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Era Domingo, ya estaba anocheciendo. Ya habían pasado siete días desde que Alice apareció, ella cada día luce más tranquila, sin embargo, a mi me entran las dudas, pues esto es demasiado extraño. Una conciencia no aparece de la nada con una forma humanesca.

Alice estaba jugando con mi celular, yo estaba viendo la televisión. De repente sonó mi tono de llamada, Alice me entregó mi celular, vi el número y contesté.

— ¿Diga?

— ¡Hey, gran Mike!

Era Christian, se le escuchaba nervioso pero lo ignoré. Alice me miraba atenta, esperando a que terminara de hablar para seguir jugando con mi celular.

— Chris, ¿Qué se te ofrece?

— ¿No se encontrará Alice por ahí?

Miré a Alice. Ella seguía mirándome.

— Seguro, te la paso.

Le indiqué a Alice como debía usar el celular, tardamos unos segundos y luego contestó.

— ¿Chris? — dijo ella.

Como ella tenía el celular, no podía escuchar lo que le decía Chris, mientras hablaban, me fuí a servir un vaso con agua. Aunque he de reconocer que me ganó la curiosidad, escuché que habían acordado algo y después Alice se acercó y me entregó el celular con un gesto de confusión planeado en su rostro.

— ¿Qué te dijo? — pregunté mientras tomaba un sorbo.

— ¿Qué es una cita? — respondió de la misma manera.

Casi me atraganto con el agua, me carraspee la garganta, ¡¿Chris la invitó a una cita?!

— ¡¿Te invitó a una cita?!

— Al parecer — contestó —. ¿Qué es éso?

Inhale y exhale, tenía que calmar mi ritmo cardíaco, la miré totalmente asustado, cuando Chris hace éso es sólo para acostarse con ellas.

— Una cita, es una salida a un lugar, con un ambiente agradable y... A solas, con quien te invitó.

— Vaya — soltó ella —. Pues, será mejor que me aliste.

Alice iba a subir las escaleras cuando la tomé del brazo. Ella me miró.

— Tengo un mal presentimiento de ésto — confesé.

Alice negó con su cabeza mientras reía ligeramente, después me miró y esbozó una sonrisa.

— Lo sé — soltó.

Me quitó la mano de su brazo, y subió las escaleras. Supongo que sólo me toca callarme, esperar y confiar. Ella es mi conciencia, no puede cometer errores. Aunque, esto de la cita, me hace sentir inquieto.

CHRISTIAN

Me arreglé, me perfume y me encaminé a la casa de los hermanos Jones, me sentía muy ansioso, pues me estaba preparando desde la mañana para armarme de valor, acabo de invitar a Alice a una cita. Pasé por un puesto de flores, y compré un ramo de tulipanes azules, si a mi madre le gustaba ése color, ¿a ella igual?

Al llegar a la casa, suspire, y toqué varias veces. Después se abrió la puerta dejando ver a Michael, estaba en ropa sencilla y con una expresión seria.

— Hola...

— Seré directo — habló interrumpiendo —. Hoy no va a pasar nada. Ella es mucho para ti.

La conciencia de Michael (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora