Zapatos

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De tallas grandes, medianas y pequeñas. No dependen de la edad, van aumentando hasta que deciden el rango de dónde llegar y es ahí cuando comienza el verdadero rumbo de la actitud.

Cuando termina de crecer tu pie y mantienes unas tallas que te durarán un largo tiempo de vida, es que podemos comenzar a sentir realmente quiénes somos. Un punto y coma que tenemos en nuestra etapa de la infancia, vamos creciendo y comprendiendo el por qué de las cosas pero otra manera, una más real.

Vamos creciendo... Sí, desde otra perspectiva, externa e internamente, pero tu pie quedó intacto. Te quedas con tus zapatos, tu medida, tu vida, tus planes y tu rumbo hacia el camino que te espera y que comienzas a andar...

Tienes libertad de cambiar el modelo, el color... Mantener unos por mucho tiempo, otros que sean tus favoritos, comprar algunos y botar los que ya se desgastaron.

Hasta que comprendes que puedes intercambiarlos... Sí.

Los prejuicios se generan desde el punto en el que las personas no comprenden a los demás porque sencillamente se niegan a colocarse en sus zapatos. Juzgan o ni lo intentan porque saben que la talla no será la misma, al igual que sus vidas.

Por los zapatos puedes determinar muchísimas cosas. Son el principio, de forma volteada, de las personas.

Desde este punto puedes entender mejor a los demás. Saber lo que sienten, lo que viven, sus problemas y cómo los resuelven. Dejando a un lado los pensamientos externos, solo colocándose en su lugar, en sus zapatos.

No comprendes todo, pero sí bastante.

Debemos dejar a un lado los prejuicios, basta de juzgar a los demás sin siquiera saber por lo que pasan.

No solo intercambias pensamientos, cultura, conocimientos. Comprendes desde una perspectiva distinta a cada individuo. Siempre con ganas de mejorar a las personas o al menos entenderlas, siendo empáticos o esponjas.

¿Intercambiaríamos zapatos?

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