ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ᴄɪɴᴄᴏ

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Maldita sea, comenzó a llover antes de que pudiese tomar un taxi. Tenía los pies empapados en los bordes de las calcetas, y la chaqueta húmeda de lluvia.

Más no me parecía retórico el momento en que veía pasar los vehículos de transporte a mi lado. Y yo, sin mi billetera. Minutos antes rebusqué en los bolsillos; lástima que lo único que tenía era una vieja moneda oxidada carcomiendo la tela de la chaqueta.

Y aún sí, fuese más fácil si la extensión de mis piernas fuera más larga cuando camino. Ahora me asimilaba a un polluelo mojado buscando a su mamá.

Uhg, mi cabello está enredado de tantas veces que pasé la chaqueta por mi cabeza. ¿Qué más? Faltaría que alguien me atropellara con un Ferrari color rojo. No. El color no importaba. Además, no estaba muy lejos de que sucediera.

Ahora me daba mala espina cruzar la calle, genial.

Faltan dos cuadras. Hay una cafetería; es el mismo lugar en el que vine a procrastinar con los hermanos Kim. Ahora envidiaba a la gente amoldada de frío en la calentita estancia del local.

Luego recordé que no traía ni un céntimo para llevar un café caliente. Muy bien, continúe caminando. No estaba muy lejos de la entrada. La puerta está abierta, quizás horario de finde para los clubes y subsubcripciones semestrales.

Y lo había logrado, crucé esa puerta sin que ningún Ferrari me atropellara. Me había arrimando a el primer casillero a mi alcance, y me quité los zapatos, escurriendo el agua.

Bien, un poco más y estaría semiseco...

—¿Qué mierda haces? —eso había sonado más a una recriminación bañada en odio, a una pregunta.

—¿Me seco las calcetas? —siento sus ojos miel perforarme la nuca sobre el cabello.

—No, ¿enserio? —. Asiento, eso pareció colmar su paciencia. Y por alguna razón, había sido tan satisfactorio como encontrar dinero mientras caminas—. Necesitamos ver a Park.

—¿Jimin? —Ha hecho un ademán con la cabeza, contorneándose con sus manos la cintura, apenas me amarré las agujetas—. ¿Para qué?

—Mmh, necesito comprobar algo.

Anuncia tomándose de mi muñeca en el momento en que comienza a caminar. Casi, por un segundo recordé su pertinente fastidio hacia Jimin. Sólo ella sabrá porque lo odia.

Caminamos hacia el salón administrativo.

Ha abierto la perilla de dirección, el rubio se había pegado un salto descomunal mientras titubeaba; —Aparta el culo y déjame ver esos documentos.

—¿Q–qué? —Indaga Park, cada sílaba era entrecortada, pero... Lejos de ello, sus mejillas abultadas eran tan tiernas—, Kim Hyejin, ¡Eso va en contra del reglamento! —. Exclama, y sus ojos miran horrorizados como Hye revuelve el cajón lleno de documentos.

—¿Te pregunté? 

—Me importa poco si me preguntaste, ¡Esto será una riña entre el directorio y yo! —él rubio ha tomado la manga de mi chaqueta—. ¡Detenla! 

¿Detenerla? Detener un toro con rabia era más fácil. 

—Jimin, no creo que...

—¡¡Salgan de aquí!! —. Sus características uñas carmín señalan la salida. Ji me ha jalado de los hombros, palpando el pomo de la puerta.

Una vez afuera, lo escucho respirar liviano. Sus manos van a parar en sus rodillas, ha agachado la cabeza. 

—¿Qué diablos le pasa? —me pregunta y por un segundo me sentí perdida. ¿qué le pasaba? Creo que ni ella misma lo sabe—. Me odia, sí. Pero no era necesario lanzar todo mi trabajo al demonio...

SEXUAL GAME  ⏐  J. Jungkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora