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La mujer de cabellos castaños y esculturosa figura, salía del lujoso hotel para abordar un auto negro conducido por Kaminaria, quien fue llamado con anterioridad por Bakugou para que la transportara al lugar que ella deseará.

El rubio más que frustrado, se hallaba confundido, la noche no había sido más que una simple unión física para calamar sus ansias sexuales, y aun así, no estaba satisfecho. El rostro sonrojado de aquella temerosa oveja verde arremetía violentamente en sus pensamientos haciendo que perdiera la concentración; no eran las facciones de la mujer lo que veía Bakugou cada que embestía sus caderas fervientemente contra las de ella, sino que veía unos finos rizos verdes y suplicantes ojos color jade rebosantes de lágrimas de placer que pedían por más con cada toque brusco que daba en ese pecoso cuerpo, el doctor Izuku Midoriya ocupaba todos sus pensamientos y sentidos en esa noche de lujuria junto a una mujer.

Su mente imaginaba al tierno pecoso debajo de él exigiendo por mas, y eso, le irritaba de alguna manera; más cuando los gemidos de la mujer decían su nombre con enorme placer, podría haber sido un tono que en el pasado le excitara, pero ahora, ante sus oídos, le era molesto y chillón, inconscientemente empezaba a imaginar cómo serían los dulces gemidos de ese tierno chico asustadizo que lo tenía en completa confusión y frustración.

No era la primera vez que se acostaba con la doctora Camie, la mujer era totalmente su tipo, además de su excelente compatibilidad en la cama, pero esta vez era diferente, aunque Camie disfrutara, él no podía decir lo mismo. Si, logro venirse, su pene estaba bien, pero su mente era una cosa totalmente diferente y peor cuando el sentimiento de culpa comprimía sus pulmones haciendo que le fuera pesado el respirar.

La lucha entre cuerpo y mente había empezado.

Katsuki Bakugou, era un completo desastre, y el celular sonando en la mesa de noche no le era de ayuda.

— ¿Qué demonios sucede? —contesto irritado por la insistente llamada

—El Jefe quiere verte ahora mismo. —Hablo una voz femenina al otro lado de la línea

—Tsk, ahora mismo no puedo. —aun desnudo, camino hacia la ventana y movió un poco la cortina para visualizar la zona fuera del hotel que le permitía ver el cristal. —Tal vez debas enviarme a Inasa.

—Entiendo, le diere al jefe.

La llamada fue colgada y Bakugou se dedicó a tomar una ducha mientras esperaba por el nombrado en la llamada.

...

Rutinariamente, Izuku hacia sus rondas matutinas de revisión a los pacientes, al pasar por el área de pediatría sus ojos encontraron a un niño que recordaba haber visto en la lista de necesitados, el niño no tenía recursos suficientes para ser ingresando en el hospital, pero ahora podía estarlo con tranquilidad, además de poder recibir el tratamiento adecuado para su enfermedad; todo gracias a Katsuki Bakugou, aquel rubio que irrumpía sin permiso alguno en su vida, aquel Rubio que podía ultrajar su mente y cuerpo con suma facilidad, aquel rubio que jugaba con sus emociones haciéndole llegar hasta las estrellas y seguidamente dejarlo caer al caliente pavimento de un día de verano, ese mismo rubio con ojos rubíes que lo atraía con suma fuerza.

Trataba de olvidarlo con todas sus fuerzas, pero no podía, algo no lo dejaba; tal vez esas grandes manos que tocaban apasionadamente su trasero, tal vez esos besos robados con enorme lujuria que lo llenaban de un placer totalmente desconocido o quizás el sentir el brusco toque de un hombre en su virginal cuerpo, simplemente no podía olvidarlo, incluso después de haber visto ese gesto de completo rechazo hacia él, o eso era lo que pensaba después de haber sido abandonado de tal manera

—Izuku —un pequeño toque en su hombro y un débil llamado lo sacaron de sus pensamientos. — ¿Estás bien? —pregunto Shinso, quien lo vio parado en medio del pasillo mirando al niño beneficiado por la pequeña ventana de la puerta.

Mi salvación - Sñr. Yakuza Sñr. DoctorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora