Familia.

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FEBRERO 7

- No pienso hacerlo.

- Soy tu madre y tu Reina, en algún momento de tu vida debes obedecerme.

- Por favor, ésta es una tradición absurda, tú más que nadie lo sabe, que haya funcionado contigo y padre no significa que lo hará conmigo y una extraña

- Ashton...

¿Qué es esto, el siglo XV? Si alguien en esta familia debía entender lo ridículo que es esta "tradición" debería ser la Reina, pero no, es mejor insistirle a una persona de veintisiete años que se case con una desconocida que a dejarlo vivir su vida como se le venga en gana.

- Si lo pensaras un poco madre, te darías cuenta de que soy muy joven para casarme, y menos en un periodo de un año.

-  Ashton, toda tu vida has sabido que este día iba a llegar en algún momento así que no entiendo cuál es la sorpresa aquí.

- Tengo veintisiete, se supone que soy lo suficientemente maduro para escoger a la pobre desafortunada que tenga que casarse conmigo.

Madre solo suspira y mantiene el contacto visual sin titubear un segundo, ¿acaso no escucha lo loco que es casarse con alguien sin conocerlo? Mis padres tuvieron casi tres años para enamorarse pero venga, nadie te ama al punto de casarse en menos de un año, esto no es un cuento de hadas con el vivieron felices para siempre.

- Madre...

- Puedes retirarte Ashton.

¿Qué? Si no estaba dispuesta a escuchar mis quejas no debió aceptar reunirse conmigo.

Me acerco a Madre y beso su mejilla para después hacer una reverencia y salir de la sala maldiciendo a todo lo que se me atraviese en mi camino a salir de esta prisión por unas horas.

Voy caminando por los pasillos con Elliot siguiéndome "discretamente" y solo volteo a verlo, ¿después de tantos años en serio cree que me sigo creyendo la tontería de que si camina en silencio no voy a saber que está detrás de mí? Ha estado siguiéndome por cinco años, (incluyendo en la escuela militar lo que es ridículo), por lo que creo que me he vuelto algo paranoico si no lo siento caminando detrás mío.

-¿Puedes no seguirme? Estoy en mi casa, ¿en serio crees que va a salir un demente a matarme?

- Son órdenes de su Majestad, es mi deber.

- Bueno, su Majestad no sabrá si estas pegado a mi cadera o si desapareces un momento.

- Su Alteza, le recuerdo que sus ordenes no pueden pasar por encima de las de su Majestad.

Elliot deberia considerar por algun momento cerrar el pico porque estoy a punto de comenzar una verdadera pelea con él solo para que lo despidan (comportamiento infantil pero que es un recurso que estoy dispuesto a usar).

Respiro por algunos segundos y redirijo mi molestia al punto central lejos del pobre diablo que tiene que seguir a un hombre adulto a todas partes.
Estoy en serio molesto por la situación de casarme, ¿alguien a pensado que si no lo he hecho por voluntad en mis veintisiete años es por algo? No me importa los problemas diplomáticos o las tradiciones de hace siglos, no voy a casarme con una desconocida, el amor es algo importante si no quiero terminar pasando el resto de mi vida con una mujer con la que voy a estar peleando constantemente.

Salgo al jardín y veo a la joven Condesa de Monpezat quien me sonríe al instante, ella es tierna y sabe muy bien como hacer que el mundo gire a su alrededor, quizá están buscando un monarca en el hermano equivocado ,ella tiene ese algo que te tranquiliza, a demás de un increíble talento para hacerse escuchar, una reina al pie de la letra.

Camino a dónde está y sonrío cuando me abraza con fuerza dando pequeños saltitos, a veces olvido que solo es cinco años menor que yo.

- Hola hermano.

- Hola princesa.

- ¿Sabes que no lo puedo tomar como un cumplido porque soy una princesa, cierto?

- Te ignoraré ¿Qué haces aquí?

- Necesitaba un poco de aire y escapar de Joe, esa criatura necesita que la aten por unas horas por la paz mental de todos los que vivimos aquí y todos esos guardias solo me hacen sentir sofocada, considerando que son vacaciones de la universidad esperaba un poco más de libertad.

- Bueno, padre está realmente obsesionado con la seguridad de todos, sabes que cuando Joseph aprendió a caminar casi vuelan cabezas con su primer raspón.

- Me sorprende que madre lo soporte, digamos que el amor es realmente ciego.

- No es como que ella tenga más opciones.

Sonríe y golpea suavemente mi hombro para caminar lado mío tomándose de mi brazo, pero nos detenemos cuando ella me ve por un momento.

- Estoy esperando el momento en que seas el Rey.

- Creo que tenemos que esperar aún para eso.

- Solo quiero que tú cambies algunas cosas como debió hacerlo nuestro padre.

- Ya somos dos.

- Espero que lo recuerdes en unos años hermanito.

El Príncipe (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora