Último regalo

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Tanto portadores como kwamis se quedaron de piedra, ante la "metida de pata" de los últimos.

Siglos, sino milenios, trabajando con los humanos y nunca se habían delatado de esa forma.

- Esto... - tartamudeó Marinette, mientras Adrien solo modulaba, su voz no quería salir.

- Los sentimos – se disculparon al unísono Tikki y Plagg, haciendo una reverencia, avergonzados – se supone que ustedes deben decirle su identidad al otro, no nosotros – agregó Tikki.

- Es-espera – lo detuvo Adrien, desviando su mirada hacía Marinette. Sus neuronas estaban trabajando lo más rápido que podían – Lady...

- Chat... - lo interrumpió la aludida.

Todo este tiempo, siempre estuvieron juntos, tanto como héroes y como civiles. No sabían que decir y hacer. Adrien fue el primero en reaccionar, abrazándola.

- Seré idiota ¡eres tú! Eres tú! - exclamó eufórico, apretándola más contra él.

Mientras la pobre aun estaba aturdida por lo que había descubierto. El amor de su vida, que casi entrega en bandeja de plata a Lila. Con quien soñaba casi todas las noches, era el gato tonto, cabeza dura que cada dos por tres quería golpear, por las tonteras que hacía.

- ¿Mari? - preguntó Adrien al ver que no reaccionaba - ¿estas bien?

- Eh... si si... - respondió nerviosa – es solo... me cuesta creer que eres Chat Noir... es que cambias mucho – aclaró al ver que la cara de Adrien se descomponía. Hasta pudo ver las orejas, gatunas, bajar de tristeza.

- ¿Marinette?¿Adrien? ¿qué hacen afuera? - preguntó una quinta voz. Asustandolos.

Por acto reflejo se separaron, tratando de ocultar a los kwamis, quienes se habían escondido en sus escondites habituales. Cuando sus vistas quedaron en dirección a quien los llamó, no pudieron evitar gritar.

- ¡Mamá!

- ¡Señora Dupain-Cheng!

- No los quiero molestar, pero esta helando... porque no continúan conversando adentro – ofreció inocente. Sin saber "que era" lo que estaban conversando.

Ambos se miraron por un segundo, dudosos de que responder, en especial Adrien que, con la aparición de la mamá de Marinette, había vuelto a la realidad y con ello la hora.

- No-no no lo sé – tartamudeó, mientras veía la hora en el celular – yo, debería estar volviendo a mi casa – aclaró, sin poder ocultar el disgusto que le daba irse.

En ese momento, y ni que lo hubiera invocado, sonó su celular. Era su padre, que preocupado, lo llamó para saber donde estaba.

Adrien le dijo la verdad, que había ido a dejar a Marinette. Hasta ahí todo perfecto, por lo que se aventuró a preguntar si podía quedarse un rato en casa de ella.

- Necesito que regreses ahora. Mañana tienes sesión de fotos, por la mañana – respondió serio y cortante.

Tras unos minutos cortó la llamada. El chico no pudo evitar suspirar resignado. Marinette y su mamá lo miraban expectantes.

- Lo siento, debo volver – dijo en tono de disculpa.

- No te preocupes Adrien, en otra oportunidad – dijo amable la mamá de Marinette. Adrien asintió – los dejo que se despidan – agregó a modo de despedida.

Apenas volvieron a quedar solos, los chicos se miraron tristes.

- Bueno... nos vemos el lunes – dijo Adrien, triste.

Cumpleaños EspecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora