Lo se, tengo un chingo de cosas por escribir, pero es que me aburro rapido, soy como Junko.
Así que, como dice el titulo, 30 días de kamukoma, mi otp y seguramente el de muchas/os.
¿Soy la única a la que wattpad le va mal o k p2? en fin, da igual, a comen...ou...cocina...esto es KamuKoma...oh...esto no va a salir bien, o por lo menos de forma sana.
-No se, Kamukura, no soy bueno en esto, hasta el agua se me quema- si, así es, aunque suene imposible es verdad.
-No es como si vayas a hacer gran cosa, solo vas a ponerle la crema a los bizcochos- venga, va, Komaeda puede ser un tanto...desastroso, pero no se puede quemar nada cuando no se utiliza fuego.
¿qué qué está pando? bueno, hoy Teruteru recibió una orden grande de pastelillos para un cumpleaños infantil, y necesitaba una mano, para eso le pidió ayuda a Kamukura, y Kamukura para no dejar a Nagito solo con el tonto de Hajime, lo trajo, y así de paso ayuda.
-Ya, pero puedo hacer un desastre- tenía que admitir que estaba más que nervioso, pero tampoco quería ser un estorbo, así que al final aceptó.
Kamukura le pasó una manga pastelera azul. El menor estaba más que confuso ¿cómo lo haría?. Sus inseguridades fueros esfumadas cuando los brazos de Kamukura lo rodearon por detrás, Ambas manos del azabache se posaron sobre el tembloroso par de Komaeda -así, con una mano- explicó. El alvino intentó mantener la concentración en la explicación y no en lo cerca que estaba su manido de su trasero -¿entendido?-.
-¿A-ah? eh ¡si!- Afirmó, aunque muy convencido de ello no estaba, el chico de orbes rojos se alejó, para poder seguir con su trabajo.
Las primeras beses fue un tanto desastrosa y tenía que quitar la nata para volver a ponerla. Era tediOSO, pero habían acordado que les regalarían un pastel cuando terminaran.
-¡Mira Kamukura, lo hice bien!- la felicidad que expresaba por algo tan simple era esplendida. Su marido solo lo miró para luego asentir y proseguir con su trabajo.
Sin darse cuenta, con el codo había golpeado uno de los panecillos, Kamukura tampoco se dio cuenta, por lo que siguieron con su trabajo.
-Kamukura, se me acabó la crema, voy por más- sin prestar atención se fue a llenar la manga pastelera.
-Bien, pero que sea blanca, ya está bien de azul y rosa- el oji-gris asintió desde donde estaba.
En eso, cuando iba de regreso, pisó el pastelillo, cayendo de culo contra en suelo, dolió mucho.
Esto pudo haber acabado ahí, pero no, la manga pastelera no estaba cerrada,bueno, nunca se cierran, por lo que, esta, al haber dado tantas vueltas en el aire, todo el relleno calló todo sobre el alvino, dándole una imagen para nada inocente.
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(no le hagan caso a las copas ;-;).
Kamukura tragó saliva, y es que ver a su esposo en esa situación era más que excitante.
-¡No te quedes ahí mirando, ayúdame!- demandó, jo, claro que lo ayudaría. El mayor se agachó, quedando a la altura, besó el poco de crema que resbalaba por la comisura de sus labios. Nagito gimió, no se lo esperaba -¡k-kamukura, no seas pervertido!- con las pocas fuerzas que tenía intentó alejarlo, pero le era imposible.
