por la ventana al final del pasillo. '¡La ventana al final del pasillo!'.

-Voy a detenerte ahí- llevé mis manos a los bolsillos y el 'click del seguro fue camuflado por mi voz, me era difícil ocultar mi media sonrisa pero debía hacerlo para evitar sospechas -'Todo el mundo' no quiere a alguien que lo comprenda. Encuentra a alguien que pueda morir por ti, Salvatore. Porque yo lo único que quiero ahora es verte muerto- en tan solo un abrir y cerrar de ojos la mira del cañón encontró el pecho de Salvatore y depositó una bala en él, el impacto lo lanzó al suelo y Pauline no dudó un instante para correr a mí. Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo entero cuando nuestras manos conectaron, sus ojos que se dirigieron a ver los míos eran claros '¿ahora qué?' -Nada más que un salto de fe- dije entrecortado sin parar de correr hasta atravesar con mi cuerpo el cristal que nos separaba de la libertad seguido de Pauline.

La suerte nos sonrió por primera vez en mucho tiempo al ser recibidos por mullidas bolsas gigantescas de basura (el mejor cliché de la vida) y ni siquiera paramos nuestra carrera cuando escuchamos un tiro muy cerca de nosotros -¡Te acabas de ganar el infierno en vida! ¡No voy a para hasta que pruebes las llamas del lago de fuego, Elian!- rugía Salvatore, naturalmente seguía vivo. Pero nosotros no podíamos estar más extasiados de correr lejos de lo que fue el purgatorio.

Sí, habría cosas peores.

Hola, cariños

Varios capítulos atrás había dejado de escribir un pie de página o como se llame a esto, pero no quería pasar de aquí sin agradecerles de nuevo por seguir mi obra.

¿Cuando Elian dice que habrá cosas peores, que se imaginan que será? Déjenlo en los comentarios si gustan

Good vibes



Lienzos CarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora