Esperé, y esperé. Una, dos horas. Pero él nunca llegó y podía entenderlo. Su casa era lejos. Aunque me preocupaba que algo le haya pasado. Volví a casa, algo desilusionada, no es que me enojaba que haya faltado, sino la posibilidad de que me haya tomado el pelo. Mike no parecía un chico... así. Creo.
— ¿Volviste temprano? —me pregunta Henry— ¿Que hicieron?.
— Eh, nada. No nos vimos —contesto intentando no sonar desanimada— ¿Y tus amigos?.
— ¡Aquí estamos, nena!.
Victor sale haciendo un tipo de... baile con su cintura y con un tazón de palomitas en manos. En cambio, Belch parece más normal, sonriente y con unas cervezas. Patrick hace extraños ademanes con sus manos.
— ¿Que tal tu cita? —pregunta Patrick con un tono pícaro.
— No era una cita —niega Henry.
— No era... Una cita —digo.
Noto un raspón en la frente de Belch, y uno aún más pequeño en la mejilla de mi hermano.
— Hey, ¿se pelearon? —se miran nerviosos— ¡Si! ¡Volvieron a pelear! ¿¡Con quien?!.
— N-No se de que hablas... chica —Belch levanta sus pulgares.
— No peleamos —dice Patrick encogiéndose de hombros.
— Es imposible razonar con ustedes.
— ¿Quieres palomitas?.
Victor me extiende el tazón, aprovecho la poca distancia para tomar su oreja y pellizcarla.
— ¡Au!.
[...]
Despierto acalorada, hacia un calor del diablo y el sol estaba en lo más alto del cielo, lo que lo hacía menos soportable.
— ¡Despierta, enana cabrona! —la puerta se abre, Henry entra— El desayuno está listo.
— Son las seis de la mañana, idiota. ¿Por qué tan temprano?.
— Porque papá no está y yo mando aquí.
— Claro, claro.
[...]
Salgo de casa un momento, y voy hacia el parque junto a mi mochila de mi banda favorita. Cuando Henry y sus amigos beben de más, son insoportables. Era mejor salir hasta que se vayan.
Llego al parque y me siento en una banca. Seguidamente saco mi libreta y lápiz y empiezo a dibujar.
— Lindo dibujo —dice un chico,una voz que conocía. Levanto la mirada y ahí estaba él.
— Hola, Mike —le saludo.
— Siento no haber ido ayer.
— ¿Sucedió algo?.
— No quiero problemas con tu hermano, pero... Fue él la razón por la cual no vine —frunzo el ceño.
— Ay no, ¿que te hizo? —Me levanto y tomo su rostro entre mis manos, enseguida veo en su frente un raspón.
— E-Eh, me tiró una piedra —ríe— Pero unos chicos me ayudaron.
— ¡Lo sabía! Esos malditos hicieron algo ayer —me lamento— de verdad siento lo que pasó.
— Tranquila.
Me muestra una sonrisa tranquilizadora. Ahora que le veía mejor. Era muy bonito. Tenia mejillas un poco gorditas, y se marcaban hoyuelos cuando sonreía.
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