Extra: Un día de primavera

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Me considero una persona paciente, pero los eventos de universidad son algo que en serio detesto, y nada en contra de las personas que disfrutan asistir, pero no hay forma de que yo quiera venir a un conferencia a las ocho de la mañana cuando acabo de llegar a la ciudad a las seis, y menos, considerando que es sobre un libro del cual nunca he escuchado y sobre un autor que tengo la desgracia de conocerlo y que es un idiota que en serio detesto, pero como el hijo obediente que siempre he sido aquí estoy, sentado entre una multitud de estudiantes con los que jamás he cruzado una palabra sólo porque creen que ayuda a mi imagen pública parecer accesible (como si me importara parecer accesible).

El auditorio comienza a llenarse cada vez más mientras yo intento fingir que no tengo tres vasos de café en mi sistema y que estoy comenzando a sentirme hiperactivo (o que probablemente tenga taquicardia por la cafeína) mientras que sonrío a la gente que me saluda como si no me diera cuenta de los murmullos de las tres chicas detrás de mí sobre quién será la valiente para hablarme y darme su número, como si hubiera venido hasta aquí para ligar con alguien, es decir, si hubiera querido, lo hubiera hecho desde hace dos años.

Cuando el maestro de ceremonias comienza a dar la bienvenida a los presentes una chica se sienta a mi lado sin decir nada mientras intenta disimular (fracasando claro está) su emoción por la conferencia, lo cual me parece un poco divertido, porque en serio no puedo creer que alguien esté feliz por levantarse temprano a escuchar a un anciano sobre un libro el cual probablemente ella ya haya leído.

Cuando el autor me ha perdido completamente fijo mi atención en la chica sentada a mi lado, tiene un perfil lindo y mientras más atención pongo a su rostro puedo descubrir pequeñas pecas salpicando sus mejillas, nunca había conocido a alguien con pecas, lo que me sorprende porque he conocido mucha gente, pero en ellas se ven lindas, tiene el cabello castaño atado en una coleta y unas pequeñas orejas con pequeños aros platinados.

-¿Se te perdió algo o por qué no dejas de verme?

Voltea a verme y le doy mi mejor sonrisa porque no tengo ninguna respuesta a lo que acaba de decir, y debo admitir que soy bueno con las palabras, pero mientras más veo sus ojos azules, más atrás de mi cabeza queda lo que sea que dijo, lo que parece comenzarla a molestar ya que arquea una ceja esperando a que diga algo, pero mientras mi cerebro intenta conectar con mi boca ella deja de fijar su vista en mí y la regresa al anciano del micrófono.

- Me llamo Ashton.

Asiente con la cabeza en señal de que me ha escuchado y cuando menos espero que me vaya a contestar su corto nombre sale de su boca con una frase que me hace sonreír al instante.

- Mía, ahora deja de verme.

Ella es una cosa interesante que me llama a querer hablar con ella, y aunque sé sin dudar de que está aquí porque realmente quiere escuchar la conferencia, mi cabeza extrovertida sólo quiere alguien con quien conversar.

-¿Estudias aquí?

- Lo hago.

-¿Sólo vas a contestar con respuestas cortas?

-¿Puedes guardar silencio? Te comportas como un niño

Me comporto como un niño, ¿yo? es definitivamente la primera persona en decirme eso que no es de mi familia, así que ahora estoy un poco más intrigado en ella porque una pregunta brilla en mi cabeza, ¿ella no sabe quién soy? puede sonar un poco engreído de mi parte esperar que todo mundo me conozca pero, estoy muy seguro de que no hay dos caras como la mía en esta escuela o incluso en la ciudad, así que me resulta interesante saber de qué cueva salió esta chica para no reconocer a un príncipe cuando lo tiene frente a ella.

El Príncipe (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora