OTRA VISTA

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Narra Harry:

Tengo que apresurarme. En dos minutos llega Peter y tengo que estar listo. Maldita sea, ¿Dónde dejé mi casaca? Ya casi. Listo, justo cuando suena el timbre.

-¿Nos vamos de una buena ves?
-Claro, no seas gruñón -dije mientras me ponía la casaca.
-¿Sabes algo? Para ser vampiro eres bastante lento, Harry.
-Y tú para ser vampiro eres… -no encontré nada- olvídalo y ya vámonos.

Subimos al Audi A3 que estaba aparcado en frente de mi casa. Yo entré al asiento del piloto y Peter al del copiloto.

-¿A dónde vamos? -pregunté revisando el retrovisor.
-Mierda. Buena pregunta. ¿Dónde no hemos ido?
-Hemos ido a todos lados, al menos si en Londres y en…

Nos quedamos mirando una limosina negra, que pasó por el otro carril de la pista, de la que salía un ruido fuerte que era música, y unas risas. También escuché una voz femenina. Olía a alcohol. Agudicé mis sentidos y en una milésima de segundo me di cuenta de que al menos dos chicas iban en ese coche o mejor dicho limo. Y que era demasiado temprano para que salieran de un club, así que iban a uno. Eran de clase alta. Se notaba en el perfume que llevaba una.

-Vamos donde ellas van.
-Pero… -lo ignoré y arranqué el auto.

Definitivamente iban dos chicas. Probablemente niñitas de papi. Engreídas niñitas de papi. Su limosina se estacionó en frente del el local "Factory" y bajaron de ella, como lo supuse, dos chicas. Ambas rubias y una ebria. La ebria fue detenida por el guardia de seguridad. Su amiga le dijo en el oído al guardia que ella podía pagar para que el pudiera tener una noche caliente en cualquier prostíbulo. El tipo endureció su gesto y las dejo pasar, viejo morboso. La ebria le sacó la lengua, y no sé por qué me pareció condenadamente sexy. Entramos y percibimos que el local olía a alcohol, cigarrillos y sudor. Me distraje buscando donde estaban fumando. Y cuando volteo Peter ya no está. Ahora lo busco a él. Lo encuentro, invitando una copa a la ebria, debo cambiarle el apodo. Será… rubia número uno. Saca tus sucias garras de fenómeno de la rubia número uno.

-Oye discúlpame, me están llamando -dijo Peter en voz alta para que ella lo escuche.
-Yo no oigo que nadie te llame -le respondió.
-Créeme, lo hacen.

Se alejó de ella en dirección a mí. Lo esperé negando con la cabeza.

-Oye, yo la vi primero.

Levantó sus manos.

-Está bien, está bien. Yo iré por su amiga ¿Ya? No te enfades.
-Ya largo.

¿Quién se creyó ese idiota?


-No soy un idiota Romeo.
-Cállate.

Se fue donde la amiga, esta se llama Perrie. Y el bastardo le dijo que se llamaba Jonathan. Idiota.

Me fui a la barra y me senté mirando cómo la gente bailaba. ¿Acaso los mortales tienen el suficiente tiempo para perderlo meneando las caderas? Pasé un rato intentando liberar mi mente. Y vaya lugar para hacerlo. El barman me distrajo de mis pensamientos preguntando "¿Estás bien?" e inmediatamente volteé para ver con que me topaba.
¡Vaya, Vaya! Pero si es mi borrachita preferida. No es más que una minizorrita. No me pondría ese vestido si quisiera algo serio. Ni tanto betún en las pestañas ¡Por todos los cielos! Aunque tengo que admitirlo, está muy guapa. Me encantaría verla en camisa y bragas sentada en mi escritorio. Sí, es una idea muy atractiva. Y tentadora.

La acortejaré, a ver qué tan rápido se le puede bajar la falda.

-No creo que de alguna manera te veas terrible –le dije.

Ella volteó a mirarme instantáneamente y noté que se quedó asombrada. Me estaba mirando los labios. No pude evitar ladear la cabeza. ¿Qué tanto me mira? ¿Acaso tengo un puto bicho en mi cara?

-Gracias por el cumplido –me dice casi sin voz.

¡Wow! En esta sí que tengo un efecto.

-No hay de qué –sonreí provocándola.

Sí, es oficial, le gusto. ¿Pero por qué maldita sea no te sonrojas como las demás? Alzó la vista y sus ojos se quedaron fijos en los míos. ¿Pero que estupidez es la que acabas de hacer? Regla número uno y de oro: Nunca, pero nunca mires a un vampiro a los ojos si este tiene hambre. Como yo.

De repente se retorció en su asiento, e inmediatamente hipnoticé al barman para que no oyera ni recordara nada de lo que hacíamos. El idiota solo asintió y entró. No sé a dónde se habrá metido.

-Lo siento ¿Te hice daño? –pregunté.

No me gusta para nada ver su cara de minizorrita adolorida.

-No, tú no pudiste haber sido. Es imposible

Empuñó sus ojos y por primera vez sentí culpa.

-Es que a veces no me puedo contener –fui lo más sincero en eso.
-¿De qué mierda hablas?

Me miró a los ojos, de nuevo, y mi cuerpo ya había tenido demasiado de esto, tuvo que empezar a reaccionar. No me sorprendería que saliera espantada al ver que todo el contorno de mis ojos y quizá parte de ellos estuvieran al rojo vivo. Lo sé por qué arde. Pero no, ¡Reírse! Empezó ¡A reírse!
Esto no es ninguna gracia. Intenté decirle que se vaya, dos veces. Pero se metió al baño encaprichada. Parece que hoy no bajaré ninguna falda.

Miré al suelo a esperar que desaparezca la sangre y vi un arete de ella. Me agaché y lo recogí. La rubia número uno tiene un buen sentido de la moda. Tenía unas piedras de diamante.

Caminé al baño. Escuché que vomitaba. Pobrecilla, no es muy resistente al alcohol que digamos.
¿Qué minizorrita no va a fiestas a menudo? Me recuesto en la pared junto a la puerta a esperar que salga. Escuché sus pasos acercarse, me paré frente a la puerta dándole un pequeño sobresalto.
Le entregué su arete y ella me miró extraño. ¿Por qué maldita sea no puedo leer su mente? ¿En qué piensa?

-Gracias –dice cortante.

Recoge el arete de mi mano extendida y se lo pone en el lóbulo de la oreja izquierda. Avanzó por mi lado ignorándome por completo. Vaya de espaldas sí que se le ve muy bien, muy bien. Pero no, la rubia número uno al parecer cambió de opinión y volteó.

[…]

-A partir de ahora no recordarás nada de lo que pasará. Nos divertiremos y mañana solo notarás que hemos estado bailando.
-Solo recordaré que bailábamos –terminé mi hipnosis y ella me sonrió. 

Esto estará bueno

Vampire Story (H.S.) | Ella Bel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora