Capítulo 28

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Todo había pasado como la niebla, borroso y en un instante. Ahora estaba finalmente tras los fríos barrotes.

Al menos Collins estaba al fin muerto, 'Elian Napoli el traficante de arte' seguía siendo sólo un mito, sin embargo 'Elian Napoli el asesino' eso sí que se había convertido en una realidad. Todo sucedió en menos de un parpadeo.

Había esperado tanto tiempo que la muerte de Collins me trajera la paz que buscaba de manera asfixiante que descuidé lo único que en verdad me mantenía en paz.

—Napoli, tienes visita— el oficial en guardia abrió mi celda, salí con pereza y las muñecas esposadas.

***

El cuerpo tibio de Collins derramaba su roja vida sobre el lustroso suelo cinco estrellas. Un pequeñísimo detalle que no logró ver cuando cruzó su ventana abierta, un diminuto detalle que terminó atravesando su cráneo. Así sin más se despide de su vida otro, sin siquiera tener oportunidad para rogar por ella.

Todo había terminado ¿cierto? El peso que creí que me quitaría de encima viendo desde el edificio de enfrente el cadáver flacido de aquel bastardo seguía ahí. Me seguía sintiendo como una mierda.

Luego vino lo peor, una semana después. Cuando recibí una llamada desconocida.

Lo sabía todo, sabía lo que Pauline había hecho y sabía exactamente dónde estaba.

Dijo que podrían juzgarla y condenarla fácilmente por homicidio voluntario. Sabía que era una amenaza real, y moriría yo mismo antes que ver a Pauline siendo condenada por todo lo que yo causé.

—¿Qué quieres de mí, maldita sea? —

—Lo sabes—

Ese mismo día estaba dando mi declaración, mi confesión. "Sí, asesiné a ese bastardo y a su dulce hija en un ataque de ira por haber sido rechazado por ella".

***

El teléfono fue levantado al otro lado del cristal e hice lo mismo para poder escuchar lo que mi visita tenía para decir, su cabello era cano y su mirada dulce hacia mí, a pesar de saber lo que era y había hecho. Por un par de segundos sólo nos quedamos contemplando nuestros rostros, ambos interrogantes ¿quedaba acaso algo que hacer?

—¿Qué fue lo que te pasó?— Linda hablaba con una voz serena y a la vez consternada, como un mar agitado con un cielo despejado —Creo que, para comenzar, nacer— durante las semanas que llevaba en el penal había adoptado cierto aire sarcástico no característico de mí, como si la vida de pronto fuera un chiste, pero uno muy amargo y sin color; dije aquello acompañado de una risa insípida y apuesto a que si me hubieran pinchado con una aguja o quemado con un cigarro me habría dado igual.

Linda reprobó mi nuevo comportamiento, sintió que me había rendido, suspiré —Me pasó lo que tenía qué, y en realidad me parece raro que no haya sucedido antes—

—Jamás creíste en el karma, ni en la justicia y te importa un carajo cualquiera que no seas tú. Fuiste estúpido, precipitado e ingenuo como un novato, y ambos sabemos de quién estamos hablando. Por esa niña dejaste todo, pero tú ya te rendiste—

—Me haces parecer un mártir, Linda. No lo soy— no tenía la intención de dejar que Linda me hiciera sentir mejor, era una mierda y merecía lo que tenía —No estoy diciendo que lo seas, pero por el amor de Dios, Elian ¿te has visto en el espejo?... —

Lienzos CarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora