Capítulo 15

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       Salía de gimnasia, como todos los martes, e inmediatamente me dirijo a la cantera, como solía planearlo para verme con Mike.

— Te quiero acá en media hora —dice Henry señalando la carretera— No te esperaré más.

— Sí, sí —ruedo los ojos, pero luego le sonrío— ¡Gracias!.

      Corro por el bosque hasta finalmente llegar.  Lo veo de espaldas a mí, sentado sobre una enorme roca, y mirando hacía las tranquilas aguas.

  Sigilosamente me acerco a Mike, y cubro sus ojos con mis mano. Beso su cuello un par de veces, de inmediato comienza a reír.

— ¿Bebé? —pregunta.

— Así es —afirmo, quitando mis manos de su hermoso rostro— Te extrañé.

— Y yo a ti, linda.

  
        Me siento junto a él, entonces toma con delicadeza mi rostro y depositando un beso en mis labios.  El beso no duró ni seis segundos, pero fue suficiente para hacerme sentir un enorme cosquilleo en mi estómago.

— ¿Cómo te va en el colegio? —me pregunta, y rápidamente me acomodo en su hombro.

— Bien, supongo, ya estoy harta, ¡es mucho para estudiar! —exclamo frustrada— Pero en fin, ¿ya hablaste con tu abuelo?.

— S-Si, quizá en unas semanas ya estaré de regreso en el pueblo —comenta, ambos muy entusiasmados sonreímos.

— ¡Al fin! Una vez que te mudes no te dejaré en paz, ¿Sabes?.

— Bueno... quizá no quiero que me dejes en paz —Mike besa mi frente— Ya quiero que podamos vernos con más frecuencia.

— Igual yo —suspiro— Aunque sólo debemos ser pacientes, falta poco.

— Tienes razón.

       Enrollo mis brazos en su torso, y él coloca los suyos por mis hombros. En silencio nos dedicamos a mirar el atardecer.  Pronto siento sus caricias en mi cabello, y me di cuenta de cuánto me hacía falta tenerlo día a día en mi vida.

  Pero no, mi padre es un tarado, sus reglas son estúpidas, y eso me impide ver a Mike al menos dos veces en la semana.

— Mi abuelo quiere conocerte —dice él riendo— Creo que se dio cuenta porque escapo de la granja para venir hasta aquí.

— Es difícil no darse cuenta, es decir, te traigo loco, admitelo —digo yo con aires de grandeza.

— ¿Tanto se nota?.

— Un poquito, sí.

    Ambos reímos. Lo miro fijamente, y lo beso con rapidez y sonriente.

— Creo que nos hace falta una buena sesión de besos, ¿no?.

— ¡En efecto! —exclama, y se abalanza a mí.

       Sus manos bajan a mi cintura, y me apega más a su cuerpo. De inmediato empieza una "competencia" por quién daba el beso más intenso. En realidad, nos reíamos como idiotas, pero le daba el toque de magia al momento.

— ¡Creo que...! —exclama nervioso, levantándose de la roca y dejándome ahí— Y-Yo,  sabes... Ahm, creo que es tarde, ¿no?.

  Coloca su mochila delante de su cuerpo, bajándola cada vez más abajo. Noto su sudor, y nerviosismo.

— T-Te acompaño —dice caminando de una manera extraña— Perdón, es que... Me siento un poco mal.

— ¿Estas enfermo? —me levanto y camino hacía el.

    Compruebo que no tenga fiebre ni nada por el estilo, pero no, no tenía fiebre.

— Sólo... vamos, ¿si?.


[...]

— ¡Y se puso como un loco! Comenzó a sudar, y dijo que se sentía mal —le explico a los chicos— No sé que le agarró.

       Victor se aclara la garganta y ríe levemente, de inmediato evita mi mirada.

— Sabes que es normal, ¿no? —Belch comienza a reír pero Henry lo golpea con mucha fuerza— ¡Oye!

— Déja de hablar de eso con mi hermana —le reclama— ¡Es una niña! Inútiles.

— No entiendo.

— Mejor que no.

 
     Henry estaciona el auto de papá frente a nuestra casa, entonces todos bajamos de inmediato. Nuestro padre no estaba, por lo que teníamos la noche libre de regaños y podíamos estar tranquilamente.

     Lo que pasó con Mike me dejó algo confundida, ¿que le había pasado? ¿Y por qué los imbéciles no querían decirme que fue?.



[...]



— ¡Tú eres la nena que no quería ir! Yo te insistí y no quisiste —se queja Richie.

— En mi defensa, la calle estaba muy oscura, ¿Sabes que podría pasar? ¡Un drogadicto pudo atacarnos! —se defiende Eddie.

— L-Los dos s-son unas nenas —los calma Billy.

— Me ofenden, yo soy una nena y no por eso actúo como ustedes —digo.

— Mhm, tal vez —Stan se encoge de hombros— Ustedes sólo son cobardes.

— Mira quién lo dice —dice Ben rodando los ojos.

    
      Mientras ellos hablaban miro hacía todos lados, y en la entrada, caminaba un grupo de chicos. Nunca los había visto, quizá eran nuevos. Al momento de pasar frente a nosotros, uno de ellos me mira y me guiña un ojo. Lol, jamás me había pasado algo así.  El único chico lindo que me hacía caso era Mike, pero él es mi novio.

— Oye, cierra la boca, te entrarán las moscas —Richie sacude su mano frente a mis ojos.

— Idiota, no sé de qué hablas.

— No me engañas —canturrea Stan— sólo no le rompas el corazón a Mike.

— ¡Callense!.











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