IX

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― Ya hemos llegado ―anuncié sosteniendo con suavidad el antebrazo de Jungkook. Con mi brazo libre empecé a picar con mi dedo índice la cara de YoonGi, quien, por cierto, se había quedado dormido en el trayecto―. Despierta maldito gato gruñón ―dije un poco cabreado.

Él se movió, sin embargo, solamente fue para darme un manotazo y así poder seguir durmiendo como el buen gandul que era. Bufé con exasperación y decidí dejarlo ahí, si quería seguir durmiendo, que lo hiciera, yo me iría a casa antes de que el maldito autobús se fuese a la siguiente parada.

Tomé, ahora con más fuerza, del antebrazo de mi compañero de asiento y me encaminé hacia las puertas del autobús con pasos furiosos. Observé por última vez a mi amigo, durmiendo sin ninguna preocupación en particular mientras sus labios se encontraban levemente abiertos. Su cabeza descansaba en los hombros de algún desconocido, pero no le di ni la más mera importancia.

Finalmente, salí del vehículo, con un Jungkook un tanto confundido por dejar a mi supuesto hermano en un autobús lleno de personas desconocidas con, tal vez, posibles violadores, mientras él estaba durmiendo.

― No te preocupes, estará bien ―intenté convencerlo, pero ni yo me lo creía―. Él sabe protegerse inclusive durmiendo ―bien, eso sí era cierto.

Hace ya tiempo, cuando aún éramos niños, un mini gato gruñón (YoonGi) dormía en total calma, no obstante, el Dios de la destrucción rompió toda la tranquilidad de la habitación cuando se le cayó "sin querer" un balón en su aniñada cara. Finalmente, él le dio un fuerte golpe en la cara a una pobre persona inocente.

Y, sí, tristemente fui yo.

[...]

Anduvimos alrededor de quince minutos más, hasta que me detuve súbitamente, admirando un destartalado piso.

Las paredes, hechas con ladrillos, tenían en ellas grafitis en abundancia, la única cosa que habían dejado libre fueron las ventanas, cosa que los inquilinos agradecíamos. La puerta principal, hacía ya tiempo, se encontraba un poco floja, pudiendo adentrarse en el piso fácilmente, no obstante, no creo que nadie desease entrar.

Y, sí, muchos dirán que era un lugar de mala muerte para vivir, sin embargo, ellos estaban totalmente equivocados. Este hermoso piso era un sitio ideal en el que residir.

― Hogar dulce hogar.

Agarré con delicadeza la mano de Jungkook, quien observaba con temor el lugar, y le obligué a adentrarse dentro del piso, mientras mi rostro mantenía una pequeña sonrisa.

Subimos unas cuantas, por no decir bastantes, escaleras y finalmente llegamos. Metí la llave dentro de la cerradura y abrí la puerta.

Era cierto que me gustaba el lugar en el que vivía, pero eso no significaba que fuese seguro y era por eso que mi madre compró una buena cerradura con la que ni el más hábil ladrón pudiese lograr entrar.

― Ahora sí, hemos llegado ―dije, volviendo a formar una minúscula sonrisa en mi rostro. Dejé caer mi bolsa en algún sitio de mi casa y me despojé de mis zapatos antes de adentrarme totalmente en casa―. Siéntate en el sofá salón, yo iré a por el botiquín que está en el baño para curarte esas heridas.

Indiqué con mi cabeza dónde se encontraba el salón mientras me quitaba el zapato derecho. Él asintió y, silencioso como un gato, fue a donde yo le había indicado. Yo, a su vez, fui al baño tal y como había dicho para coger el botiquín de primeros auxilios.

[...]

― Kim TaeHyung, ¿qué te he dicho de tirar las cosas al suelo? ―interrogó con furia mi hermana, yendo directa hacia el salón.

¿Qué hacía ella aquí? Era cierto que también era su casa, lo tenía en mente, no obstante, a estas horas Hye aún trabajaba. Me apresuré a agarrar el botiquín para ir rápidamente al salón donde ahora se encontraban esos dos.

Me sostuve del marco de la puerta para no caer por la velocidad que había adquirido y espeté con furia:

― ¿Qué haces tú aquí?

― ¿Cómo que qué hago yo aquí? Esta también es mi casa por si no lo habías notado ―escupió con sarcasmo, observándome ahora con el ceño fruncido también. De un salto se levantó, cruzándose de brazos.

― Deberías estar trabajando ―demandé, ahora fuera de mis casillas. Me acerqué más a ella, haciendo notar la diferencia de altura que había entre los dos. Bajé un poco mi cabeza para verla mejor, mientras ella alzaba su mentón con irritación.

Bufó, dejando de observarme, ahora mirando al suelo―. Metete en tus asuntos, ¿quieres? ―habló ¿afligida?, mientras su tono de voz iba disminuyendo a mesura que terminaba la oración.

No objeté, callé mis quejas al ver su estado. Era cierto que la detestaba, desde hacía unas semanas para ser precisos, pero también era un ser humano con sentimientos y supe que debía dejar la conversación para no lastimarla.

Pasé de largo, escuchando unos pequeños sollozos que salían de sus labios. Fue entonces que comprendí porqué estaba aquí y no trabajando, como normalmente hacía, pero me abstuve a hacer cualquier comentario, haciendo lo que inicialmente iba ha hacer.

Me senté de rodillas en el suelo, delante de Jungkook y abrí el botiquín.

― Bien, empecemos con tu labio, ¿está bien?

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La hermana de Tae en multimedia <3.

La teoría del color ➸ VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora