Montañas rusas

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Nuestras vidas suelen ser una montaña rusa. En donde disfrutamos momentos que estamos en la cima, cuando todos los proyectos se dan, los días son más soleados de lo normal, sonreímos por naturaleza y todo está lleno de positivismo. Sin embargo, así como se sube, se baja. No sabremos cuándo llegará la bajada, colmada de incertidumbres, momentos buenos y malos, qué tan rápido será y cuánto durará.

En la subida están los aprendizajes constantes, los buenos momentos, los disfrutes, las libertades. Situaciones en las que no caben las preocupaciones; vivimos, respiramos y sentimos más. Las emociones nos invaden y las acciones pasionales toman el rumbo de nuestro destino para llegar a la cima. Nos enfocamos en las metas manteniendo una más en nuestra línea, sin importar lo demás, iremos por el éxito.

Las cimas pueden tornarse en dos caminos, y solo los que han vivido la amarga llegada sabrán escoger mejor el rumbo en la nueva subida. Ambas líneas conducirán al mismo destino y se disfrutarán de la misma forma, con la diferencia de que habrán decisiones que deben tomarse de forma racional. Tendrán grandes consecuencias en la bajada y podremos lamentarnos con las heridas que dejan las cortadas, hechas por nosotros o nuestro entorno que, podemos estar tan ciegos, ni notamos quiénes nos hacen daño en silencio.

Las bajadas pueden ser rápidas o lentamente amargas. Pueden recordarte los errores que tuviste, de lo que debes aprender, lo que debes conservar y lo que debes botar. Son los resultados de los momentos, unos pueden prevalecer constantemente de una forma negativa haciendo énfasis en aquello que estuvo mal o la frase de "¿qué hubiese pasado si hubiese tomado una decisión distinta?" para torturarnos de alguna forma. Por otro lago, no suelen ser todas oscuras, ya que el mejor momento es cuando tomamos la iniciativa de elegir qué recuerdos guardar y añadirles la permanencia en el tiempo.

Es importante que nunca olvidemos que la luz y la oscuridad van de la mano. Por más arriba que estemos, debemos recordar siempre de dónde venimos. Mantener las raíces con nosotros más allá de que el éxito nos reciba con mucho más de lo que esperamos. Y por más abajo que estemos, no debemos perder la esperanza, aprender de las lecciones y ser firmes, nada dura para siempre. No es dejar de vivir, es disfrutar cada paso con las decisiones tomadas de una forma sabia, sin sorprendernos de las consecuencias del futuro, pero no abandonar el presente.

Y tú, ¿disfrutas las subidas o las bajadas?

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