«Unas horas de la vida de Jeon JungKook»
Ya eran pasadas las seis de la tarde cuando Jeon JungKook, un abogado frustrado por el papeleo tardío de su caso pasado, y que apenas pudo transcribirlos hoy; terminando muy cansado y sin ganas de ir a la junta de los Jugadores Anónimos. Pero su terapeuta se enojaría si faltaba una vez más, aunque estuviese muy agotado como para hablar sobre su adicción a los videojuegos.
A la edad de los veintiocho años, llevaba más de tres años trabajando en el edificio de la Defensa Penal Pública de Seúl, cuya área que financiaba el gobierno traía una mala reputación. JungKook era uno de los pocos abogados que lograban ganar la mayoría de sus juicios, pero se sentía superado. No cabía en su lógica como tantos omegas y alfas (los betas eran cosa aparte) podían ser fácilmente tentados a romper la ley con la excusa gastada de que debían proteger a su manada. Simplemente no lo entendía, quizás porque JungKook jamás fue apegado a su manada; él era tan aislado como su madre omega, que lamentablemente había fallecido por la agonía de la marca al no tener a su alfa.
En sí, la vida de JungKook no era tan sorprendente. Quizás había parte del día en que se encontraba a un omega y se ponía a charlar con él, queriendo salir de la rutina. Tenía claro que ese omega intentaba cortejarlo, pero el alfa, a pesar de estar interesado, se mostraba ajeno y resultaba ser lo mismo para su loba, ella era muy indiferente al lobo juguetón del omega que repartía los almuerzos por toda la oficina de la Defensa Penal Pública.
Pero lo que importaba ahora era ir a esa aburrida reunión de Jugadores Anónimos, o JuA, como le decían normalmente. Lo único que podían hablar era sobre sus vidas, tenían estrictamente prohibido hablar de las actualizaciones de los parches de los RPG, de los nuevos lanzamientos, de los tipos de consola, etc. Y bueno, los que participaban en las reuniones de JuA no tenían vidas más interesantes que la de JungKook. Definitivamente no.
Para llegar ahí, debía tomar múltiples micros porque estaba algo lejos de su lugar de trabajo además de estar en una zona en que difícilmente llegaba el transporte público. A veces, JungKook se sentía como si fuera a algún lugar de contrabando (que lo único que tenía de tráfico "ilegal" eran los ediciones limitadas de World Of Warcraft o Overwatch).
Después de una hora y media, venía atascado en las miles de micros que tomó y para su mala suerte, los autobuses arribaban siempre llenos. Esperando bajarse de la micro, ahogó un suspiro cuando vio el acostumbrado edificio de JuA, que al menos tenía una fachada pintoresca entre toda la ordinariez grisácea que había en la calle llena de tiendas y fábricas cerradas. Apretó la manilla del maletín lleno de documentos irrelevantes y se bajó apenas las puertas abrieron. Frente al paradero, escuchó como la micro se iba y esperó unos minutos para que la llamada molesta y rutinaria de su terapeuta llegara a su celular.
Una canción que antes le gustaba cantar pero que ahora se volvió agobiante sonaba como el tono de llamada del celular. JungKook, con desdén, lo sacó de su maletín y deslizó el botón verde de contestar. NO RESPONDER aparecía como nombre de contacto y JungKook rodó los ojos por lo irónico que era.
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Estado de Inocencia『JJK』
FanfictionUna omega termina en la cárcel debido a circunstancias desafortunadas, que sin embargo, peligraron su supervivencia. Gracias a los paradigmas del Alfa y del Omega, resulta ser maltratada por su entorno y los medios de comunicación. A la única person...