EL ROPERO DE LUCY PEVENSIE

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-No conoces a Harry -dije más para convencerme a mí de eso.
-Él estuvo conmigo ¿Sabes? Es más mujeriego que… Un momento, ¡¿está contigo?!
-Si te lo voy a presentar es porque sí ¡Dah! -escondí un mechón de cabello tras mi oreja.
-¡Te gustan los mayores! -suspiré con alivio, ella no tenía ni idea.
-Si Sarah, pero no me gusta Christian.
-¿Qué? -gritó escandalizada, ni que fuera un delito que no me gustara mi profesor. Mi madre era rara-. Hija, ese hombre es perfecto para ti.
-Es mi profesor -bufé.
-Pero babea por ti.
-Ya no lo creo -rodé los ojos.
-Primero veamos cómo está Harry, y luego ya veremos -metió su mano en el bolsillo de su casaca y sacó un cigarrillo, lo encendió con un fósforo y una cajetilla y empezó a fumar.

<<Y luego ya veremos>>. Odiaba esa frase. Cada vez que la decía, me sucedía algo malo. Pero había un problema más grande aún, si ella conoció a Harry y lo ve exactamente igual que antes… Se va a dar cuenta de que Harry es un… vampiro, ella fue la que me contó la historia. Ella lo sabe.

-Debí hacerle caso a Arthur -murmuré sentándome en la cama, con la vista perdida.
-¿El qué? -preguntó mi madre con el cigarrillo entre dientes, lo tomó entre sus dedos y soltó el humo, que dibujó extrañas formas de color plateado-. De verdad Jane, necesitas un psiquiatra.

Volvió a aspirar el tabaco. Yo dirigí mi mirada hacia ella. Me veía así dentro de muchos años: fumando en el cuarto de mi hija, con unos enormes bucles rubios a lo Marilyn Monroe, luciendo ropa de diseñador en mi propia casa. No, esperen, eso último yo ya lo hacía.
Pedí un cigarrillo a Sarah, que pareció encantada de mi petición y me lo dió ya encendido.

-Abriré las ventanas para que no se condense el humo -dijo ella y así lo hizo.

Repiquetearon en la puerta, unos momentos después que el timbre sonó. Mis manos se congelaron con el cigarrillo a medio camino.

-Pase -murmuré.

El sonido de la perilla al girarse me pareció perturbadoramente lento, la cabeza de Arthur se dejó ver y contuve la respiración.

-El señor Styles la está esperando en la sala, señorita Allen.
-¡Que oportuno! -exclamó mi madre poniéndose de pie de un salto.
-Ya lo creo -balbuceé siguiendo la marcha hacia la primera planta. Las escaleras de pino crujían bajo nuestro peso. Llevé el cigarrillo a mis labios, boté el humo inhalando su olor. Harry estaba de espaldas, fingiendo mirar interesadamente una colección de recuerdos de todos los países que había visitado. Camisa azul noche y pantalones negros, me mordí el labio.
-Tú debes ser Harry ¿no? A los años, y que bien te asientan -saludó mi madre acercándose a él.
-Señora Allen -respondió dándose una vuelta sobre su talón-. ¿SARAH?
-Estás idéntico -susurró ella. Mientras hacía un ademán de tocar su cara, Harry se alejó.
-Ya sé que es lo que pienses, y nada me hará cambiar de opinión -me acerqué al lado de mi novio y me aferré a su brazo.
-Despertará del shock y me odiará -dijo Harry en voz muy baja en mi oído-, ¿la hipnotizo?
-No.

La cara consternada de mi madre cambió de pronto, arqueó una ceja mientras se enderezaba. Fumó y cerrando los ojos habló.

-Te quiero fuera de mi casa, y de mi hija. 

Alcé ambas cejas incrédula. Harry se puso tenso.

-Se va de tu casa y yo me voy con él -la desafié-. Me llega al pedo lo que digas.
-Y tú Jane, sube, tenemos que hablar -abrió los ojos con su ceja depilada aún alzada.
-Ven Harry -lo jalé por las escaleras pero mi "madre" ya se había interpuesto.
-Te casarás con Christian, ya lo tengo todo arreglado.
-¿Qué? -murmuré, mi corazón dió un brinco y mis articulaciones se inmovilizaron.
-Eso, Styles, vete por favor. No eres bienvenido en mi casa.
-¡Que Harry no se va!
-Todos estos años, tratando de protegerte de monstruos como él. Te hará daño -gruñó enojada.
-Estás bien chiflada si crees que -en ese momento me callé por que recibí una bofetada de Sarah. La odié. Llevé mi mano a mi mejilla roja y revisé. Tenía sangre, entonces ya no la odié, la desprecié.
-¡Hija! Lo siento. Yo no, no quize.. yo.. -se intentó acercar pero yo me alejé.
-No debió hacerle eso -dijo Harry furioso, y luego se acercó a revisarme-. Fueron las uñas -dijo tocando alrededor de donde tenía la herida.
-¡Tú no deberías hablar! -le gritó Sarah.
-¡Cállese ya! -explotó Harry-. ¡Si sabe que soy entonces sabe perfectamente que soy mayor, más maduro y civilizado que usted!
-¿Civilizado? -preguntó mi madre riendo, parecía loca-. ¡Ja!
-¡QUE CIERRE LA BOCA! -después de eso Sarah pareció que nunca más volvería a hablar, parecía.

Vampire Story (H.S.) | Ella Bel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora