𝖈𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 4

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LECCIÓN 1: LA VIDA NO ES JUSTA. PERO SIGUE SIENDO BUENA, AUNQUE NO LO PAREZCA.

Fue una ola de confusión mezclada con pánico. El titán desapareció dejando solo un rastro de humo a su alrededor. Parpadeó un par de veces. Eso sucedió hace un par de segundos.

Aquel titán... causó todo un caos en menos de un minuto. Sintió un temblor inquietante en su pecho, todas las personas a su alrededor corrían con terror mientras trataban de no mirar atrás. Claro, ¿Quién sería capaz de voltear y ver como los titanes lo seguían o ver como su gente era devorada sin más? Nadie, nadie sería capaz de mirar atrás y ver como devoraban a una persona.

—T-tenemos...—balbuceó Armin, pero se detuvo cuando distinguió a su amigo caminar entre las personas— ¡Eren!

—Mi casa... mi casa está por allá—señaló, con la mirada perdida. Su casa estaba a tan solo unos kilómetros de la muralla—. Mi mamá está allá.

—Mis padres...—susurró Cassandra

Sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia la multitud. ¡Sus padres estaban en su casa! ¡Ambos estaban por irse a dormir cuando ella se fue! Ellos... ellos deben estar a salvo.

Corrió y esquivó a todas las personas. Sus padres estaban bien, estaban a salvo. Llegaría a su casa y todo estaría en orden, sus padres la abrazaran y le preguntara si estaban bien. Tomarían sus cosas e irían a ayudar al abuelo de Armin y a él. En el barco se encontrarían con los Jaeger y Mikasa.

Sí, así tenían que ser las cosas.

Dobló en la siguiente calle. Jamás se imaginó ver tal atrocidad. Nunca en su vida se le pasó por la mente que llegaría el día en que estaría completamente sola. Siempre pensó que sus padres estarían ahí.

Que equivocada que estaba.

— ¡Mamá! ¡Papá!—gritó con desesperación y aumentó la velocidad

Su cuerpo se arqueó y el asqueroso vomito quiso escapar por su garganta, sus piernas se debilitaron y cayó frente a los escombros de su casa.

—No...—susurró. ¡Estaba viviendo una pesadilla! ¡Una ma...! Su respiración se cortó—. Es igual a mi sueño.

Por eso despertó llorando y agonizando de dolor. Estiró su mano y la dejó reposar sobre el rostro que le regaló más de una sonrisa.

—Papá...—sollozó. ¡No, no, no! ¡Debía ser un error! Su otra mano chocó contra el charco de sangre que salía por el inmóvil cuerpo de su padre—. No... por favor... tú no...

Estaba debajo de una gran pila de ladrillos y cemento.

—Despierta...—por más que lo movía, su padre no reaccionaba— ¡Despierta, por favor! ¡Llegué a casa como lo prometí!

Buscó con desesperación algún rastro que indicara que su madre estaba bien. Que estaba a salvo y que estaba buscándola.

— ¡Mamá! ¡¿Dónde estás?! ¡Ya llegué!

Se detuvo. Su madre jamás dejaría a su padre en esa forma, por más que su padre le pidiera que huyera, ella se hubiera negado. ¿Eso quería decir que...? Un desgarrador llanto escapó por sus labios.

— ¡Mamá! ¡Estoy acá! Por favor... ¡Por favor, necesito tu ayuda!

Ignoró ese malestar en su estomago y siguió sacando todos los escombros del cuerpo de su padre. ¡Él iba a estar bien! Lo llevaría al lado seguro y los médicos lo revisarían. Encontraría a su madre y todo volvería hacer como antes.

Solo necesitaba... sacar esa enorme pila de ladrillos.

Un temblor sacudió todas las pequeñas piedras a su alrededor. Se alertó. Tenía que ser una broma. A unos metros de ella, un pequeño titán caminaba con lentitud hacia ella; tenía los ojos grandes y la nariz chata. Apenas tenía pelo.

Sin poder evitarlo, una risa se le escapó.

Era un sueño, otra vez estaba dormida. Sus padres la despertarían a mitad de la mañana como siempre, o incluso a la madrugada, le dirían que todo estaría bien y que pronto esas pesadillas iban a acabar. Cassandra se lo creería, pero no volvería a dormir hasta que el sol se vuelva a ocultar.

—Esto... ¡esto es un sueño!—carcajeó. Su pecho se oprimió y siguió diciendo una y otra vez que todo era un sueño—. Solo tengo que despertar.

¡Despierta! Su padre le dijo una vez, cuando le contó que en una de sus pesadillas ella no podía despertar, que solo tenía que pellizcarse los brazos hasta que abriera los ojos. ¡Despierta, Cassandra! ¡Tus padres te esperan!

Cerró los ojos.

— ¿Debo ser un padre sobreprotector y decirle a ese niño que mantenga sus manos lejos de ti?—preguntó su padre y miró de reojo a Eren

—No debes hacerlo, solo somos amigos—susurró con las mejillas enrojecidas

No pudo evitar sonreír. Ese día fue cuando se los presentó. Estaba tan emocionada por que sus primeros amigos iban a conocer a sus padres, quería que todo salga como lo planeó.

Abrió los ojos.

— ¿Por qué...? ¿Por qué nos estamos alejando de mi padre, señor Hannes?—inquirió en voz baja. El titán caminó hacia los restos de su casa y empezó a lanzar los escombros a todos lados. Dejó libre a su padre—. Tienes que bajarme, pronto despertaré, no te preocupes. Mi padre no está muerto, solo es otra de mis pesadillas.

El titán lo alzó entre sus delgados y pequeños dedos. Harry no se movió ni por un segundo, ni siquiera luchó o gritó cuando el titán le arrancó uno de sus brazos, seguido de una pierna para luego terminar aplastándole la cabeza.

—Solo es una pesadilla...

Hannes se tensó. Claro que era una pesadilla, todo lo que estaba sucediendo era una pesadilla, pero era real.

Lo siento, Harry. Lamento no haber llegado a tiempo.

¿Cómo fue que todo se destruyó? Los cien años de paz, destruidos en menos de una hora.

Cassandra pareció ajena a todo cuando Hannes llegó hacia la casa Jaeger y la soltó. Su mirada no se apartó de la dirección en donde estaba su casa. Todo era una pesadilla, pronto despertaría, capaz su madre le tiraría agua para despertarla al ver que ella no podía.

Sin saberlo, se había encerrado en una burbuja que en cualquier momento iba a estallar al darse cuenta que todo era real. Y lastimosamente, su padre y su madre estaban muertos.

— ¡Hannes! ¡Gracias a Dios! ¡Toma a los niños y huye!

—No me tomes a la ligera, Carla. Voy a matar al titán y los salvaré a los cuatro—aseguró el rubio y corrió hacia el titán de dos metros que caminaba hacia ellos con su aterradora sonrisa

— ¡Espera, no puedes luchar contra él!

— ¡Cassandra!—gritó Eren y gruñó cuando trató de mover una madera por su cuenta— ¡Necesito tu ayuda!

La albina ni siquiera le dedicó una mirada.

— ¡Cassandra, responde! ¡Ayúdame a sacar a mi mamá de acá!

Mikasa obligó a Eren a guardar silencio y se acercó a su amiga. Con tan solo un roce suyo, Cassandra se sobresaltó.

— ¿Cas...? ¿Estás bien?

Le dedicó una sonrisa y asintió.

—Estoy bien, no te preocupes, pronto despertaré—contestó

— ¿Despertaré?—la pelinegra frunció el ceño. ¿De qué estaba hablando?

—Así es, esto es solo uno de mis tantas pesadillas.

Sintió lastima por su amiga, pero no dijo nada, solo asintió. Todos tenían una forma de enfrentar la realidad, y Cassandra tarde o temprano tendría que hacerle cara a la realidad. Por más que le duela, ya no había marcha atrás. Ahora esta era su vida.

—Lo siento, Cas.

survivor━eren jaeger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora