Cap.6

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-¿Lionel Harvelle? ¿A qué idiota se le ocurre mezclar su nombre con el de SuperMan?

-A él y a tí, Edward Parker.-Contestó Beth riendo. Recordó el nombre que había dado una vez su hermano al tener que ir al hospital por un accidente que tuvo.-Además, Lionel no es el nombre de Superman, sino el de uno de sus principales enemigos en su edad temprana, siendo el padre de Lex...

-Calla y sigue con los deberes.

-¿O si no qué? ¿Me taparás la boca con tus redes de araña?

-No me des ideas. Tengo ahí algo de cinta americana.

-Hablando de ideas...

-No, Beth, sigue haciendo los deberes que luego se te va a hacer muy tarde para ir a comprar.

-Para el carro. Repite, ¿tengo que ir a hacer la compra?

-Sam y yo vamos a trabajar, no a vaguear.

-No, claro, no vas a dejar tu hombro para que la despampanante novia del tío muerto se desahogue.-Reprochó Beth apretando con fuerza el bolígrafo y escribiendo.

-No sabes si está buena.-Beth paró de escribir y lo miró con incredulidad.

-Imbécil.-Suspiró.-Lo decía con sarcasmo.

-Pues yo no.-Dean rió divertido y contagió a la pequeña.-Y no tengas tan poco respeto por la víctima, por favor. 

-Lo que tú digas... 

Al poco tiempo salió Sam elegantemente vestido. Aquel traje gris le quedaba realmente bien, aunque Beth ya estaba acostumbrada a verlo vestido así, cuando fingían ser parte del FBI para conseguir información de primera mano. Dean se escabulló hacia el baño. Mientras, Beth le enseñó el sobre a Sam y Aurora continuaba con afán su dibujo.

-¡Es fantástico!-Exclamó tras terminar de leer.-¡Le queda poco! Me alegro que esté bien, aunque no debería jugar tanto a ser cazador.

-Sam, ¿cuándo os váis a dar cuenta de que vuestro hermanitos están creciendo? Nick va a cumplir dieciocho este año.-Beth contestó sin mirarle hasta el final.

-Nos daremos cuenta cuando haya una mini-Beth correteando por aquí y sus llantos nos desvelen por las noches.-Contestó Dean saliendo del baño, ya arreglado también.

-Si eso es lo que necesitas...

-No Beth. Eso no.-Dean intuyó por donde iba su hermana al suspirar de aquella manera.

-Nos vamos.-Anunció Sam riendo.-Ahora, vamos, Dean... 

-No he terminado, espera. He luchado para mantenerte virgen hasta ahora. No lo estropees.

-¿Quién te ha dicho que no has fracasado?-Beth miró a su hermano pícaramente, apretando los labios para no reír.

-Mary Elizabeth Barbara Winchester.-Pronunció Dean acentuando cada una de las palabras.

-Cada vez añades un nombre más. ¿Barbara? ¿Un poco anticuado, no?

-Vámonos Dean. El experto en bromas debería darse cuenta de cuándo le hacen una.

-Espero que sea así... He cambiado de idea, no vayas a hacer la compra. ¿Me has entendido?

-Adiós, chicos.

-¿Qué es "ser virgen"?-Preguntó Aurora inocentemente.

-Dean te lo explicará encantado cuando regrese. Es un experto en ello.-Contestó Beth volviendo a escribir en su cuaderno.

Sam empujó a su hermano hacia fuera de la habitación. Beth observó como se marchaban a bordo del impecable Chevrolet Impala del 64, la amada esposa de su hermano mayor. Antes de salir por la puerta, Dean había torcido el gesto al no saber si estar complacido o enfurecido por la última broma con la que se habían despedido. Decidió ignorarlo y preguntarle a Sam la dirección de la casa de la primera víctima.

Beth, en cambio, continuó hasta acabar con todos los deberes y siguió estudiando química. Aurora se mantuvo callada, tanto que al terminar de colorear se puso a jugar con sus muñecas y sus coches en silencio, sin prestar atención a la mayor, que estaba frustrada y bufaba cuando se equivocaba. La formulación le daba un horrible dolor de cabeza. Tras cuatro horas sin interrupciones, Beth estaba bastante cansada después de ese agotador día. Todavía había luz, así que decidió ir a la tienda 24 horas que estaba al final de la calle desde el motel y comprar algo para cenar. Como llevaba el pijama, se vistió con una camiseta de color negro de tirantes, unos vaqueros y sus botas. Recogió su cabello en una cola bien alta y cogió un poco de dinero de debajo de un salero.

-Escúchame, Aurora. Volveré enseguida. ¿Sabes dónde está el teléfono de emergencia?

-En la maleta de Dean.-Contestó la pequeña.

-¿Y qué pasa si no he vuelto cuando la aguja grande del reloj está en el nueve?-Preguntó señalando el reloj de la pared.

-Llamo a Sam.

-¿Y cómo se hace eso?-Aurora la miró y empezó a explicarle con palabras incoherentes, así que la mayor le pidió que se lo mostrara. La niña rebuscó en una maleta negra y lo encontró. Le enseñó como buscaba en la lista de contactos los dos primeros números, los de Sam y ella.-Perfecto, no tardaré en volver.- Le dió un abrazo y un beso.-Por cierto, ¿sabes si hay sal?

La pequeña se encogió de hombros y siguió en su mundo imaginario donde todo era blanco o negro, sin puntos medios. Beth se marchó, y como todavía no habían llegado sus hermanos, cerró la puerta con llave. Se sintió un poco mal por encerrarla, pero era la única manera de estar más tranquila con una niña pequeña sola.

Bajó hasta la recepción y, sin entrar en ella, puso rumbo a la calle. Con paso seguro se dirigió a la tienda. Hacía un poco de frío, bastante a decir verdad. Pensó en volver a por su chaqueta, pero la tienda estaba cerca y no pasaba nada por coger un poco de frío.

-Buenas noches.- Dijo el hombre detrás del mostrador a Beth al entrar en la tienda.

-Hola.- Saludó la chica. No observó que ese hombre la miraba mientras se agachaba a coger unas latas de refresco. Intentó llevarse consigo un par de botellines de cerveza para sus hermanos, pero aquel tío la amonestó por intentarlo.

En la tienda sólo habían dos chicos más a parte de ella, que se rieron al ver que sus intenciones habían sido fallidas. Beth no los miró, pero por el grave tono de voz, deberían ser de su edad. Siguió a lo suyo y se paseó un poco por la tienda evitando encontrarse de cara con aquellos chicos. Cogió los refrescos, algunas cosas precocinadas y dos paquetes de sal. Justo en el mostrador, mientras el hombre pasaba los objetos por la máquina, agarró palomitas y algunas barritas de chocolate.

-Oye, tú eres...-Cogió un papel e hizo como que leía.- ¿Beth?

-Sí. ¿Ha oído hablar de mí o algo?

-No. Tu padre, bastante joven, ha dejado algo en la trastienda para tí.

-No... Tengo padre, sería mi hermano. Y ese no es su estilo.-Explicó mientras metía todo en la bolsa y le daba el dinero.- Si tiene algo, me lo daría ahora, en persona, así que...

-Te he dicho que hay algo para tí, Beth.- Dijo agarrándole la muñeca fuertemente.

-Y yo te he dicho que no voy a entrar ahí.- Contestó la chica soltándose y se dispuso a salir de la tienda.

El hombre cerró la puerta antes de que pudiera poner un pie fuera.

Beth WinchesterWhere stories live. Discover now