Capítulo 8

47 7 1
                                    

—¿Pauline? ¡Pauline!— el débil sollozo continuaba al otro lado de la línea dejándome sin respuesta —¡Pauline, qué sucede! ¡Contesta por el amor de...!— sentí como el hombre se escapaba de mi agarre provocando que el teléfono cayera, corrió lo más rápido que pudo esperando poder escapar. Causó un ruido sordo al caer sobre el follaje con tres agujeros a lo largo de su espalda que empezaban a emanar espesa sangre —¡Pauline!— mi corazón comenzó a latir frenético cuando dejé de tener recepción y la llamada se cortó. No podía respirar, experimenté el primer ataque de pánico en quince años. La armadura que había construido contra mi propia humanidad se había agrietado cuando dejé entrar a Pauline y ahora se estaba cayendo a pedazos.

Mis pulmones quemaban, a pesar de las bocanadas de aire que tomaba y mis manos eran atacadas por fuertes temblores. Mi última luz se desvanecía. Intenté llamar a alguien, quien sea que pudiera socorrer a Pauline, sin embargo mis dedos tardaron demasiado para tocar los botones correctos, seguía sin recepción. 'Pauline, mi Pauline' era lo único que podía pensar arrodillado en el suelo aspirando a través de mi boca, luchando por recuperar la compostura, no era más que un ser débil otra vez.

Sonidos de hojas y ramas crujiendo bajo los pies de un par de personas me obligaron a levantarme ayudado por el tronco de un árbol que después usé para ocultarme de los hombres que llamaban el nombre de alguien que jamás atendería al llamado. '¡Dios mío, José!' exclamaron al encontrar su cuerpo sin vida. Uno de ellos, el más joven, lloró sobre él. Su hijo. Me escabullí presa de un terrible vértigo y me trasladé lo más pronto al aeropuerto.

'Mierda, contesta' repetía en mi mente cada vez que un pitido indicaba que la llamada no era recogida. Me maldije en mi asiento dentro del avión mil veces por dejarla ahí, estaba luchando por mostrar mi impacible mirada al mundo. Busqué un número distinto, alguien a quien pudiera confiarle la vida de la que se había convertido en mi propia vida. —Linda, necesito que hagas algo por mí— su voz sonó desconcertada al otro lado de la línea —¿Elian?— un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

'Passerotto mio*. Elian, no hay sólo gente mala en el mundo'

'Elian ¿por qué llegas a esta hora? Me tenías tan preocupada'

'Elian ¿quiénes eran esos hombres con los que venías? No me agradan en absoluto'

'Tu no eres mi madre'

Había olvidado el tiempo en el que Linda me llamaba Elian, cuando regresé a Italia después de abandonarla a los diecisiete la llevé conmigo a Canadá. Odiaba que me llamara Elian entonces, me recordaba la época cuando era frágil igual que un simple passerotto. Volvió a llamarme por mi nombre, pues incluso a través del teléfono sonaba de nuevo como un passerotto temblando de frío en invierno, sonaba como su pequeño Elian que creía enterrado bajo el monstruo que cree que me ha suplantado.

—¿Elian?— repitió con un deje de esperanza, como si pensara que su querido Elian de ocho años estaba de vuelta con sus dibujos a acuarelas de flores y mariposas; su Elian perdido a los diez, hasta hoy me pregunto si hubo alguna especie de patrón o causalidad que provocara mi desligue de la moralidad —Linda, necesito que busques a Pauline por mí, ya— revolvía mi pelo constantemente como canal para liberar mis nervios —No—.

No podía creerlo, no podía soportarlo. Frustración, furia, Linda tenía suerte de no estar justo frente mío —'No'. No te estoy pidiendo un favor Linda ¡Ve justo ahora!— 'se muere' no pude decirlo, temí que si lo anunciaba en voz alta se volvería realidad, todavía esperaba que no lo fuera —Tienes que parar con esto, Elian. Es sólo una niña—

—¡Yo sé...! Yo sé que es una niña. Pero me necesita ahora y no puedo confiar en nadie más— comencé gritando, sin embargo sabía que no conseguiría nada de Linda de esa forma, no por teléfono —Lo siento Elian, no quiero que la arrastres contigo— y sin más, colgó, me quedé escuchando la línea unos segundos. Todo a mi alrededor me producía un extraño mareo '¿Está bien, Señor?' una niña a mi lado se preocupaba, mi máscara estaba fracturada y ahora todos podían ver mi rostro real haciéndome sentir vulnerable. Llegué al baño lo antes que pude y eché fuera todo de mi estómago y de mi mente.

—¿Está bien?— era ahora la azafata quien preguntaba al ver mi terrible semblante, reí para mis adentros a causa de la preocupación espontánea de la gente, sin saber que yo soy el que menos la merece —Sólo traiga una botella de la bebida con mayor graduación alcohólica que tenga— no podría soportar todo el vuelo sobrio, cada segundo era una tortura. Pero ¿por qué no enviar a alguien más con Pauline? Pues, sería asquerosamente ingenuo si no supiera que mis empleados me odian y tengo la amarga certeza de que aprovecharían la única oportunidad que tienen para manipularme, extorsionarme, torturarme a costa de Pauline. Poco a poco acallé los pensamientos sumiéndome en un colchón de whisky, únicamente un eco lograba penetrar mi estupor 'Pauline'.

'Por el amor de...' la luz y la irritante voz de la azafata pidiendo que baje del avión me traen a la realidad dónde una horrible resaca se hace presente como un golpe. Recordaba algo que hacía un revoloteante eco en mi cabeza, a causa de la excesiva ingesta de alcohol mi mente trabajaba despacio. 'Paul... Pauline' mi passerotto estaba en apuros, y el bastardo que se atrevió a tocarla, muerto. —Ese hijo de perra va a conocer el límite de la escala de dolor— la azafata tropezó con un carrito de servicio exaltada por mi sorpresiva reacción, yo hice el recorrido directo hacia la fila de taxis sin parar por las maletas y sin importar que llevaba un día sin comer, 'Un día sin saber nada de esa niña'.

A pesar de que especifiqué que necesitaba llegar 'ya mismo' a la dirección indicada el maldito conductor quería burlarse de mí —Haste a un lado, bastardo— apunté con el arma que llevaba oculta justo a su lustrosa cabeza y juro que lo asesinaba si no hubiera acatado la orden presa del pánico, presa de aún más pánico cuando no respeté ni una señal de tránsito de camino a casa de Pauline, presa de terror cuando le amenacé presionando de nuevo el cañón contra su sien prometiendo que lo despedazaría si mencionaba el arma a cualquiera (enviaría a alguien a matarlo al día siguiente por si acaso).

Corrí hasta la puerta, pero cuando mi mano hizo contacto con el picaporte me congelé necesitando toda mi fuerza de voluntad para entrar.

—¿Passerotto?— casi susurraba amedrentado por lo incierto, los tablones del suelo crujían bajo mis pies mientras recorría cada centímetro desierto del lugar, al menos parecía desierto. Sin embargo el viento trajo a mí los débiles sollozos de mi passerotto, provenientes de la habitación del fondo.

Ahí la hallé, bañada en sangre. Con el cuerpo en descomposición a un lado suyo, con el arma aún entre sus dedos agarrotados apuntando hacia sí misma.

*Passerotto: Italiano para pajarillo o gorrión

Lienzos CarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora