SEXUAL GAME ⏐ J. Jungkook

ᴄᴜᴀʀᴇɴᴛᴀ ʏ ᴏᴄʜᴏ - 𝓯𝓲𝓷𝓪𝓵

¿Permaneceremos así? Deja de observarme con sorpresa, me produce escalofríos.

No has dejado que decidida por ti, se que tus ojos no dejan de brillar, sé que no eres capaz de hablarme. Pero, tan sólo, responde, se sincero, por una última vez.

Entonces, me iré.

Son aquellos minutos de silencio abrumador sin rumbo, el mundo se mueve a nuestro alrededor, lentamente. Evito escuchar su respiración acelerándose en casa segundo. Su boca está entreabierta, busca las palabras adecuadas, más no es capaz de reflexionar, puedo analizar su comportamiento.

Rompe eso, no hace falta que seas romántico.

—Joder, Jungkook, ¿Hablarás? —. Murmuré, tomando sus manos en señal de derrota. Cada maldito milisegundo estaba consumiendo mi alma en pequeños trazos de polvo.

Aún así. Es como si él saliera de este mundo, teletransportándose hacia la sexta dimensión sin posibilidad de volver a pisar tierra.

Tenía miedo de su respuesta y, tenía miedo de la próxima acción que su cuerpo pudiese efectuar. No estaba en mis cinco sentidos, aún me tiemblan las piernas.

Como si nada, sus manos se han ceñido en mis dedos, enredando nuestras extremidades. Me ha dejado inerte; puedo percibir la calidez que emana. Finalmente, él había realizado un movimiento, mirándome directo a los ojos, sin hacer otra cosa más que persuadir mi cerebro con sus orbes marrones.

Casi, parece no importarle que estemos obstruyendo la diversión del resto de personas.

Suelta un suspiro agotado, tomando un nuevo rumbo cuando sus pies giran en dirección a la salida. Arrastrándome lejos de la euforia y el alcohol barato de una fiesta pasajera.

Tiene cierta manía; él no habla cuando la situación se torna de color rojo, sabe que no es necesario. Nunca ha sido un hombre de palabras, tampoco esperaba que lo sea.

Es un poco inconformista.

Evadimos un par de calles, caminando a un rumbo cualquiera y cruzando calles a pesar de la obscuridad. Podría parecer ridículo, pero amaba la manera en la que logra excluir nuestro alrededor mientras me toma de la mano.

No podía cohibir a mi corazón que salta como psicópata, tampoco podia evitar esbozar una sonrisa. Mi ritmo cardíaco se acelera. Negaba poder afirmar un final feliz, pero era reconfortante imaginarlo.

Hemos cruzado unas cuántas avenidas, en constante silencio. E inclusive, me he llegado a sorprender cuándo paramos en seco frente a una gran cerca al final de un callejón.

Inmediatamente, me sucumbió el miedo. ¿Qué es lo que su cerebro desquiciado piensa hacer?

Me suelta la mano antes de trepar con agilidad la instalación, colando sus dedos por sobre las rejillas, pie por mano, mano por pie. Mi boca se abre, quiero recriminar. Esto, ¿no es ilegal?

Una vez arriba, me ha tendido la mano con urgencia, posando ambos pies entre las hendiduras para evitar resvalar, su expresión permanece inerte. A penas puedo distinguir sus manos en medio de las calles oscuras.

—¿Qué esperas? —Insiste, sosteniéndose del borde de seguridad para lograr inclinarse con avidez.

—¿Esto está bien?

Él realiza una mueca, poco perceptible.

—Desde que te conozco, nada de lo que he hecho está bien—. Por primera vez, en esta noche, lo escucho carcajear—. ¿Importaría sumar algo más a tu correcta lista?

Touché, gran hombre de pensamiento errado.

Logré posar mis pies en la acera, pegando un brinco hacia el muro.  Mi cuerpo se ha estirado para lograr tomar su mano calida. Ríe, sabiendo que mi estabilidad física solo consta de procrastinación y noches en vela.