Dime porque

2.7K 415 152
                                    

Visitó la sección de pediatría donde aún recibían la ayuda de aquel rubio Yakuza mujeriego. Si, se hacía daño así mismo visitando tal lugar todos los días; le hacía recordarlo: recordaba el momento en que lo consoló aquella noche de rayos y truenos, aquel día en que le juro secuestrarlo, esa noche donde lo acorraló en un callejón y abuso de su inexperta lengua, y por supuesto, ese fatídico día donde fue abandono cual ser asqueroso en su propio departamento.

La incertidumbre nació en su corazón, al inicio podría haberse creído único, especial, después de todo ¿Qué necesidad tenía el Yakuza de besarlo y tocarlo si no le gustaran los hombres? Había una sola respuesta en la ingenua cabeza del peliverde "debo gustarle" pero las descuidadas palabras de la Doctora Camie lo condujeron a diferentes caminos que no eran para nada de su agrado

"Soy un juguete más"

No le fue difícil suponer el entendimiento del señor Bakugou: un hombre que tenía todo a su a merced gracias al poder y dinero que la mafia le otorgaba, eso incluía cualquier tipo de mujer que desease, y tal vez... hombres también.

Por supuesto alguien del calibre de Katsuki Bakugou no se conformaría con una sola persona, e Izuku Midoriya, no tenía intenciones de ser parte de ese "Harem" que pensaba tenía el rubio.

Y la verdad, no estaba muy lejos de ese pensamiento.

Suspiro y dejó la zona pediátrica para dejar su informe en la recepción, más fue su sorpresa al encontrarse con la peculiar pareja de mafiosos en la entrada. Maravillosamente, su corazón no latió con nerviosismo como antes, ahora mismo simplemente sentía una enorme incomodidad yacente en su pecho.

La imagen del rubio sobre aquella cardióloga moviendo intensamente sus caderas, llegó rápidamente a su mente al hacer contacto visual con esos peculiares rubíes que alguna vez le mostraron las profundidades de la picardía y lujuria.

-Estúpido nerd, será mejor que cures está mierda.

Escucho el escupir de aquellas palabras y su sangre hirvió. ¿Sería eso lo que diría después de tanto tiempo? ¿Debía ser específicamente él quien lo atendiera? ¿Porque tenía qué aguantar tanta mierda cuando estaba la doctora Camie a su merced? Fácil, porqué era un idiota, un simple juguete qué sólo servía para la diversión de ese hombre.

Sonrió falsamente y los guío hacia la habitación donde serían atendidos. Sentía la mirada escarlata sobre su espalda, casi como si desgarrara su determinación en alejarlo, en evitarlo... en olvidarlo.

Salió del cuarto y busco a la persona que debía estar aguantando a tan arrogante personaje. -Doctora Camie, alguien la está esperando en la habitación dos cero ocho -informo con enorme sonrisa mientras la mujer le miraba extrañada.

No quería volverlo a verlo, estaba seguro que el constante ignorar de sus llamadas evitariá tan fatídico acontecimiento "Se olvidará de mi" pensó ingenuamente. Continuó su camino sin importancia alguna, de seguro el rubio estaría feliz de ser atendido por esa mujer. No había lugar para él... y eso, era lo mejor, así sus sentimientos no mal interpretarían las "extrañas acciones" de ese peligroso hombre.

...

Todo su fabuloso plan se vio frustrado, ni en sus más inesperados pensamientos imagino que la castaña cruzaría esa puerta, más la desilusión se marcó en su rostro al verla acercándose poco a poco.

- ¿Que te sucedió? -peguntó, fue ignorada puesto su paciente yacía en las nubes del enojo. -Señor Katsuki Bakugou. -golpeo su cabeza y al fin obtuvo su atención.

- ¿Qué demonios haces aquí? -tomo la muñeca de la mujer y le miró con furia.

-Ya te lo dije, el doctor Izuku me pidió atender al paciente de esta habitación. -Suspiro -Ahora dime ¿Qué es esa mancha de sangre en tu abdomen?

Mi salvación - Sñr. Yakuza Sñr. DoctorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora