Las despedidas con mis padres no son nada fáciles por una parte mi padre, ahora cabreado, me habla seca y bordemente. Por otro, tengo a mi madre, que no hace nada más que decir que me echará de menos y abrazarme y besarme, sin importar si le atiza con el bolso que lleva a alguien que pase por nuestro lado. Y por último y ni de coña menos importante, a mi hermano, que me está diciendo que cuando me marché volverá a cambiar mi habitación para irse de nuevo él. Sin embargo, los echo ya de menos y aún ni he llegado. Llevo como 15 horas y aún estoy en la primera escala, no he tenido mucho tiempo de ver este lugar porque de inmediato nos han acompañado a la siguiente puerta de embarque para subir al otro avión. Así que, aquí estoy, esperando a que el segundo avión vuele a Indonesia y volver a coger otro para llegar a mi destino.
He podido descansar antes de bajar en Denpasar pero tampoco he querido salir mucho y alejarme del aeropuerto, simplemente porque mi sentido de la orientación no es el más adecuado para hacerlo y después tener que volver aquí. Así que estoy sentada, leyendo algo que he cogido de por aquí porque mis libros están en una de las maletas.
No he querido coger el móvil, no hasta que llegue a Australia. A mis padres cuando se los dije no les pareció nada bien. Ellos querían que le avisará cuando llegase también a las dos escalas, pero al final les convencí.
Mientras paso las hojas de lo que parece ser una revista de cotilleo, paro en un chico que me recuerda mucho a Raúl, paso la hoja y cierro la revista. Creo que me estoy volviendo completamente loca. Mantengo mis ojos fijos en mis manos, observo a los pies de la gente que pasa por mi lado o por frente mía y pienso en las últimas palabras que han salido por mi boca, cerca del oído de Raúl, mientras yo expiraba su olor.
Siento a la mujer del altavoz anunciar que mi vuelo vuelve a abrir las puerta de embarque, lo que me hace salir de mis pensamientos y volver a ir hacia esta.
El vuelo ha sido de lo más pesado del mundo y eso que era el más corto. Supongo que mis ansias de tocar ya el suelo donde voy a vivir durante cuatro años, es mayor que todas las escalas de este mundo.
-¿Señorita? -la cabeza del hombre sale por la puerta de detrás del mostrador. Su inglés es tan cerrado que me cuesta pillar sus palabras en ocasiones- ¿Su apellido era...?
-Simons -le afirmo. Miro detrás de mí y veo cuatro personas más esperando a que yo termine. Me alegra no haber venido el último día y haber dejado días de márgenes antes de empezar las clases.
-Lara Simons, una de nuestras chicas con beca -dice saliendo con una pequeña bolsita de terciopelo color verde oscuro. En ella está escrito el número 2456 y lo pone sobre dicho mostrador con una sonrisa mirándome por encima de sus gafas. Me limito a sonreírle y a asentir con la cabeza- Esto le pertenece. Es el edificio 13B, al salir a la izquierda y todo recto se lo encontrará de frente.
-Gracias, señor -digo cuando cojo la bolsa, el papel que me ha dado y tiro de mi maleta de ruedas como puedo.
Salgo y me aparto a un lado para doblar el papel y poder moverme con todo, lo meto en una parte de mi mochila y observo de nuevo toda la zona. Es enorme, lleno de césped con unos caminos de piedra que me han enamorado desde que he bajado del autobús que me ha traído desde el aeropuerto hasta aquí.
El edificio del que acabo de salir es de una piedra robusta vieja muy bonita, nada que ver con otros edificios que están por la zona contraria a la que yo voy. Miro un mapa que hay cerca de mí colgado de la pared, la zona de arquitectura según esto. Miro por mi zona, y compruebo lo que ya me había dicho el hombre de la zona de recepción.
Cuando entro en mi edificio me quedo sorprendida de la entrada que tiene y me pregunto cómo serán las de los otros edificios sí cada una de ellas están relacionadas con las carreras que elegimos. Cuelgan jeringuillas de colores, obviamente sin aguja, del enorme y profundo techo. Mascarillas y vendas, también de distintos colores, es increíble. Veo el mostrador, ahora vacío, y las escaleras al lado de este. Al lado, un cartel que informa como se distribuyen las habitaciones por planta. La mía está en un cuarto así que, con las maletas, prefiero subir en el ascensor, que me apresuro a coger con otra persona que se espera a que llegue. Los sudores empiezan a recorrer mi cuerpo pero pienso en otras cosas para no centrarme donde estoy. El ascensor para en la tercera y la persona se baja, pulso el cuatro y vuelve a ponerse en marcha. Intento salir a la mayor velocidad cuando las puertas se abren y después respiro fuertemente mirando el largo pasillo.
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1. // Un viaje a mi ¿pasado? {COMPLETA}
RomanceMe marché de España sin decir nada, ni a mis únicas amigas ni a Raúl. Empecemos por ahí. Estuve en Londres cuatro años, en los que terminé mis estudios y no les mandé ni un mísero mensaje. ¿Qué por qué me fui? Para eso deberás leer mi historia nar...