Salgo apresurada del instituto, casi me moría de la risa. Resulta que los chicos les pareció buena idea el empujarse como idiotas en el pasillo, ¡claro que era gracioso! así que no tuve ningún tipo de problema en empujarme con Richie, ¿pero que pasó?. El director nos vio. Todos nos separamos al instante para correr y no ser atrapados, yo logre zafar, los otros no lo se.
— ¡Hey! espera —al escucharlo, volteo, aunque no estaba segura de si me llamaba a mí— Se te cayó esto.
Era el chico de hoy, aquel que me había guiñado el ojo en el pasillo apenas habíamos entrado. En su mano tenía mi llavero, el que siempre llevo en el cierre de mi mochila. Y si, efectivamente se había terminado de romper y terminó en el suelo.
— Oh que torpe soy, no me había dado cuenta —choco mi mano con mi rostro, haciéndolo reír dulcemente— Muchas gracias.
— No es nada —el me entrega él llavero— Hey, por cierto, amo tu llavero de Snoopy, es demasiado cool. ¿Dónde lo compraste?.
— Lo sé, es genial. Lo gané en el parque de diversiones, hay un puesto repleto de estos, y es divertido jugar —digo yo, intentando no sonar aburrida, pero estaba nerviosa.
— Oh, ya veo. Ahora que lo pienso, hace mucho que no voy por allá . Me gustaría que vayamos juntos alguno de estos días —sonríe— Me llamo Gareth, ¿y tu?.
— ____ Bowers.
Fue simple, solo hablamos un par de minutos mas y se fue. Hace mucho que no interactuaba con chicos que no sean de nuestro Club de Los Perdedores. Y no puedo creer que haya hablado con Gareth sin trabarme igual que Bill. Un gran logro para mi. Vuelvo a girar en dirección a la calle, cuando, en la acera del frente, veo a Mike. Inmediatamente corro hacía el.
— ¡Mike! ¿Que tal? Te extrañé, bobo —llevo mis brazos alrededor de su cuello, y beso su mejilla.
Siento sus manos sobre mi cintura, y apenas suelta un simple saludo algo distraído. Cuando me percato, su mirada estaba clavada en Gareth, quién estaba en una motocicleta, con algún amigo, o no se.
— ¿Qué?.
— N-Nada —Mike intenta hacerse el tonto.
— Mira, es la primera vez que hablo con el, y solo me entregó mi llavero, se había caído —ruedo los ojos— Deja de mirarlo raro.
—No tienes que darme explicaciones, ____, ya te lo dije. Solo estaba mirando —se defiende el negando con la cabeza— Lo que sea, ¿cómo haz estado?.
— Muy bien, por fin he terminado la semana de exámenes, y por suerte tengo todo perfectamente aprobado —celebro— Asi que, por si quieres que nos veamos este fin de semana, estoy libre para ti. Claro, si es que preguntas.
— Esa es mi chica, eres demasiado inteligente, ¿lo sabías? —Mike sonríe, estirando su mano para chocar los cinco, y, como siempre solemos hacerlo, choco su mano también sonriente— Y si, estaba apunto de invitarte a hacer algo juntos ¿Cuándo te parece?.
— Quizá hoy mismo —digo entusiasmada— Papá tendrá el fin de semana libre, e ira de pesca con sus amigos, así que de él no hay que preocuparnos.
— ¡Perfecto! ¿Que te parece acampar en la cantera? Un día me dijiste que tu sueño era acampar.
— Aww, ¿en serio lo recordaste?.
Es inevitable no abrazarlo, así que lo hago, Mike me causaba mucha ternura. Era la persona más atenta que jamás he conocido, y, probablemente, la única que quería tener.
— Claro que quiero. Juro que será una de las mejores noches.
— ¡Hola, tortolitos! ¿Que harán esta noche? ¿Coger? —pregunta Richie, a la vez que Stanley le da un fuerte golpe en la cabeza tras tal babosada que había dicho— Eh, tranquilos, estaba bromeando. ¿O si lo harán?.
Bill cubre los oídos de Eddie a modo de broma, ya que el parecía muy inocente como para oírlo.
— Si no te callas voy a encajar una linda patada en tu trasero, gafotas —lo "amenazo", pero Richie corre a refugiarse detrás de Ben.
—Antes de que Richie la cague, queríamos preguntarles si querían venir con nosotros a casa de Bill, tiene un nuevo juego para su consola, ¡y se que sera épico! —exclama Ben, emocionado.
— ¿Q-Quieren venir? —pregunta Bill, a lo cual, nosotros dos asentimos— Solo iremos a-a buscar nu-nuestras bicicletas. Ya vo-volvemos.
— De acuerdo. —asiente Mike y ellos se van de vuelta a la acera del instituto, a buscar sus bicicletas.
— Yo no traje mi bicicleta hoy, así que tendrás que llevarme —lo miro con una mirada "angelical", y el sonríe— Esta vez no haré que te caigas. Es una promesa.
— Esta bien. Pero algo a cambio —Mike, con su dedo índice, señala sus labios.
Me inclino hacia su rostro, y tomo este entre mis manos para acercarlo, y besar fugazmente los labios del chico que me traía demasiado loca desde hace meses. El abraza mi cintura, y me mira sonriente, para susurrarme un tierno "Te amo".
— Bueno, amhm... ¿Ya terminaron? —pregunta Eddie, incomodo, ya que estaba justo a nuestro lado.
— Si, eso creo —responde Mike entre risas.