Las maletas y bolsas de equipaje que llevaba tirando de ellas, en especial, la que me oprimía la respiración con la cinta que atravesaba mi pecho, hacía que anduviese a una velocidad de paso de tortuga cansada. Sí no llevara un auricular en una de mis orejas, justo por donde van las personas en mi misma dirección, seguramente escucharía algún quejo o incluso insulto por mi lentitud.
<¿Cuánto queda para llegar a la puñetera salida de este enorme pasillo?>
Por la enorme ventana que tengo a un lado veo el avión del que me acabo de bajar y rezo porque mis padres estén esperándome detrás de la puerta que ya consigo ver al final del maldito pasillo.
Aprovecho la espera a que se abran las puertas de salida para quitarme el auricular y colocarme bien el equipaje que atraviesa mi cuerpo.
Cuando por fin se abren las puertas, la gente empieza a gritar nombres de desconocidos y empiezan los abrazos de familiares y besos apasionados de parejas alrededor mío, mientras yo sigo avanzando hacia ningún lado.
−No me puedo creer lo guapa y alta que estás −escucho que me dice una voz conocida a detrás de mí. Cuando me giro le falta tiempo para rodearme con sus brazos y llenarme de besos.
Claro, es lo que tiene verme después de cuatro años.
−Estas preciosa. −sigue diciendo mientras me mira y me volve a abrazar− Ya no nos bastaba con verte por Skype cada semana. Te juro que si no hubieses terminado allí tus estudios este año hubiéramos ido nosotros. −Me mira con sus ojos vidriosos, ¿va a llorar?
Mi madre, una mujer de 46 años, no era alta ni mucho menos y estaba algo rellenita. Su pelo por encima de los hombros era color marrón oscuro, como sus ojos. Llevaba los ojos y los labios pintados, ahora, los labios algo menos seguramente porque lleve yo los restos por mi cara debido a sus besos. Le había echado mucho de menos allí, sobre todo cuando me sentía sola, es decir, la mayoría del tiempo, y seguramente ella a mi también pero no lo suficiente para pillar un vuelo e ir a verme.
−Por favor Kath, ¿estás loca o qué? −resuena la voz de mi padre a mi lado haciendo que me vuelva hacia él, que también me toma en un abrazo al momento− Tu madre casi atropella a una señora que se ha puesto por delante cuando te ha visto.
Se me escapa una risita leve.
Katherine es mi madre y Arthur mi padre.
Mi padre era un hombre de 58 años, alto y delgado, con pelo moreno y ojos color avellana. Con semblante serio, a veces demasiado. Era un padre chapado a la antigua y eso conlleva consigo que también era algo estricto. Pero también tenía muy buen sentido del humor cuando se lo proponía.
Se separa de mí y me mira, después me pone un mechón de mi largo pelo castaño detrás de la oreja y sonríe. Tiene la misma sonrisa que mi...
−¿Dónde est...? −dejo de hablar cuando le veo al lado de mi madre, mirándome y sonriendo. Abro los brazos mientras me inclino y él se tira de inmediato hacia mí mientras ríe.
−¡Te echaba de menos! −escucho que dice mientras ríe.
−Y yo a ti, pequeño −no miento. Es en la persona que más he pensado todos los días. En no verle crecer como hubiese querido, ni jugar al futbol, ni nada.
Lo dejo en el suelo después de darle un beso en la frente, y él se ajusta sus pequeñas gafas de culo de vaso en su carita.
Mi hermano pequeño, Lucas. Nueve años y parece como si tuviese aún cinco. Es bajito, no ha salido como a papá, o como a mí. Pero sí que tiene la misma sonrisa y los mismos ojos que él. Es muy adorable, de verdad. Cuando me hablaba por Skype con él era con la única persona que no me hartaba, me contaba su día a día y a veces me contaba unas historias que él mismo creaba. Cuando hablaba con mis padres era diferente, con él podía ser yo, igual que cuando hablaba con mi otro hermano, el mayor, Martin, un chico guapo y también enorme de estatura, que vive la vida loca en Estados Unidos, con su novia rica. Martin, no se lleva muy bien con nuestro padre así que se fue de casa antes de que la cosa fuese a algo aún peor de lo que iba, que era algo complicado, lo crea o no...
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1. // Un viaje a mi ¿pasado? {COMPLETA}
Любовные романыMe marché de España sin decir nada, ni a mis únicas amigas ni a Raúl. Empecemos por ahí. Estuve en Londres cuatro años, en los que terminé mis estudios y no les mandé ni un mísero mensaje. ¿Qué por qué me fui? Para eso deberás leer mi historia nar...