El Príncipe (I)

La primera noche en el castillo

Como en todas las casas y en todas las familias, la hora de la cena es un momento en el que todos se reúnen, cuentan como estuvo su día y todas esas cosas que haces cuando comes, y a pesar de que esta no es una ocasión especial,  o una cena de estado, estoy realmente feliz porque Mía Dahl está sentada a mi lado conviviendo con mi familia en una comida casual en la que la conversación es fácil de llevar y todos estamos relajados.

Y a pesar de que este momento es importante porque puedo ver que ella es capaz de convivir con mi familia sin problema, mi mente solo esta pensando en que ella se quedará esta noche en el castillo y que podré escapar durante la madrugada  a su habitación, porque, tontas tradiciones, no puedo dormir con ella hasta que estemos casados, y desde que una pareja de la familia se pasó por el arco del triunfo todos los protocolos, ahora es más estricto el que  estos se cumplan, por lo que a mi prometida se le ha asignado una habitación en el mismo pasillo que yo, por lo que será mas sencillo ir allá.

 Cuando la conversación se inclina a Angelique me acerco a mi prometida que me ve esperando a que diga algo, y lo cierto es que no se me ocurre algo realmente, pero después de varios días sin verla solo quiero tenerla cerca, no creo que sea importante hablar, solo hacernos compañía, realmente es todo lo que quiero esta noche, tuve una reunión que a mi parecer fue eterna y en la que padre realmente no hizo mucho por ayudar, recibí el correo de mis notas de la maestría que solo me deprimieron y por alguna razón tuve que pasar dos horas en un auto con Joe que me hicieron querer lanzarme a la carretera, así que el silencio y no estar sólo es lo único que se antoja en este momento, aunque se muy bien que por no haber visto a mi prometida no habrá forma de que no tengamos una conversación.

La cena transcurre en calma con Joe intentando hacer bromas con Mía, de las que ella por algún motivo se reía sinceramente, así que cuando finalmente terminamos y todos deciden que es hora de dejar la mesa le pido a mi prometida que me siga y sin decir nada nos dirijo al jardín en el que ella no ha estado para tomar un pequeño paseo antes de "despedirnos".

Salimos en completo silencio y sonrío al ver que ella realmente está admirando el lugar mientras yo solo puedo verla a ella; nos vamos adentrando al jardín pasando por las flores favoritas de mi abuela, las cuales están mas que estrictamente prohibido de tocar, así que dirijo a Mia lejos de ellas hacia el quiosco iluminado en el que podemos sentarnos y conversar.

Subimos los escalones de este y de inmediato nos sentamos frente a frente mientras mi prometida ve a su alrededor; siempre he creído (aunque también puede sonar una tontearía)  que este lugar tiene algo encantador que en ocasiones te hace sentir como si estuvieras en una novela de fantasía, pero lo  cierto es que con todos esos pequeños faroles, las plantas perfectamente cortadas y el silencio cómodo del lugar no puedo evitar pensar en eso, puedo ver este lugar todos los días, pero es como si hubiera algo nuevo para ver (aunque probablemente sea la mujer frente a mi).

Mia finalmente se acuerda de mi existencia y posa su mirada en mi dándome una de sus encantadoras sonrisas que siempre me hacen sentir cómodo, y mas cuando toma mi mano como si fuera lo mas correcto (aunque siempre se ha sentido correcto si es con ella, no importa qué).

 - Es una linda noche.

- Porque estás aquí.

Su sonrisa se hace aun mas grande y yo solo puedo sentir que me derrito por dentro (si es que tiene sentido) mientras le doy un leve apretón a su mano viéndola a los ojos.

- Gracias por invitarme esta noche, Ash, ha sido muy lindo todo.

- Bueno, es correcto que estés en casa.

- No creo acostumbrarme a llamar este lugar casa.

- Será nuestra casa hasta nuestro ultimo día así que espero que lo vayas haciendo.