Capítulo 15: A este no lo puedes meter en el microondas.

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Era un día más en el piso que compartían ciertos jóvenes y, de momento, no había ninguna novedad

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Era un día más en el piso que compartían ciertos jóvenes y, de momento, no había ninguna novedad.

Todo seguía como de costumbre; Uraraka estaba trabajando, Midoriya salía a hacer la compra, Bakugou permanecía en su habitación viendo la televisión, Kaminari y Kirishima intentaban tener su momento de intimidad y Todoroki se hallaba encerrado en su queridísimo cuarto.

—¿Crees que hoy podamos…? —inquirió Denki mientras se situaba encima de Eijirou con una sonrisa traviesa.

Pero antes de que el pelirrojo pudiera responder, alguien comenzó a tocar repetidamente la puerta de la habitación, haciendo que Kaminari pusiera mala cara y Kirishima suspirase algo frustrado.

—¡¿Por qué no podemos tener solo un momento?! —se quejó el rubio, saliendo de la cama y abriendo la puerta.

Y ahí se hallaba Todoroki Shouto.

—¿Qué ocurre…? —inquirió el rubio cambiando su expresión a una dudosa al ver lo que llevaba aquel tipo de cabello bicolor.

—¿Me lo puedes cuidar? —preguntó con serenidad mientras alzaba un mapache entre ambas manos.

—¿Un mapache…? —dudó Eijirou al acercarse a ver.

—¡¿Has tenido un mapache en tu habitación todo este tiempo?! —señaló Denki.

—Necesito ir a por su comida. ¿Me lo cuidas? —prosiguió el de cabello bicolor sin inmutarse.

—¿Esto tiene trampa o algo…? —agregó el rubio sin fiarse de ello.

No era normal que, después de tanto tiempo, recién Todoroki sacara al animal que tenía en su habitación.

Se suponía que solo tenía a Mekomo Lakaka, pero, lamentablemente, fue asesinado en el microondas.

Y, además, nadie había visto a Shouto entrar con un mapache al piso… ¿O sí?

—¿Y no lo puedes dejar en tu habitación como, supongo, siempre has hecho? —volvió a inquirir Kaminari.

—Tardo mucho tiempo en conseguir su comida. No puede estar solo más de cuatro horas —aclaró Shouto mientras seguía levantando con ambas manos al mapache.

—¡Supongo que podemos encargarnos! —intervino Kirishima con una sonrisa.

—¡Pero la otra vez matamos a su canario! —replicó Denki; la idea de quedarse con ese animal no era de su agrado.

—No importa —comentó Todoroki dejando a su mascota en brazos de Kaminari—. A este no lo puedes meter en el microondas.

—¡¿Y por qué no se lo pides a Bakugou?! —siguió insistiendo el rubio.

Ante la mención de aquel nombre, Shouto evadió la mirada con un leve rubor en sus mejillas y se alejó lentamente.

—¡Espera! —detuvo Kirishima—. ¿Tiene nombre?

—Mekomes —respondió Todoroki.

—¿Mekomes? —dudó el pelirrojo.

—Mekomes Lapoya.

[...]

—¿Cuánto te debo? —inquiría cierto hombre extraño.

—Con 3000¥ es suficiente —respondió Izuku.

[...]

—Y… ¿ahora qué hacemos con esto? —interrogó Denki mientras intercambiaba miradas con el adorable mapache.

—Todoroki dijo que iba a buscarle comida, pero… —comenzó Kirishima mientras sacaba su móvil y abría Google—. Aquí pone que los mapaches comen cualquier cosa.

—¿Y entonces por qué dijo que tardaría más de cuatro horas? —siguió Kaminari levantando una ceja más que la otra—. Tenemos una tienda al frente...

Ante aquella duda existencial, la joven pareja se encogió de hombros.
Segundos después, Denki comenzó a sentir un profundo dolor en su brazo; el mapache le estaba mordiendo.

Reaccionando ante aquella sensación, y por instinto, Kaminari soltó al mapache, el cual corrió en dirección a la habitación de Todoroki, pegó un salto aferrándose a la puerta, utilizó sus garras para abrir el candado que tenía puesto y giró el pomo de dicha puerta, entrando rápidamente y dejando el cuarto medio abierto.

Pero lo que hizo que Kaminari y Kirishima se miraran sorprendidos y nerviosos no fue ver en acción a aquel mapache, el cual parecía estar amaestrado; lo que les sorprendió fue haber visto la puerta de la habitación de Todoroki abierta.

—¿Qué deberíamos…? —dudó Denki tragando saliva.

Porque Shouto nunca había mostrado su cuarto. Ninguno había visto su interior y, probablemente, tendría muchas cosas raras dentro.

Y... dicen que la curiosidad mató al gato.

[...]

× Algunas convivencias de Todoroki Shouto ×

Todoroki Shouto, al tener un agradable aspecto a la vista y ser tranquilo aparentemente, no tenía problemas en alquilar una habitación en la que vivir.

Decidió irse de casa, no sin antes llevarse una buena cantidad de dinero de la empresa de su padre, y emprendió rumbo a buscar el hogar perfecto.

Podía alquilar su propio piso, pero Shouto tenía la sensación de que una habitación era mil veces mejor.

—¡Por supuesto que puedes quedarte! —exclamaba la joven Ashido al ver a tal guapo hombre querer alquilar un cuarto—. ¡Dame un segundo, que se lo digo a Tooru!

A decir verdad, su primera convivencia le resultó bastante aburrida.

Todoroki tenía la sensación de que necesitaba compañía, así que, al ver en las noticias que una tal duquesa había comprado un canario único y precioso, Shouto ansió tenerlo en su poder.

Y eso hizo.

Un día cualquiera, se infiltró en el palacio real y secuestró al canario sin que nadie se diera cuenta; básicamente, y gracias a todo el dinero que poseía, se encargó de comprar todo lo necesario para un secuestro perfecto.

Así, con un nuevo compañero al que apodó Mekomo Lakaka, regresó a su habitación en el hogar de Ashido Mina y Hagakure Tooru.

Pero, sin querer, un día cualquiera, incendió la casa.

Cuando ambas chicas se habían ido de compras, Shouto quemó todo y, al ver que le era imposible apagarlo, cogió sus cosas y se fue.

Que conste que no era su intención.

Después, le cayeron varias denuncias, pero el dinero movía todo, así que el de cabello bicolor no tuvo problema en conseguir un buen abogado y sobornar a gente.

[...]

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Compartiendo piso con imbéciles [Boku no Hero Academia] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora