Viernes (II)

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— …

— Y eso pa-

— ¿¡EN QUE MIERDA PENSABAN!? ¡¿Realmente les pareció buena idea?! —Yusaku golpeó la banca donde estaban sentados para después cubrirse la cara y gritar.

— En el momento si, nos-

— ¡Pues no lo fue! ¿¡Qué habría pasado sí… sí… —Yusaku se levantó y comenzó a caminar de un lado a otro golpeando su frente con su dedo índice tres veces seguidas, parecía estar a punto de tener un ataque de ansiedad— Sí… sí… ¡Vector! ¿¡Qué habría pasado si Vector no habría frenado “a tiempo”!? ¡Habrian quedado en coma, paralíticos o muertos!

— … Sí, pe-

— ¿¡Como esta Ryoken!? ¿Está bien?

— Sólo anda cojo en una pierna. Está más deprimido por tu ausencia que por otra cosa.

El de cabellos azures volvió a caminar en círculos bastante ansioso, en todo ese rato ya iban a dar las 11. Y había descubierto bastante sobre la pareja de su amigo.

El chico si sufría abuso doméstico por parte de su madre, su familia le implantó por mucho tiempo un sentimiento de inferioridad, su hermano y sus compañeros se encargaron de reafirmar ese sentimiento, después se encargaría de hablar con Yuya sobre eso, además del carácter bastante desentonante con su apariencia.

Yusaku tenía una apariencia bastante linda, incluso se atrevería a decir que era la definición de “Moe”, pero su carácter era casi una mezcla entre su cinismo, la falta moral de V, la responsabilidad de Yusei, la empatía por otros de Yuma, el gusto por el humor negro de Aki y la inestabilidad emocional de Ryoken.

Si el chico fuera a su Universidad definitivamente sería uno más de su grupo. Le agradaba el chico, ahora entendía que le veía Ryoken. Además del gusto por el anime, manga y videojuegos, también sabía mucho sobre otros temas, en especial computación y otras lenguas ¿Realmente este chico era inferior? Vaya, entonces cómo sería su primo…

— ¿Estas mejor?

— … sí… un poco, pero sí.

— Ten. Ryoken te lo mando —Entonces le extendió un peluche rosa, redondo y bastante viejo—. Él insistió en mandartelo con un mensaje “No estás solo, te esperaré siempre…” blablabla, puras cursilerias.

Yusaku sólo asentía como autómata. Ryoken le había mandado otro hermoso regalo, agarró el peluche y lo abrazó estrellandolo contra su pecho. Ese peluche le decía que aún a la distancia había alguien a quien le importaba.

— Oye.

— ¿Que pasa?

— ¿Quieres molestar un rato a Ryoken?

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