- Hyungwonnie...
- ¿Hm?
- Dame un besito...
Hyungwon abrió un poco sus ojos y se giró en la cama para no mirarlo.
- No.
Volvió a cerrar los ojos y se acomodó para volver a dormir.
Él silencio se hizo por unos minutos hasta que fue nuevamente interrumpido por un susurro.
- Hyungwon...
- ¿Hm?
- Sólo uno...
Hyungwon se tapó la cara con la sabana y se aguantó una risita.
- He dicho que no...
- ¿Por qué no?
Se destapó y miró a Wonho que ya estaba arrodillado en el suelo a la orilla de la cama para estar a su altura frente a él, estaba haciendo un puchero.
Se contuvo las ganas de abrazarlo y darle un beso e intentó mantener un semblante serio.
- Ya sabes porque...
- ¡Pero Hyungwonnie! No fue mi culpa... yo no pedí que una tipa borracha se colara en la fiesta y estuviera a punto de darme un beso.
Hyungwon casi se rió, recordando como la noche anterior en pleno la baile la tipa había agarrado a Wonho y él la empujó haciendo que cayera sobre una mesa llena de invitados.
Aún manteniendo su semblante serio y adormitado decidió seguir molestandolo.
- Ibas a ser infiel el día de nuestra fiesta de boda... te lo mereces.
Wonho suspiró y se levantó de allí mientras Hyungwon lo seguía con la mirada.
Se acostó al otro lado de la cama nuevamente y lo envolvió entre sus brazos, amaba estar de cucharita.
Hyungwon sonrió ante la sensación de los tiernos besitos que él estaba dejando en su hombro y en su cuello.
- Lo siento mi amor... de verdad no fue mi culpa, lo juro...
Hyungwon sonrió aprovechando que él no podía verle la cara y cerró sus ojos dejándose llevar por las sensaciones tranquilizantes de sus besos.
Podría quedarse el día entero en la cama sólo recibiendo mimos de su hombre.
Realmente no tenía ni una queja de aquel hombre tan amoroso, solo quería molestarle para hacer más memorable el primer día como esposos.
Cerró sus ojos sumido en el tranquilizante sonido de sus respiraciones y la lluvia cayendo afuera sobre París.
Acariciaba el brazo de Wonho que estaba sobre su cintura y comenzó a quedarse dormido de nuevo.
No importaba que fuera casi mediodía, estaba haciendo frío y era su luna de miel, así que era válido.
Sobretodo porque también estaba adolorido por la diversión que tuvo por la noche.
De repente sintió la mano de Wonho quitarse de su cintura y como el calor de su cuerpo se apartaba lentamente de su lado.
No iba a permitir que lo dejara solo ni un instante en su luna de miel.
Todo rastro de sueño se esfumó y se giró rápidamente para agarrar el brazo de Wonho.
- ¿Adónde crees que vas?
Wonho parecía triste.
- Por ahí a caminar.