Salía de gimnasia, como todos los martes, e inmediatamente me dirijo a la cantera, como solía planearlo para verme con Mike.
— Te quiero acá en media hora —dice Henry señalando la carretera— No te esperaré más.
— Sí, sí —ruedo los ojos, pero luego le sonrío— ¡Gracias!.
Corro por el bosque hasta finalmente llegar. Lo veo de espaldas a mí, sentado sobre una enorme roca, y mirando hacía las tranquilas aguas.
Sigilosamente me acerco a Mike, y cubro sus ojos con mis mano. Beso su cuello un par de veces, de inmediato comienza a reír.
— ¿Bebé? —pregunta.
— Así es —afirmo, quitando mis manos de su hermoso rostro— Te extrañé.
— Y yo a ti, linda.
Me siento junto a él, entonces toma con delicadeza mi rostro y depositando un beso en mis labios. El beso no duró ni seis segundos, pero fue suficiente para hacerme sentir un enorme cosquilleo en mi estómago.— ¿Cómo te va en el colegio? —me pregunta, y rápidamente me acomodo en su hombro.
— Bien, supongo, ya estoy harta, ¡es mucho para estudiar! —exclamo frustrada— Pero en fin, ¿ya hablaste con tu abuelo?.
— S-Si, quizá en unas semanas ya estaré de regreso en el pueblo —comenta, ambos muy entusiasmados sonreímos.
— ¡Al fin! Una vez que te mudes no te dejaré en paz, ¿Sabes?.
— Bueno... quizá no quiero que me dejes en paz —Mike besa mi frente— Ya quiero que podamos vernos con más frecuencia.
— Igual yo —suspiro— Aunque sólo debemos ser pacientes, falta poco.
— Tienes razón.
Enrollo mis brazos en su torso, y él coloca los suyos por mis hombros. En silencio nos dedicamos a mirar el atardecer. Pronto siento sus caricias en mi cabello, y me di cuenta de cuánto me hacía falta tenerlo día a día en mi vida.
Pero no, mi padre es un tarado, sus reglas son estúpidas, y eso me impide ver a Mike al menos dos veces en la semana.
— Mi abuelo quiere conocerte —dice él riendo— Creo que se dio cuenta porque escapo de la granja para venir hasta aquí.
— Es difícil no darse cuenta, es decir, te traigo loco, admitelo —digo yo con aires de grandeza.
— ¿Tanto se nota?.
— Un poquito, sí.
Ambos reímos. Lo miro fijamente, y lo beso con rapidez y sonriente.
— Creo que nos hace falta una buena sesión de besos, ¿no?.
— ¡En efecto! —exclama, y se abalanza a mí.
Sus manos bajan a mi cintura, y me apega más a su cuerpo. De inmediato empieza una "competencia" por quién daba el beso más intenso. En realidad, nos reíamos como idiotas, pero le daba el toque de magia al momento.
— ¡Creo que...! —exclama nervioso, levantándose de la roca y dejándome ahí— Y-Yo, sabes... Ahm, creo que es tarde, ¿no?.
Coloca su mochila delante de su cuerpo, bajándola cada vez más abajo. Noto su sudor, y nerviosismo.
— T-Te acompaño —dice caminando de una manera extraña— Perdón, es que... Me siento un poco mal.
— ¿Estas enfermo? —me levanto y camino hacía el.
Compruebo que no tenga fiebre ni nada por el estilo, pero no, no tenía fiebre.
— Sólo... vamos, ¿si?.
[...]
— ¡Y se puso como un loco! Comenzó a sudar, y dijo que se sentía mal —le explico a los chicos— No sé que le agarró.
Victor se aclara la garganta y ríe levemente, de inmediato evita mi mirada.
— Sabes que es normal, ¿no? —Belch comienza a reír pero Henry lo golpea con mucha fuerza— ¡Oye!
— Déja de hablar de eso con mi hermana —le reclama— ¡Es una niña! Inútiles.
— No entiendo.
— Mejor que no.
Henry estaciona el auto de papá frente a nuestra casa, entonces todos bajamos de inmediato. Nuestro padre no estaba, por lo que teníamos la noche libre de regaños y podíamos estar tranquilamente.Lo que pasó con Mike me dejó algo confundida, ¿que le había pasado? ¿Y por qué los imbéciles no querían decirme que fue?.
[...]
— ¡Tú eres la nena que no quería ir! Yo te insistí y no quisiste —se queja Richie.
— En mi defensa, la calle estaba muy oscura, ¿Sabes que podría pasar? ¡Un drogadicto pudo atacarnos! —se defiende Eddie.
— L-Los dos s-son unas nenas —los calma Billy.
— Me ofenden, yo soy una nena y no por eso actúo como ustedes —digo.
— Mhm, tal vez —Stan se encoge de hombros— Ustedes sólo son cobardes.
— Mira quién lo dice —dice Ben rodando los ojos.
Mientras ellos hablaban miro hacía todos lados, y en la entrada, caminaba un grupo de chicos. Nunca los había visto, quizá eran nuevos. Al momento de pasar frente a nosotros, uno de ellos me mira y me guiña un ojo. Lol, jamás me había pasado algo así. El único chico lindo que me hacía caso era Mike, pero él es mi novio.— Oye, cierra la boca, te entrarán las moscas —Richie sacude su mano frente a mis ojos.
— Idiota, no sé de qué hablas.
— No me engañas —canturrea Stan— sólo no le rompas el corazón a Mike.
— ¡Callense!.