Hola tú.

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-¡Ashton Poulsen!

Me giro a ver a mi mamá y la veo con cara de frustración, pero me pongo serio cuando veo lo molesta que está.

- Prometa que va a comportarse jovencito, después de todo eres un caballero.

- Madre, sólo tiene diecinueve años, ¿Qué puedo hacer mal? ¿No notar el esmalte de sus uñas? Estoy seguro de que ella ni siquiera es capaz de comprender la seriedad de la situación, nadie piensa en casarse a esa edad.

- Lady Hjort es una joven encantadora.

- Mamá, es apenas una adulta, si en serio vas a jugar a la casamentera deberías buscar a alguien diferente, a demás, no habla muy bien de la familia Hjort dejar que su pequeña niña se case con un hombre más grande que ella por casi nueve años, es algo obvio que buscan algo más por medio de su hija.

- Ashton, has estado rechazando una tras otra sin dar una segunda oportunidad, no quiero ser insistente, pero incluso has cancelado un compromiso, las candidatas adecuadas están terminándose, entiende que se busca que escojas a una belleza danesa para hacerla tu mujer y la madre de tus hijos.

- Y qué te garantiza que ella será la adecuada, ¿a caso ya haz hablado con ella?

-¿Acaso lo has hecho tú?

Hago una reverencia despidiéndome de mi madre y camino a donde está Elliot para  salir del palacio hacia el auto en completo silencio, si madre espera que vaya a esa cena está completamente equivocada.

Despues de una breve y acalorada conversación con mi hombre de confianza (notése el sarcasmo) salimos de la seguridad de mi prisión dirigiéndonos por la carretera sumidos en un incómodo silencio hasta que llegamos a la ciudad, es relajante saber que estas separado del bullicio de la ciudad, aunque soy consciente de que debería ser más relajante ser una persona común y caminar por las calles o sólo conducir a casa sin tener un auto con seguridad siguiéndote.

El auto se dirige a una calle tranquila y más que conocida para nosotros y cuando Elliot se estaciona enfrente de un pequeño edificio de tres pisos golpeo su hombro indicándole que se quede en el auto hasta que le diga otra cosa.

Me bajo en completo silencio y acomodo mi abrigo viendo hacia el edificio sonriendo cuando veo una ventana del segundo piso iluminada, eso quiere decir que estoy llegando justo a tiempo antes de que cierta persona decida que es momento de dejarme afuera.

Entro al edificio saludando a un par de vecinos y subo las malditas escaleras que odio con mi corazón hasta llegar a la puerta 2II para luego tocarla y esperar mientras veo por el pasillo silencioso, ¿Qué puede tomar tanto tiempo?

Escucho un torbellino en el interior del apartamento y luego se abre la puerta dejando ver una cara de molestia mientras la persona frente a mí habla por teléfono y me indica que pase así que entro cerrando la puerta con llave y me quito el abrigo para dejarme caer en un sofá azul.

-¿Eres consciente que son las ocho de la noche? No hay forma de que puedas terminar una investigación en diez minutos cuando no hiciste nada durante un mes, si esperas que... ¿qué?... Chris estoy colgando en este momento... tú maldita boca sucia.

Cuelga la llamada y lanza el teléfono en el sillón soltando un pequeño grito de frustración para después sentarse en la mesita enfrente de mí.

- Hola tú.

-Hola Alteza.

Abro mis brazos sin decir nada y solo sonrío cuando veo su sonrojo y se levanta dejándose caer sobre mí, realmente puedo notar su cansancio así que solo abrazo fuerte asegurándome de que los dos estemos en una posición cómoda.

El Príncipe (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora